Cuesta arriba. Así fue toda la vida de José Acevedo, nacido en Añatuya, criado en Bandera, pero radicado en San Francisco desde los 6 años. Vivió en la calle, se mudó en varias oportunidades hasta encontrar algo de estabilidad junto a su familia en barrio La Milka.

Una historia ya contada en varias oportunidades, pero que no deja de ser digna de ser tomada como ejemplo al menos en varios aspectos: con una mentalidad plena dedicada al deporte que ama, sin vicios, pero también sin trabajo. Con poco apoyo económico, solo unos privados y el siempre solidario club La Milka, donde saben qué es pelearla de abajo. Así, pudo llegar a ser campeón argentino, latino y sudamericano.

Para Acevedo hoy el camino tiene las mismas espinas, pero hay una herida abierta que molesta porque una mano lo dejó sin la corona nacional que quiere recuperar en lo inmediato: “Mañana mismo”, dice con esperanza, porque sabe que ese último combate había algo que no le permitía ser él.

“Si no peleaba, me comían los piojos”

“Fue una locura lo que hice, lo sé, pero tenía que pelear porque si no peleaba, me comían los piojos”, reflexiona el boxeador.

“El covid me agarró mal a fines de diciembre porque venía con las defensas bajas, bajando de peso para la pelea del 6 de enero y tuve todos los síntomas: se me cerraba el pecho, me faltaba el aire, no podía toser, me mareaba, me dolía la cabeza, tenía fiebre. La pasé mal”, recuerda.

El 4 de enero pasado, Acevedo recibió el alta y comenzó, de nuevo, la preparación para su próximo combate y defensa del título. Primero iba a ser el 20 de febrero, pero se postergó para el 26, aun así no llegó al 100% pero salió al ring igual.

“Hacía 50 metros corriendo y me agitaba mal, hacía solo cinco rounds de bolsa, veía que no era yo, pero habíamos invertido mucho para pelea, imaginate que habíamos traído un sparring y hasta él agarró Covid”, comenta.

A pocos días de la pelea se fue a Santa Fe para terminar con la preparación, ahí tenía casi 10 kilos de más de lo que debería haber tenido. “Yo quería pelear, pero más que todo fue por lo económico que lo hice, no recibo ayuda de nadie y si no peleaba me iban a comer los piojos. El riesgo lo tomé yo, me deshidraté 15 horas antes de la pelea para dar el peso, estuve 15 días sin comer alimentos sólidos, fue una locura. Y en la pelea venía bien, pero no tenía potencia, sentía algo dentro de mí que no estaba bien, lo pude sacar en el segundo round y en el tercero, pero había perdido mucha potencia. El golpe fue en el hígado, pero sentí una puntada en la espalda que no me permitió seguir, no podía enderezarme”, lamenta.

“Tengo suspendida la licencia por un mes porque perdí por nocaut, tengo que hacerme estudios para que me la vuelvan a dar y a partir de ahí quiero volver, quiero la revancha. Le dije a él ni bien terminó la pelea y me dijo que sí, Coggi me dijo lo mismo, así que yo sigo siendo campeón Sudamericano, pongo mi título y que él ponga el suyo”, dijo Acevedo.

Fin de un ciclo y a la espera de propuestas

Acevedo cuenta que tras volver a San Francisco cortó su vínculo con el entrenador Juan Carlos Aguirre. Sin dar demasiados detalles explicó que la relación ya no era la misma, había un ciclo cumplido y quería cambiar de aire.

Ahora, se encuentra esperando propuestas, incluso baraja la posibilidad de continuar su carrera en el exterior. “En Argentina no se puede vivir del boxeo, necesitás trabajar en otro lugar, aun siendo campeón. Las bolsas son de entre 100 y 150 mil pesos y uno se tiene que preparar un año para una pelea, más los gastos, tenés que bancártelo solo, yo tengo una hija y se te complica todo. Además, hoy en día los promotores te quieren usar, sos un número más para ellos y lamentablemente no se puede así”, analiza.

“Con respecto a las publicidades pasé por cosas de las que no me enteraba, no llegamos bien para esta pelea”, dijo Acevedo.

En ese marco, Acevedo no descarta la posibilidad de continuar su carrera en el exterior, donde dice que hay propuestas, aunque no muy concretas. Pero no cierra las puertas a San Francisco, donde se crió: “Si me quedo me gustaría formar un buen equipo de trabajo, me gustaría que me apoyen, tengo que ver con qué nuevo técnico estaré, sigo con el profe Bordese como reparador físico, Alejandra Risso que es mi nutricionista, amigos que me apoyan como Roque Junco, Quique Baigorria y “Costilla” Godoy que me dan una mano con las publicidades”.

“Económicamente la estoy pasando mal, si me quieren venir ayudar sin querer sacarme ventaja es bienvenido. Yo represento a la ciudad, nací en Añatuya, una vez fui, recordé y se me aflojaron las piernas, pero solo eso. Yo soy de San Francisco, represento a la ciudad, me siento parte y la gente me hace sentir parte”, dijo el boxeador.