“Las joyas del abuelo”: dos Ford Falcon invaluables
Se trata de un Americano 1962 y un Futura 1967, ambos de Juan Pablo Imhoff. Los dos guardan historias muy particulares: herencia de familia y recuperación. Dos joyas de colección en estado original.
Según cifras oficiales, entre 1962 y 1991 se produjeron más 450 mil Ford Falcon en Argentina, de todos los modelos y versiones. Fue un vehículo que ganó rápidamente popularidad en nuestro país siendo el de mayor número de aficionados, venerado principalmente por su indudable éxito en el Turismo Carretera. Pero también para muchos es el recuerdo de su niñez, de sus abuelos y de una época de antaño que trae al tiempo presente cientos de anécdotas.
Estas dos “joyitas” que presenta El Periódico pertenecen a Juan Pablo Imhoff, fierros que guardan historias muy particulares: un vínculo familiar y un símbolo eterno del amor por los autos de colección. Se trata de dos tesoros invaluables: el Falcon Americano de 1962, que pertenecía a su abuelo paterno y el Falcon Futura de 1967, de su abuelo materno, que fue recuperado y restaurado hace apenas un año. Ambos, se llevan todas las miradas cuando circulan por la ciudad.
Interés por los autos clásicos
El Falcon Americano de 1962 es el primero que ingresó al país. El vehículo se traía desarmado de EEUU y se ensamblaba en Argentina, en la planta que tenía Ford en el barrio porteño de La Boca. Este modelo no tiene ningún cambio con respecto al que circulaba en EEUU, se puede distinguir fácilmente por los parantes traseros finos y una luneta curva.
“Mi abuelo paterno lo compró en 1965 a una concienciaría en San Francisco, primera mano. Desde el 65 hasta ahora estuvo siempre en la familia. Lo tuvo mi abuelo y hace unos nueve años atrás mi papá se lo compró a mi abuelo, se le hicieron trabajos en la parte mecánica y de pintura. El auto no está restaurado, el auto se usaba y después estuvo muchos años parado”, contó Juan Pablo.
Este vehículo movió algo en el interior de Imhoff, fue un punto de inflexión en su pasión por estos fierros de colección. “Gracias a este vehículo se despertó mi interés por los autos clásicos, nunca le había prestado atención hasta que mi papá decide comprárselo a mi abuelo. No hemos hecho viajes con él, pero sí participamos de cuatro rally de autos clásicos de San Francisco”, comentó.
“No tienen valor económico, ninguno de los dos, no tienen precio, no se me ocurriría venderlos por nada. Es una mecánica simple y muy noble, de bajo mantenimiento. Hay que dedicarle cariño y conocer un poquito de mecánica, al no ser de uso diario siempre tenés un detalle, a mí me gusta, soy fierrero e hincha de Ford por herencia”, destacó.
Imhoff contó que para recuperarlo no tuvo que hacer grandes compras. “Estaba todo completo. Solo tuvimos que reparar el motor, tren delantero, frenos, cubiertas, alfombras; en fin, un mantenimiento estándar. Hace casi 10 años, en ese momento fue algo difícil encontrar todo, ahora con redes sociales la restauración es un poco más fácil”, indicó.
“Es un recuerdo de mi viejo que falleció hace seis meses, nunca se me hubiese ocurrido interesarme por los autos clásicos sino fuese por él. Tengo la factura de compra todavía”, explicó.
Te lo compro. “Hubo gente que me lo quiso comprar (Falcon 1962), en un encuentro en Porteña un hombre se acercó preguntándome si le vendía el auto, le dije que no le iba a alcanzar la plata para comprarlo y se enojó. Le tuve que aclarar que no era por el dinero, es que no se vendía porque tiene un valor incalculable. Terminamos charlando, pero la tenía clara, sabía qué auto era y quería el mío”, dijo Juan Pablo. |
Volverlo a ver
En el caso del Falcon Futura (1967) fue un vehículo ya producido en Argentina, en la planta de General Pacheco. El modelo puede distinguirse por el techo de vinilo. Particularmente, el auto de Imhoff fue comprado 0km. por su abuelo materno.
“Mi abuelo falleció en 1987 y en el 90 se vende con menos de 10 mil kilómetros, era casi nuevo. Tengo recuerdos de ese auto de jugar arriba de él cuando era chico, mi abuelo lo usaba para ir a misa y al cementerio los domingos”, explicó.
Después de la experiencia del Falcon Americano, Imhoff tenía que recuperar el Futura. “Empecé a averiguar para ver donde estaba y en qué condiciones, un muchacho conocido del ambiente me lo ubicó en Arroyito y me dijo que estaba recuperable. Estaba bastante deteriorado, pero me sorprendió una cosa: le pregunté por la documentación que tenía y me mostró el manual original con los datos de mi abuelo, eso fue lo que me impulsó más a comprarlo”.
“A los 15 días ya estábamos averiguando para hacer una restauración completa del vehículo. La restauración la hicimos con Eduardo Jobet, que fue el encargado de desarmarlo: chapa, pintura, mecánica y yo buscaba los repuestos, detalles e información”, explicó. El proceso de restauración tardó casi un año.
“Los dos -el Americano y el Futura- están llevados a lo más original posible, no tienen modificación alguna de ningún tipo”, aseguró Juan Pablo, reconociendo que fue un “capricho y el ultimo regalo que me hizo mi viejo”, a quien agradeció: “Si no fuese por él no hubiese podido restaurarlo, por eso este tampoco tiene valor económico. Mi viejo no lo pudo ver así, falleció unos días antes de que lo terminemos. Le faltaban detalles”, concluyó.
El Falcon Futura. “No me animaba a buscarlo, tenía el temor de encontrarlo y no poder comprarlo o encontrarlo y que esté destruido”, contó Juan Pablo.