Una mujer de 36 años llamada Carla Soledad Kaufmann fue condenada a tres años y cuatro meses de prisión por el abuso sexual a un adolescente. El hecho sucedió en Reconquista (Santa Fe) y se la imputó por el delito de estupro.

El fiscal que representó al Ministerio Público de la Acusación (MPA) Valentín Hereñú dijo: “Se trató de un caso complejo por el contexto en el que se produjo el hecho ilícito, y por el vínculo que unía a la mujer con el padre de la víctima. Cometió el estupro como parte de un plan para vengarse del padre del adolescente –que transita su escolaridad secundaria–, y logramos un debate muy serio acerca de la inmadurez sexual de un adolescente”.

La pena fue impuesta por el juez Martín Gauna Chapero en el marco de un juicio oral que se llevó a cabo en los tribunales de Vera. 

El abuso sucedió alrededor de las 5:30 de la madrugada del domingo 11 de junio del año pasado en la vía pública. El MPA sostuvo que la autora “se aprovechó de la inmadurez sexual del adolescente y le realizó prácticas sexuales sin su consentimiento”. 

También se logró identificar cómo fue la mecánica del hecho: ”Le pidió el contacto de celular de la víctima a un amigo de él, y luego le escribió mensajes a través de Whatsapp en los que lo invitaba a que se fueron juntos de un boliche de Vera en el que estaban los dos. Sin saber quién era la mujer, la víctima salió de la confitería bailable y se encontró afuera con ella”.

Le indicó y caminaron hacia un lugar donde estaba oscuro y “mientras abusaba de él, le decía que no dijera nada de lo que estaba pasando porque podía ir presa, ya que ella tenía el doble de su edad”.

Por último, el fiscal informó que “luego de abusar de la víctima, la mujer se identificó, le dijo su nombre y apellido, le remarcó que sabía cosas de él y también le mencionó que sabía que sus padres estaban de viaje, lo cual era cierto”. 

El adolescente no conocía físicamente a Kaufmann, pero sí su nombre porque el padre había tenido problemas personales. 

“Si bien la víctima sabía del conflicto, no tenía identificada físicamente a la mujer - advirtió el fiscal - . Por eso, ella esperó terminar la secuencia abusiva para decirle quién era, lo que ocasionó un profundo sentimiento de rechazo y culpa en la víctima, por haberse sentido utilizado como una cosa en el medio del conflicto de adultos”.

Hereñú destacó que “en todas las ocasiones en las que tuvo que relatar el ilícito que sufrió quedó claro la vergüenza, la impotencia y la culpa que siente el adolescente por lo ocurrido”. Asimismo, concluyó que “también quedó claro que el adolescente nunca dio el consentimiento para que la condenada lleve a cabo los actos de contenido sexual que realizó los que, por lo demás, siempre estuvieron bajo su exclusiva dominabilidad, a partir de su preeminencia y aprovechando la inmadurez sexual de la víctima”.