En el Comedor Parada Cero no cabe un alfiler. Las mesas están completas, sobre todo por grupos de amigos y amigas. Es 20 de julio y Santa Clara de Saguier parece haberse convertido en una de las sedes de los festejos. Un partido de fútbol en la pantalla del televisor se lleva la atención de algunos, aunque la mayoría prefiere aprovechar el momento para charlar.

De a poco los fiambres caseros empiezan a desfilar sobre las bandejas que los mozos trasladan, con precisión quirúrgica, con sus manos en alto. Es el inicio de una noche dedicada a mimar el paladar, pero que si no se va de a poco puede haber consecuencias para el estómago.

De todos modos, a Néstor Parola (54) y a su esposa María Isabel Sambade (50) nada los toma por sorpresa. Previsores, quienes están a cargo del emprendimiento familiar llevan consigo a mano siempre una Buscapina, un Sertal o alguna sal efervescente que les permita a sus clientes sortear cualquier dificultad.

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Las mesas ya están servidas y el fiambre es solo el primer paso de lo que será un largo camino de banquetes en un negocio que no tiene otro secreto que ofrecer comida casera y abundante. Una receta que jamás puede fallar en una región donde el placer y la comida se trenzan en una poderosa asociación.

De heladería a diente libre

El comedor está a punto de cumplir 19 años en el mes de octubre. Parola cuenta que ingresó al mundo gastronómico al dejar su empleo en una empresa láctea del pueblo que decidió trasladarse a San Francisco.

“Fui empleado lácteo unos 18 años. Para seguir vinculado debíamos mudarnos a San Francisco pero teníamos nuestra casa y familia en el pueblo, entonces decidimos quedarnos”, explicó a El Periódico.

Parada Cero

El primer negocio que instalaron fue una heladería artesanal que abrieron el 30 de octubre de 2003. Para ello compraron una máquina elaboradora de helados y largaron. Pero solo bastaron un par de meses para que el sentido del lugar cambie: “En diciembre el mismo cliente nos pedía más, el hombre tomaba helado pero quería otra cosa: una cerveza, un fernet, una picada. También arrancamos las primeras parrillas”, recordó.

Cuando el comedor empezó a marchar con firmeza, la heladería quedó en segundo plano dejando de funcionar hace unos ocho años: “No nos daba el tiempo para hacer las dos cosas, pero tampoco podían convivir el comedor y la heladería”, señaló.

Lo que sí asume Parola es que no podía poner cualquier comedor, sino algo “distinto” para el pueblo: “Fue algo que no se estudió. La idea mía era hacer algo diferente a lo que había en el pueblo como la clásica parrilla. Implementamos un diente libre con varios menús y era algo novedoso 20 años atrás”.

La cocina está en manos de Sambade, quien mueve los hilos en la zona de hornallas: “Hacemos todo fresco y casero, cocinamos en el momento”, reveló.

Los preparativos inician bien temprano por la mañana con el fiambre y el resto de los menús se cocinan durante la tarde.

Sambade y Parola están al frente del comedor.
Sambade y Parola están al frente del comedor.

La carta del “diente libre” incluye 20 menús, entre ellos 18 variedades de fiambre; las ranas, un clásico del lugar; rabas y pescado; pastas; asado de vaca, pollo y cerdo y matambre con diferentes salsas.

Sambade sostuvo que cocinan en cantidad de acuerdo a las reservas, así surgen los cálculos: “Pese a que lo manejamos hay una presión en la cocina desde la tarde que arrancamos hasta la madrugada que cerramos porque no se sabe nunca si va a alcanzar. A pesar de que siempre hacemos de más está ese miedo de que te falle algo”, asumió la mujer.

Viajar para comer

Para los propietarios del restorán el éxito pasa por ofrecer comida casera, variada y sobre todo abundante: “Se corrió la bolilla enseguida, arrancamos de entrecasa, sin propaganda pero se fue comentando y empezó a venir mucha gente de afuera, sobre todo de San Francisco que fueron los primeros clientes foráneos”, resaltaron.

Hoy a Santa Clara de Saguier llegan exclusivamente a comer personas de las ciudades de Rafaela, Sunchales y sus alrededores, de Santa Fe capital, San Jorge, Brinkmann, Devoto, entre otras.

- ¿Qué les devuelve el cliente?

- Parola: Cosas lindas que te llenan de orgullo y satisfacción. La cantidad de amigos que hicimos a través de esto. Estas vacaciones llevé mi nieto a San Francisco a un centro comercial y la gente me saludaba y mi nieto me dice ‘nono sos famoso’. Yo le decía que para nada, que esa gente son amigos que empezaron siendo clientes.

- ¿Cuál es el secreto para atraer a gente de diferentes lugares que viajan para comer?

- Parola: El que viene de lejos nos comenta que es novedosa la cantidad de comida que damos. Acá tenés 20 menús que si te da el cuerpo los comés. Muchos se acercan (ríe), la gente de esta zona es de buen comer.

- ¿Qué implica para el pueblo el comedor? ¿Lo ven como un centro de atracción?

- Parola: Lo vemos así, representamos bastante para el pueblo. La gastronomía implica mucha mano de obra y en nuestro negocio trabajan 13 personas del pueblo. La gente que viene de otras ciudades, sobre todo el domingo, almuerza y se va a la plaza si hace un día lindo. Se reúnen, toman mate y se genera un movimiento que no se observa en otros días.

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- ¿Tuvieron ofertas para llevar su “diente libre” a otras localidades?

- Parola: Sí, varias. De San Francisco, Rafaela, Zenón Pereyra y Susana. Pero el que mucho abarca poco aprieta. Acá se trabaja muy bien, no estamos viejos pero sí grandes y debería tener otro familiar que siga conmigo para poder hacerlo.

En Comedor Parada Cero se cobra por persona. El costo del “diente libre”, bebida, postre y algún trago ronda los 3 mil pesos. El negocio abre jueves, viernes, sábado y domingo y es clave reservar por teléfono (3492677156). En los días más fuertes reciben entre 180 y 200 clientes.

- ¿Alguna vez pensaron en cambiar el menú u ofrecer menor variedad en la carta?

- Parola: Después de la pandemia pensamos en levantar el pie del acelerador. Cocinar de esta forma es más difícil que preparar otro menú, nos va mucho más personal. Dijimos de cambiar un poco, probamos pero la gente está acostumbrada a nuestro sistema y quiere todo.

- Sambade: Acá no hay lujos, la gente viene a comer. Es algo familiar, se quedan el tiempo que quieren, nadie levanta nada para poner otra mesa y la sobremesa es larga.

- Sin dudas es un negocio que implica mucho tiempo de su parte.

- Parola: Estamos muy atados a esto, nos perdimos cumpleaños, bautismos, casamientos porque cuando todos festejan nosotros estamos trabajando. Fue cuestión de acomodarlo, hace 20 años que lo familiar se hace lunes y martes para que podamos estar nosotros. Pero da sus frutos el sacrificio que hacemos, no me puedo quejar, puede haber bajones pero siempre la gente responde. Verlo lleno al lugar es gratificante.