Susana Decilli (60) elige mantener un perfil bajo, aunque su rol como asistente público durante años fue muy importante. Se desempeñó durante más de 25 años en el Registro Civil de San Francisco y cuenta con infinidades de anécdotas al ser una de las encargadas de consagrar los matrimonios, en otra etapa anotar a los niños recién nacidos, y también responsable de tomar las huellas a las personas fallecidas que no tenían identificación.

En los últimos años llegó a ser subjefa del Registro y a lo largo de su carrera atravesó por momentos muy especiales como uno de los primeros casamientos igualitarios, el primer casamiento virtual, pero también episodios tristes como registrar a personas en la morgue en tiempos de la gripe A.

Fue reconocida por sus compañeros en su último día de trabajo.
Fue reconocida por sus compañeros en su último día de trabajo.

Días atrás puso fin a una extensa y multifacética trayectoria de más de 37 años en la Municipalidad de San Francisco, la cual inició durante el gobierno de Cornaglia en la década del 80’ como maestra del Centro de Apoyo Escolar, y tras pasar por varias áreas finalizó en los máximos puestos del Registro Civil con diferentes responsabilidades.

Matrimonios, nacimientos y algo más

Para Susana tener la posibilidad de concretar tantas familias a través de la celebración del matrimonio era algo especial. Si bien remarca con humildad que ese poder no la hacía sentir especial o diferente, destaca que fue una gran experiencia para su vida.

- ¿Le quedaron buenos recuerdos?

- Sí. Fui una de las primeras en hacer casamiento igualitario. Me tocó también el tan mencionado de la joven sanfrancisqueña con un marroquí que fue a distancia, sin conocerse personalmente. Fue el primer casamiento que se hizo en el departamento San Justo de esta índole. Me llamaron de todos los medios, y después también me hablaban desde Villa María para preguntarme cómo se hacía.

 -Fue una linda experiencia…

Tuve la posibilidad de casar a cientos de parejas. Para mí fue una experiencia hermosa, dentro del Registro pasás miles de cosas, desde lo más triste que es una defunción hasta lo más lindo que es el nacimiento y los casamientos. Es un trabajo que te implica continuamente perfeccionarte porque las leyes van cambiando y se va todo actualizando.

- ¿Cuál fue el caso más extraño?

- Tuve varios. El que tuvo mucha repercusión fue el de una pareja que quería anotar a su hijo con el nombre Lucifer en el año 2012. Le dije al señor ‘cómo le vas a poner ese nombre’ y me dijo que significaba “Ángel de Dios”, pero después no se lo permitieron poner.

Se jubiló Susana, la mujer que casó a cientos de parejas

- ¿Para casar tienen un reglamento?

- Hay un instructivo, pero después yo les decía algunas palabras a partir de la experiencia de vida de cada uno. Que se respeten, promover el diálogo, les hablaba como madre, mujer o parte de una familia. Me encantaba hacer los casamientos, cada uno le pone su impronta. Me gustaba porque yo los recibía desde el momento que venían a traer los documentos hasta cuando los casaba.

-¿Qué sensaciones te da tener la potestad de casar?

Nunca tomé el cargo como si tuviera un poder. Solo lo tomé como algo que me sucedió en la vida que era llegar a ese lugar ascendiendo despacito y responsabilidad. Pero eso no implica ser ni más ni menos que nadie. Poder decidir sobre las personas que sean marido y mujer es hermoso.

Registro de fallecidos y asistencia en la cárcel

Una las máximas responsabilidades que tuvo en los últimos años Susana fue encargarse de las defunciones y varios casos penosos. Esto significa que cada vez que fallecía una persona de la que no tenían identificación o no lograban identificarlo, debía acudir a la morgue para registrarlo tomándole las impresiones digitales.

También fue la encargada durante mucho tiempo de acudir a la cárcel de San Francisco para hacerle la documentación a los internos del establecimiento.

- ¿Cómo llega a la parte de defunciones?

