Sobre todo en el lado sur de la ciudad donde los frentistas intimados para que las arreglen triplican a los del sector norte. Un vecino que sufre discapacidad motriz cuenta sus peripecias al momento de transitarlas.

Las veredas rotas en San Francisco parecen un problema sin solución. Porque pese a las intimaciones que hace la Municipalidad semanalmente existe poco compromiso de parte de los frentistas, quienes son los primeros responsables de su estado.

Baldosas sueltas o ausentes, raíces de árboles que elevan las aceras, veredas nuevas que son más altas que lo normal debido a las nuevas tendencias arquitectónicas y la falta de rampas dificultan a diario el tránsito de los peatones sanfrancisqueños.

La Municipalidad realiza semanalmente unas 25 actuaciones en la zona norte de la ciudad y unas 60 en la zona sur. Se trata de actas que realizan los inspectores cuando detectan una vereda en mal estado. En ese momento se deja una copia al vecino y otra va a parar al Juzgado Municipal de Faltas. Desde esa fecha el frentista tiene diez días para hacer su descargo en la Secretaría de Infraestructura. Si no lo hace termina siendo notificado por la jueza de faltas.

Marcelo Olocco (46), un vecino de la ciudad que sufre una discapacidad motriz, padece diariamente las dificultades que le ocasiona trasladarse desde su casa hacia distintos lugares.

Marcelo se mueve en una moto que funciona a batería y puede sortear con éxitos algunos lugares complicados, aunque son los menos. Pese a esto, sostiene que se las arregla mejor que aquellos que usan una silla de ruedas común.

Caminata

En una recorrida con El Periódico, Olocco tuvo su primer problema a pocas cuadras de salir de su casa. Sobre la mano derecha de Larrea debió bajar a la calle, previo a eso tuvo que encontrar una bajada de estacionamiento libre ante la falta de rampas para discapacitados. En ese sector se encontró con una vivienda relativamente nueva y que todavía no tiene hecha su vereda, lo que implica para él una especie de escalón.

No obstante, la calle no es una solución porque mientras la recorre pasan por su lado motos, autos y hasta camiones. Además en las esquinas, donde se juntó agua por la lluvia de los últimos días, debió cuidar que la parte eléctrica de su móvil, que tiene un alto valor económico, no se moje.

Ya en calle Sarmiento, Marcelo se encontró con otras dificultades. Más veredas rotas, obstrucciones con materiales de construcción, escombros y montículos de tierra, y también con subidas de garajes más altas que la misma acera. “Ni con un auto del Dakar puedo pasar por ahí”, dijo entre risas.

Este vecino pregunta cómo puede ser que en las construcciones nuevas no se contemple la creación de rampas para personas con discapacidad, que sirven además a personas mayores o quienes cargan un coche de bebé, entre otros. Puso el ejemplo además de la sede del Colegio de Arquitectos, que si bien creó una rampa, la hizo con tal inclinación que le resulta casi imposible subirla.

Venta callejera

Más allá de todo, Marcelo Olocco, trata de que su vida no cambie: “Salgo casi todas las tardes, trato de salir como pueda pero lo hago, me distraigo del trabajo de esa forma y trato que no me gane la impotencia”, explicó.

Aunque valoró las nuevas veredas del bulevar 25 de Mayo, Olocco se mostró molesto con la mayoría de los comercios que no disponen de rampas para discapacitados motrices: “Esta muy bien el centro para pasear pero no para entrar a los comercios. Los que tienen rampas de accesos son contados con los dedos de la mano. Te atienden bien, salen a la vereda a hacerlo, pero yo no puedo elegirme una pilcha ahí afuera”, remarcó. 

Responsabilidades

“El mantenimiento de las veredas es responsabilidad de cada frentista”, aseguró el secretario municipal de Infraestructura, Fabio Rivadero.

El funcionario explicó que “muchos frentistas frente a las actuaciones que se hacen piden plazos para la ejecución de la obra, presentan algunas notas haciendo descargos y explicando que por su situación económica no pueden arreglarlas por el costo”.

Por ejemplo, hacer en la actualidad un contrapiso y poner baldosas antideslizantes, como las que tienen las nuevas veredas del centro, cuesta aproximadamente 350 pesos el metro cuadrado.

Rivadero agregó además que muchas otras veredas se encuentran en mal estado por las distintas obras de infraestructura que se hicieron en la ciudad y que las empresas no cumplieron con su terminación.

Aunque hoy se trate por vía administrativa que los frentistas mejoren el estado de sus veredas, se evalúa que el municipio repare aquellas más conflictivas y luego se las cobre a los vecinos.