Este jueves desde las 20, el Museo de la Ciudad abre sus puertas para que el artista sanfrancisqueño Lucas Abrate, más conocido como Purpulem, inaugure “Carne podrida”, una muestra que tendrá en escena 80 cuadros, algunos objetos y proyecciones audiovisuales.

Cuando el artista local, uno de los al menos tres muralistas más importantes de la ciudad, comenzó esta obra hace dos años y lo hizo en su hábitat natural: la calle. En ese momento, “Carne podrida” eran cuadros que Purpulem pintaba y colgaba en cualquier lugar de la ciudad.

Los pintaba, los colgaba y los hacía públicos, y ahí quedaban, para que alguien se los lleve o no, para que alguien los mire, como si las calles de San Francisco, fueran las paredes de una galería de arte, algo de lo que Abrate, se encargaba a diario coloreando cuanto metro cuadrado de pared encontraba disponible, convirtiéndose en uno de los artistas callejeros de referencia en al ciudad.

En una charla con El Periódico, Purpulem cuenta por donde va la obra, lo que le genera llegar al Museo, la importancia que tiene esta sala para él y el arte de la ciudad y como ha sido el viaje de la calle al lugar cerrado y como es que todos somos carne podrida.

¿En que consiste la muestra que inauguras este jueves en el Museo de la Ciudad?

Es una muestra individual, en el Museo, que gira en torno al concepto de carne podrida, así se llama la muestra. “Carne podrida”, empezó siendo intervenciones en la calle, donde yo colgaba cuadros que le ponía nombres como si fuera una sala y ahora entró a la sala. “Carne podrida”, es reconocer nuestra miseria, abrazarla y para construir algo. Está completamente atravesada por lo social, por los murales, por “Palabras llaves” (N de la R: una serie de murales que Abrate realizó desde hace un año con el concepto de que una palabra abre sensaciones) para mí es lo mismo. Y es una muestra de pintura, hay una instalación, hay objetos, hay una video intervención, y todo gira en torno a ese concepto, en la muestra parece que se propone un recorrido, un camino pero igualmente todo esta armando para que no sea una contemplación lineal y el espectador se pueda ir cruzando. Se puedan meter dentro de “Carne podrida”, que la muestra los envuelva.

Además de esa idea de que la gente pueda experimentar cercanía con la obra desde el montaje, ¿qué se vaa encontrar el que vaya al Museo?

Son 80 cuadros más o menos, de muy pequeño formato, y es pensar en el concepto como una sola cosa, hay una línea, una rítmica, una pulsión que une a los cuadros.

¿Cómo es que un trabajo una idea, un concepto que empezaste y pensaste para la calle, llegue a una sala cerrada?

Me encuentro con gente que me dice que tiene una obra mía en su casa y cuando le pregunto de donde la saco, me dicen que que tirada en la calle y por ahí yo a esa obra la había colgado en la fábrica militar y la encontraron en la plaza Velez Sársfield, y es genial. Estas son obras de taller , pero la estética de la calle y estas son las mismas.

¿Cómo es para un artista callejero como vos, llegar a una galería?

Fue una búsqueda recíproca. Yo fui y ellos estaban interesados en que yo vaya. Se construyó así, se acordó la fecha y la fui laburando mucho, muy mucho. Más cuando querés hacer algo conceptual, es un rollo. Porque el concepto te atraviesa. Empezás a no vivir... y tenés que vivir, tenés que morfar, llevar tus hijas a la escuela y te recontra compenetras con la obras. Mucho laburo porque tiene una obra de mirarse, de montarse, a mi me interesa el museo, yo considero que el museo es un lugar ninguneado y que es una sala que se le puede parar a cualquier sala. Es una gran sala pero depende mucho de la gente que le da vida a diario.

¿Te genera ansiedad llegar a ese lugar?

Sigo siendo un artista callejero, hay mucho aerosol, mucho esmalte. Yo me curtí en la calle. Son procesos, hay que ir a ver la muestra, porque la muestra es una vivencia. A mi encanta ir a ver, yo voy a tomar café al museo, me encanta esa sala, yo hace una semana que estoy laburando, y di vuelta museo por completo. Pudimos laburar sin recursos como se labura en cualquier galería y eso fue un gran aprendizaje, yo ya ahí gané.

¿Qué creés que se va a llevar la gente?

El arte es un espejo, el arte amplía lenguajes y transforma. Yo reconozco mi nivel, soy honesto, pero me parece que la propuesta está buena.