Quizás con un perfil más bajo que sus antecesores en el cargo, pero con la misma o más cantidad de años en el sillón principal del Palacio Tampieri, la que viene será la última semana de Ignacio García Aresca como intendente de San Francisco, ya que el viernes 10 de diciembre pedirá licencia y asumirá como diputado nacional. Así pondrá fin, al menos en los papeles, a sus ocho años de mandato en la ciudad, desde aquel diciembre de 2013 en que reemplazó de forma interina a Martín Llaryora, quien por entonces asumía como ministro del gobierno de José Manuel de la Sota.

Por cuestiones de estrategias y un ajedrez político difícil de comprender para buena parte de la ciudadanía, todavía no se anunció quién quedará a cargo de la intendencia a partir del viernes, a tono con el bajo perfil de comunicación de la gestión. Aun así, todo indica que será el actual secretario de Gobierno, Damián Bernarte, quien tendrá como misión continuar con el proyecto político del justicialismo y navegar el barco por buenas aguas hasta las próximas elecciones municipales en el 2023, donde nuevamente se volverá a girar la ruleta de candidatos. Todo esto dentro de un proyecto más ambicioso que conduce Llaryora a nivel provincial para regir los destinos de Córdoba una vez que finalice la gobernación de Juan Schiaretti en menos de dos años. 

Son varias las preguntas que desde hace rato rondan por 9 de Julio y Echeverría: ¿cómo será la gestión de Bernarte? ¿habrá doble comando con Aresca? ¿seguirá Aresca buscando decidir en el día a día local o Bernarte tendrá libertad para su propio estilo y políticas? ¿qué va a pasar con el equipo actual de Gobierno? Esto como para despuntar algunas, pero son muchas más las dudas cuyas respuestas se irán decantando con el tiempo. 

Si bien enfrentados en su momento, la realidad hoy es que tanto Bernarte como Aresca forman parte del mismo proyecto político de Hacemos por Córdoba y por lo tanto se espera una continuidad en los ejes principales del mandato durante este año y medio que resta hasta las próximas elecciones locales, donde ya será otro cantar.

Para Bernarte, el desafío pasará por una gestión propia que se distinga en un contexto económico complicado y así llegar con el traje de candidato sin demasiados zurcidos para el 2023. Para eso probablemente tenga que buscar un perfil más alto y algunas acciones concretas y visibles que renueven la gestión tras una pandemia que va quedando atrás. No tendrá demasiado tiempo, así que tendría que jugar sus cartas a corto plazo.

Con dos elecciones en sus espaldas en las que fue elegido por el voto popular para el cargo municipal, la función como diputado a Aresca lo aleja del día a día en San Francisco pero igualmente el reto como representante en el Congreso no es poca cosa. Deberá mostrar gestión y hechos para la provincia y la ciudad, pensando en su futuro político, el cual con toda seguridad seguirá atado al proyecto de Llaryora.

Bernarte podría buscar un perfil más alto y acciones concretas que renueven la gestión tras una pandemia que va quedando atrás.

Con su último mandato signado a fuego por la pandemia, Aresca se irá con dos hechos importantes en los últimos días: el acuerdo entre Nissan y Lear, que permitiría una buena cantidad de nuevos puestos de trabajo; y la inauguración de la Tecnoteca, aunque probablemente lo último no sea más que una cuestión formal de apertura, ya que difícilmente un emprendimiento tan grande pueda comenzar a andar de un día para el otro, sobre todo porque extrañamente todavía no se informó para qué se utilizará. 

Hay otra cuestión importante a resolver y de la que todavía se habla poco: Aresca se va, pero todavía no se sabe qué tan lejos. Parece poco probable que un diputado que cumple un rol para el proyecto de Llaryora-Schiaretti en el Congreso pueda a la vez estar ocupado en la gestión diaria a nivel local. Sin embargo, adelantó que abrirá una oficina legislativa en la ciudad y al parecer le cuesta mucho hablar de un sucesor. Incluso, meses atrás había asegurado que pensaba en un tercer mandato. Pero el perfil de Bernarte, que ya se presentó dos veces a elecciones para intendente como líder político de Mejor San Francisco, no encaja con el de alguien a quien le dicten el recitado y seguramente buscará su estilo de gestión. 

Aresca se va, pero todavía no se sabe qué tan lejos. Adelantó que como diputado abrirá una oficina legislativa en la ciudad.

Hay un acuerdo que dice que uno se va y el otro gobierna. Sin vueltas. Y bien saben que, como dice el Martín Fierro, si entre ellos pelean los devoran los de afuera. Habrá que ver cómo conviven los dos cabecillas y cómo se resuelven los roles. O como se versa ahora: quién tiene la lapicera. 

Lo cierto es que en pocos días San Francisco tendrá una nueva autoridad a cargo de la Municipalidad y se dará inicio a un nuevo proceso después de ocho años. Los resultados se verán en la cancha.