¿Cuántos robos y estafas más en cuentas bancarias tendremos que informar desde los medios de comunicación para que los bancos se tomen con un mínimo de responsabilidad la protección del dinero de sus clientes? ¿A cuánta gente más le tienen que vaciar sus cuentas y complicar la vida para que pongan aunque sea una medida eficaz para frenar las estafas?

Por ahora, son preguntas sin respuestas, porque todas las campañas preventivas y el accionar de los bancos cuando las estafas o robos ya se consumaron apuntan directamente a la presunta responsabilidad de sus clientes, pero nunca a las evidentes fallas en sus frágiles sistemas de seguridad, que delincuentes saltan como alambre caído con cualquier teléfono celular, por ejemplo.

Ya demasiada gente en todo el país ha perdido sus ahorros como para pretender que poniendo un par de afiches en la vía pública o videos preventivos en redes sociales están haciendo lo suficiente para proteger el dinero de sus clientes. Para decirlo más claro: no están haciendo casi nada y además se lavan las manos cuando a sus ahorristas les vacían las cuentas gracias a sus fallas de seguridad, haciéndoles pasar un auténtico vía crucis que puede extenderse por meses o años si pretenden recuperar la plata.

Y no se trata de casos en que los clientes pueden haber caído en la trampa de delincuentes, ya que en las últimas denuncias conocidas las maniobras delictivas se dieron sin ninguna intervención de los usuarios, aprovechando también las fallas de seguridad de empresas telefónicas. Es decir, le puede pasar a cualquiera.

Pero incluso en casos de usuarios desprevenidos que entregaron sus claves, ¿qué medida de seguridad ofrecen los bancos para evitar que desde cualquier dispositivo con internet se pueda acceder a la cuenta de sus clientes o que delincuentes obtengan enormes préstamos concedidos de manera inmediata? Ninguna que sirva.

Así, sabiendo de las demoras en la Justicia, la falta de control del Banco Central, y que la mayoría de los clientes termina pagando y desistiendo de los reclamos, las empresas bancarias siguen tirando la pelota a sus clientes y haciéndoles creer con campañas de prevención que toda la responsabilidad es de ellos, mientras por otro lado no adoptan ninguna acción eficaz para resguardar el dinero que le entregaron. Los delincuentes, tranquilos, se frotan las manos.