- Al irse jubilando compañeras me tocó pasar también al área de defunciones donde se registran las personas fallecidas. Pero además en los últimos 15 años realicé la tarea penosa. Esto quiere decir que iba a la morgue de los sanatorios a tomarle las impresiones digitales a los muertos que no tenían documentos. También tenía que ir al domicilio de las personas que estaban muy enfermas y no podían ir al Registro Civil para hacer los trámites.

- ¿Le tocaron muchos casos de fallecidos indocumentados?

- Sí. Muchos, incluso algunos casos tristes. Recuerdo un accidente por avenida Maipú donde falleció una mamá con su hijo. Me tocó ir a tomarle las huellas digitales a la mamá y estaba la criatura al lado porque no le encontraban el DNI.

- Una experiencia fuerte.

- Al ser un oficial público tenemos que estar preparados para este tipo de actividades. Uno nunca se pensó que iba hacer esto, me tocó en una guardia donde me pidieron que lo haga y desde ahí quedé en hacer las tareas penosas. Alguien lo tiene que hacer, pero tengo muchos recuerdos y varios muy tristes. Incluso en los últimos años ya me estaba afectando por tanta cantidad de muertes, sobre todo en la época de pandemia.

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Más de 37 años en el municipio

La semana pasada, la trabajadora cerró una larga historia de su vida al jubilarse tras más de 37 años desempeñándose en la Municipalidad de San Francisco.

“Arranqué como maestra en los centros de apoyo en 1982. Soy profesora de enseñanza primaria, trabajaba en una escuela y fui la primera maestra de los centros de apoyo en el municipio. Con el gobierno de (Jorge Luis) Bucco me efectivizan, por lo que dejé de trabajar en la escuela primaria y me dediqué de lleno a la Municipalidad. Ahí inicié en el Cemiri. Estuve un tiempo desempeñándome como secretaria del director de Cultura, hasta que pasé al Registro Civil, donde estuve 26 años”, cerró.

Lucifer y el marroquí: dos de las historias con gran repercusión

Como lo contó en la entrevista, Susana fue la encargada de atender a la pareja de San Francisco que en 2012 pretendía inscribir a su hijo recién nacido con el nombre de Lucifer. El caso tomó notoriedad a nivel nacional, incluso tuvo algunos pasos en la Justicia, pero las autoridades finalmente rechazaron la petición argumentando que no se encontraban entre aquellos autorizados por el Registro Civil.

La pretensión de la pareja de anotar a su hijo con el nombre de Lucifer, que en términos bíblicos es asumido como símbolo del demonio o el diablo, generó la sorpresa de los responsables de la oficina de inscripción de recién nacidos.

Sin embargo, el padre argumentó que ese nombre deriva de los vocablos latinos "lux" (significa luz) y "fero" (llevar), por lo que su traducción sería "portador de luz", agregando además que -según la mitología romana- el nombre Lucifer es equivalente a "lucero del alba". Y que la elección se trató simplemente de un gusto personal.

El hombre dijo que desistió de acudir a la Justicia, por entender que "es una pérdida de tiempo". Y aseguró que todavía no pensó con qué nombre anotará al bebé en el Registro Civil. "En la familia lo vamos a llamar Lucifer", había dicho en los medios.

"No creo en el diablo, no creo en la religión y no me preocupan las asociaciones que puedan hacer con el nombre", agregó. "Así como a otros les gusta Juan o Pedro, a mí me gustó Lucifer", cerró.

Más aquí en el tiempo, en octubre pasado, Susana Decilli fue la encargada de llevar adelante un casamiento muy especial, mediante el cual Romina Acosta y Aboubakr Sahifa fueron los protagonistas del primer casamiento a distancia realizado en San Francisco. La pareja dio el sí y el marido presenció el momento a través de una pantalla de Marruecos.

El trámite en nuestra ciudad se hizo desde el Registro Civil y fue completamente legal, pese a que la pareja aún no pudo conocerse en persona ya que el hombre vive en Marruecos. No obstante, planean hacerlo en pocos meses.

La historia comenzó en octubre del año pasado cuando ella, interesada en la cultura árabe, comenzó a participar de grupos de Facebook y conoció a quien le presentó a su ahora marido.