Los cementerios son parte importante de la cultura de un pueblo, pero también espacios que despiertan curiosidad, donde mitos y leyendas suelen rondar sobre muchas de sus tumbas. El de Recoleta en Buenos Aires o el San Jerónimo en Córdoba, se convirtieron en espacios icónicos a los que la gente llega para visitar, en una especie de “city tour”.

En San Francisco, el Cementerio Municipal también se transformó en un sitio que invita a descubrir otros aspectos de la ciudad. Contiene un patrimonio de valor innegable que refleja la cultura, los ideales y costumbres de quienes allí descansan. Además existe en el predio un invaluable carácter artístico, escultórico y arquitectónico.

En un esfuerzo por difundir la historia en su forma más auténtica y apreciar el pasado, el Archivo Gráfico y Museo Histórico de San Francisco y la Región (AGM) organiza una nueva visita guiada al Cementerio, actividad que lleva adelante desde 2012 y que siempre atrae a una buena cantidad de público.

El periodista y presidente de la AGM, Arturo Bienedell, responsable del recorrido, le contó a El Periódico que la gente siempre mostró un interés también por conocer la historia desde otro punto de vista, no solamente a través de lo que está en los libros. Y acá -por el cementerio- hay como una marca social muy importante, tanto desde los distintos panteones que marcan niveles sociales, costumbres que tienen que ver también con la arquitectura y tantos otros temas que se pueden abordar”.

La visita, programada para este sábado a las 16, tiene una duración aproximada de dos horas y lleva a los asistentes a través de una serie de paradas obligadas, cada una con su propia historia cautivadora.

Bienedell repasó junto a El Periódico algunos de esos espacios que albergan a personajes emblemáticos, a una santa popular y a la representación de una catedral europea, entre otras.

Vuelven las visitas guiadas al Cementerio: “Siempre hubo interés por conocer la historia desde otro punto de vista”
Sobre el cementerio

El cementerio tiene su actual ubicación desde 1894, luego de que la Colonia San Francisco se trasladase y comenzara a desarrollarse en torno a la estación ferroviaria. “Eso determinó, por los medios de movilidad que había en la época y por las distancias que existían, la necesidad de disponer también un cementerio más cercano al nuevo núcleo poblacional, entonces así se creó el segundo cementerio de San Francisco”, contó Bienedell. 

Y continuó: “Mientras recorremos el lugar, entre los temas que se van abordando surge la relación que había, muchas décadas atrás, entre lo religioso y lo fúnebre en la vida social de las personas, lo que significaba la muerte de un ser querido en las familias. Al recorrer los grandes panteones vamos a ir encontrando muchos apellidos que tienen que ver con el desarrollo de San Francisco, en lo industrial, educativo, cultural, rural y que han habitado nuestra región desde hace más de 100 años”.

El osario o fosa común

A unos 10 metros del acceso al viejo cementerio, en el margen derecho se puede observar el osario o fosa común, "donde se depositan los restos de personas que después de algunas décadas de haber sido sepultados ya no tienen familiares que se hacen cargo de los restos. O cuando se produce lo que le llaman la reducción del cadáver, esos restos son trasladados a la fosa común o al osario”, explicó el historiador.

El osario o fosa común
El osario o fosa común

“Una santa popular”

A unos 60 metros de la entrada principal de la vieja necrópolis se erige la tumba de Antonia Montanari, también conocida popularmente como “la Virgencita del cementerio”. No hay quien por ahí pase que no se persigne u observe por unos instantes la inmensa cantidad de pequeñas placas de agradecimientos por los supuestos milagros concedidos, lo que convirtió a la tumba en uno de los rincones más llamativos del lugar.

Bienedell contó que Antonia fue una joven inmigrante nacida el 17 de junio de 1880, pero de la que no se tienen registros de cómo llegó a nuestra ciudad. La joven falleció con apenas 19 años, un 2 de febrero de 1900, por una afección pulmonar. Y en su lápida sólo figuran su padre y un hermano, pero sin nombres identificatorios.

Según la leyenda popular, varios años después de su muerte, al exhumar los restos de Antonia, estos se habrían encontrado intactos. De allí nace la consideración de un presunto milagro y el comienzo de la “santa popular”.

Entonces lo que fue una tumba se fue transformando en una pequeña gruta donde los creyentes rezan y piden sus milagros personales. Alrededor le dejan ofrendas, imágenes religiosas y sus paredes se llenaron de placas de agradecimientos “por los milagros realizados” que tienen origen en distintos puntos del país.

Se ha transformado en una de las denominadas “santas o devociones populares” que como el Gauchito Gil y San La Muerte tienen sus devotos y seguidores no sólo en nuestra ciudad, sino en distintas partes del país.

Vuelven las visitas guiadas al Cementerio: “Siempre hubo interés por conocer la historia desde otro punto de vista”

La réplica de una catedral

El recorrido también se detendrá en el panteón que pertenece a la antigua congregación de las hermanas de la Inmaculada Concepción.

“Fueron monjas españolas que habían llegado a San Francisco en el año 1915 -explicó Bienedell- y se instalaron en la ciudad para trabajar inicialmente en el hospital y, años después, crearon el Instituto Inmaculada Concepción, actual Fasta”.

Según el historiador fue un grupo importante de “hermanas” que permanecieron muchos años en San Francisco y muy pocas volvieron a su lugar de origen en España. “Entonces en el año 1930, gente relacionada al instituto y con el hospital, hicieron aportes para construir este panteón que recibió a las hermanas hasta finales del siglo XX, que es cuando la congregación de la Inmaculada Concepción deja San Francisco”, añadió.

Bienedell explicó que la forma edilicia del panteón responde “un poco a la miniatura a lo que es la catedral de Barcelona porque el origen de esta congregación precisamente es en esa ciudad de España. El arquitecto Antonio Gaudí, entonces, quiso hacer, de alguna manera, un homenaje a ellas replicando parte del frente”.

Vuelven las visitas guiadas al Cementerio: “Siempre hubo interés por conocer la historia desde otro punto de vista”

Una tumba con simbología

Otro de los recorridos obligados es el monolito erigido en la década de 1930 en honor a Cecil Newton, profesor inglés que desembarcó en San Francisco y fue el segundo director de la escuela Normal.

“Una persona que dejó toda una impronta en la institución que al día de hoy sigue siendo una figura reconocida y admirada dentro de la colectividad. No tenía familiares en San Francisco, entonces exalumnos suyos que le tenían afecto recaudaron fondos para la obra que construyó el artista Hugo Fasciani”, relató el periodista.

Dicha construcción fue declarada años después como Monumento Histórico por la Municipalidad de San Francisco. En su placa original se advierten además el compás y la escuadra característicos de la logia masónica que generaron innumerables teorías respecto al docente, aunque no existen registros que lo comprueben.

Al respecto, Bienedell explicó: “Ser masón en aquellos tiempos era bastante común entre las personas que integraban ciertos círculos de la sociedad. En San Francisco hubo dos o tres logias que tenían que ver con los nombres de Progreso, Porvenir Social, esa era un poco la onda con la que ellos bautizaban esas agrupaciones, pero no tuvieron mayor trascendencia”.

La visita guiada al Cementerio de San Francisco promete una oportunidad única para conectar con la historia local en un nivel más profundo y diferente.

Una de las placas de la tumba de Newton.
Una de las placas de la tumba de Newton.
Vuelven las visitas guiadas al Cementerio: “Siempre hubo interés por conocer la historia desde otro punto de vista”
Vuelven las visitas guiadas al Cementerio: “Siempre hubo interés por conocer la historia desde otro punto de vista”