"No sean pelotudos. No tiren bengalas. Si alguien prende algo nos morimos todos", se le escuchó decir a Omar Chabán, gerenciador del boliche Cromañón. Estaba frente a más de 4.500 personas que acudieron al lugar para presenciar el show que la banda de rock Callejeros, liderada por Patricio Fontanet, iba a dar la noche del 30 de diciembre de 2004. Sus palabras se convirtieron en un vaticinio de la tragedia que sobrevino después: 194 muertos; más de 1400 lesionados y una herida en la sociedad que aún hoy, a 15 años, permanece abierta. Cromañón, ubicado sobre la calle Mitre al 300, en pleno barrio de Balvanera, comenzó a arder cerca de las 22.50 cuando empezaron a sonar las primeras estrofas del tema Distinto y alguien del público prendió una bengala.

Las consecuencias fueron trágicas: las llamas incendiaron la media sombra que cubría el techo del local. Las personas que habían asistido al recital, que triplicaban la capacidad permitida, se desesperaron por salir, pero no fue fácil: pronto se cortó la luz (por motivos aún no determinados) y los gases tóxicos del humo se extendieron con rapidez. Además, una de las salidas de emergencia del lugar estaba cerrada con candado. 

Las víctimas de esa noche murieron en su mayoría por inhalación de monóxido de carbono y los cuerpos eran tantos que las ambulancias no alcanzaban para trasladarlos. Al lugar arribaron autobombas y móviles policiales, y se les sumaron vecinos del barrio que subían a los chicos a los colectivos que pasaban para llevarlos al hospital. En los días posteriores, los familiares de las víctimas realizaron marchas y cacerolazos frente al boliche y a la sede gubernamental de la ciudad de Buenos Aires.

Las consecuencias políticas de una de las peores tragedias no-naturales de la historia argentina llegaron poco más de un año después de la tragedia. En marzo de 2006, el entonces jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires Aníbal Ibarra, fue destituido de su cargo en un juicio político en la Legislatura porteña. Se trató del primer proceso legislativo por mal desempeño contra un jefe de gobierno porteño.

Los familiares de las víctimas iniciaron demandas judiciales. Omar Chabán; su mano derecha, Raúl Villareal; y los integrantes de Callejeros fueron acusados de los delitos de estrago doloso seguido de muerte y cohecho activo.

Cromañón tuvo cuatro juicios orales. En estos procesos fueron juzgadas 26 personas: 21 de ellas fueron condenadas y 18 fueron a prisión. Casi todos recuperaron la libertad y la mayoría tiene la condena cumplida. El único que sigue detenido es el baterista de Callejeros, Eduardo Vázquez, pero no por la tragedia sino por el femicidio de su pareja, Wanda Taddei.

El primer juicio fue una derivación de la investigación por el incendio del boliche. Se juzgó y condenó a empresarios e integrantes de la Superintendencia Federal de Bomberos de la Policía Federal por coimas a empresas por certificados de tratamientos contra incendios o sus revalidas.

El segundo proceso fue por el incendio del lugar que provocó la muerte de las 194 personas y comenzó en agosto de 2008. Allí se juzgó a Chabán, a los músicos de Callejeros, a tres funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y a dos miembros de la Policía Federal. 

En su resolución dada a conocer un año después, los jueces condenaron a Chabán a 20 años de prisión; al mánager de Callejeros, Diego Argañaraz y al subcomisario Carlos Díaz a 18 años por cohecho pasivo e incendio doloso ; a las ex funcionarias Fabiana Fiszbin y Ana Fernández a dos años y cuatro meses; a Villareal, a un año en suspenso y a realizar tareas comunitarias.

En esa ocasión, los músicos de Callejeros fueron absueltos. Pero la decisión fue revocada por la Cámara Federal de Casación Penal que en abril de 2011 modificó el delito, al sostener que se trató de un estrago culposo, que tiene una pena menor, y por tanto condenó a músicos porque fueron co-organizadores del recital junto con Chabán.

El tribunal oral fijó las nuevas penas: para Chabán diez años y nueve meses de prisión; para Díaz ocho; para el líder de Callejeros Patricio Fontanet siete; para Villarreal seis; para Argarañaz, Torrejón, Carbone, Delgado y Djerfy cinco; para Fiszbin cuatro;para Cardell tres; para Torres tres años y nueve meses de prisión; para Fernández tres años y seis meses (que luego fue rebajada a dos años y 10 meses). Los condenados fueron detenidos el 21 de diciembre de 2012, pocos días antes de cumplirse el octavo aniversario del hecho.

En el tercer juicio fueron juzgados Rafael Levy, dueño del complejo donde estaba el boliche, el comisario Gabriel Sevald y tres ex funcionarios de seguridad del gobierno porteño. 

El cuarto proceso judicial estuvo a cargo del Tribunal Oral Criminal 3. En ese proceso, el inspector del gobierno porteño Roberto Calderini fue condenado por cobrar coimas para habilitar el boliche.

La lucha y el recuerdo. Desde 2005, familiares y amigos de las víctimas y sobrevivientes de la trágica noche, crearon la ONG Familias por la Vida y Movimiento Cromañón, entre otras. Desde allí, y gracias a su trabajo diario, lograron junto con otras organizaciones que en 2017 se sancione la Ley de Víctimas.

En las afueras del boliche este grupo de personas instaló un santuario para recordar a las víctimas. Allí además de murales y zapatillas que cuelgan por todos lados, hay placas recordatorias, pañuelos y banderas. La calle Mitre donde funcionaba el boliche permaneció cerrada al tránsito desde el momento de la tragedia hasta 2012, momento en que el gobierno de la Ciudad abrió una especie de calle paralela sobre un estacionamiento lindero al ferrocarril, para que puedan circular autos y colectivos.

Expropiación

Ahora, los familiares proponen expropiar el espacio donde funcionó Cromañón —en la actualidad tapiado y arreglado por dentro por su dueño— y que se instale allí un 'espacio para la memoria'. Además de trabajar a diario para mantener vivo el recuerdo de lo que ocurrió en Cromañón, para concientizar y evitar que vuelva a ocurrir algo similar, cargan con el recuerdo de una noche trágica que les cambió la vida para siempre.

Fuente: Perfil