Jorge Cingolani, encargado de la filial de Correo Argentino en la localidad de Sastre (Santa Fe, a unos 70 kilómetros de San Francisco) tuvo un gran gesto desinteresado que se viralizó y conmovió a varios: encontró un bolso con una millonaria suma de dinero, logró contactar al dueño, se lo devolvió y no aceptó la recompensa.

"Por suerte apareció el dueño. Eran los ahorros de toda su vida. Lloramos juntos cuando llegó a mi casa. Me ofreció una recompensa, cien mil pesos, pero no los acepté. Lo que no es mío, no me pertenece. Sólo le pedí un cordero para festejar año nuevo", relató, entre risas, en diálogo con El Litoral. 

Todo comenzó el pasado viernes, cuando Cingolani regresaba de su trabajo en la sucursal de Correo Argentino en Sastre, ubicada frente a a la plaza central de la cabecera del departamento San Martín. Poco después de las 15.30, halló un bolso en la calle y, al revisarlo, se sorprendió al ver que tenía una gran cantidad de billetes de diferentes denominaciones.

Cuando llegó a su casa, le contó a su mujer lo que había pasado y decidió difundir la situación a través de sus redes sociales. Tras contar el dinero, pudo precisar que la suma superaba los tres millones de pesos.

Para que no aparecieran "falsos dueños" que quisieran quedarse con el bolso, utilizó una estrategia: “Entendía que podía aparecer mucha gente diciendo que le pertenecía. Entonces lo que hice fue ponerlo boca abajo y sacarle una foto porque tenía un logo en el frente”.

Apenas una hora y media más tarde, sonó su teléfono. "Era un hombre que me decía que lo que había encontrado era de él. Le pedí que me detalle el logo y el contenido del bolso. Me dio todos los detalles y supe que era el dueño. Me agradeció mucho y terminamos llorando juntos”, contó.

El hombre que había perdido el bolso era un empleado rural, que estaba viajando a dedo en la caja de una camioneta cuando perdió el dinero.

Respecto del encuentro entre ambos, Pacquiao, como lo conocen en la ciudad por su admiración por el exboxeador filipino, narró: “No sentí que debía aceptar la recompensa. Si la agarraba, le estaba sacando algo que es de él. Nunca fue mi intención quedarme con la plata o que me den dinero a cambio. Sentía que si agarraba algo era aprovecharme de él. Ver llorar a esa persona fue demasiado. Lloramos los dos juntos”.

Por último, contó que su familia compartió su manera de proceder: “Mi mujer y mis hijos me dijeron que hubiesen hecho lo mismo. Eso me deja tranquilo porque se que estoy rodeado de personas como yo. Sigo emocionado. Si lo tengo que volver a hacer, lo hago”.

Fuente: El Litoral/Clarín