Dicen que con la fe y la voluntad pueden moverse montañas. Esa sensación trasmiten los voluntarios que cada fin de semana participan en los controles de alcoholemia que se realizan en las calles de esta ciudad.

Cada sábado a la madrugada, un grupo de 30 sanfrancisqueños llegan con sus termos de café a contener a los conductores que no pasan el test y están alcoholizados. Pero su trabajo y compromiso no queda solamente en esa acción solidaria. Los martes vuelven a juntarse en la Casa del Niño y participan de un taller de prevención de adicciones.

Inseguridad

Ramón Paz, coordinador del Centro Municipal de Prevención y Asistencia a la Drogadependencia, es quien impulsó esta iniciativa motivada por hechos de inseguridad y un accidente de tránsito en el cual hubo víctimas adolescentes.

Según explicó el coordinador, el curso consiste en brindarles herramientas y conocimientos sobre la prevención de adicciones, para que ellos puedan trasmitir en los diferentes ámbitos donde se desarrollan. “Los estamos preparando para que ellos puedan llevar este mensaje en todos los espacios que participan. El programa es flexible y abordamos las problemáticas desde diferentes enfoques con distintos profesionales”, agregó Paz.

La mayoría de los integrantes del grupo lleva a cabo actividades solidarias en instituciones como iglesias, OMG, organismos públicos relacionados con estos temas y centros vecinales de la ciudad.

Según manifestaron al EL PERIÓDICO están preocupados por los riesgos que corren los jóvenes y quieren capacitarse para darles una respuesta ante estos problemas. “La única manera que las cosas cambien es que nos involucremos todos”, afirmó Héctor Zanardi, papá de tres pequeños hijos y empleado de la Sede de Gobierno de la Provincia. “Quiero aportar mi grano de arena. Fui dueño de un ciber y lamentablemente escuché como chicos de 10 y 12 años hablaban con naturaleza que habían consumido algunas sustancias. A pesar que mis hijos son pequeños y todavía no corren peligros, pienso que no debo esperar sentado que las cosas ocurran y debo comprometerme para su futuro”, afirmó.

En la misma postura se encuentra Oscar Pacheco, jubilado, quien durante 32 años formó parte del cuerpo activo de Bomberos Voluntarios de esta ciudad. “En la noche hay muchos peligros y no podemos hacer que no pasa nada. Muchos padres duermen sin saber lo que están haciendo sus hijos. Debemos capacitarnos para llegar a esa gente y lograr que ellos se involucren en esta cruzada como lo hicimos nosotros”, sostuvo el ex bombero.

Dar respuestas

A Marisa Ruiz, mamá de seis chicos y voluntaria de la iglesia evangelista Puente a la Vida, participar del taller les sirvió para dar respuesta y contener a los jóvenes con los cuales trabaja. Ella es coordinadora de un grupo que trabaja con chicos que van desde los 12 a los 25 años en barrio Parque. “A veces me venía un pibe que me decía que había consumido marihuana y no sabía qué decirle o cómo tratarlo porque no sabía nada de este tema”, contó la mujer. “Desde que vengo al taller puedo responder esas inquietudes. Eso me llena de  orgullo y me hace sentir que puedo ser útil para ellos y eso colma mi corazón”, afirmó Ruiz.

De la misma manera, a Wilda Acosta, ama de casa y mamá de dos adolescentes, el taller le permite comunicarse mejor con sus hijas. “Las cosas que aprendo las hablo con ellas y me sirve para poder entenderlas mejor. Las chicas están muy contentas que forme parte de esta iniciativa”, explicó la mujer.

Para José Hernández es fundamental tener herramientas para abordar estas problemáticas. Este carpintero de 44 años también tiene a su cargo un grupo de jóvenes de otra iglesia evangélica que trabaja en la zona de los barrios Sáenz Peña y las 400 viviendas.  “Yo me crié en las ‘800’ y conozco que muchos tienen problemas de adicciones. A pesar que nosotros abordamos el tema de los valores, indirectamente tratamos la problemática de la droga y me gusta tener conocimientos para poder orientarlos”, aseguró.

A Cristina Gudiño este curso le permite fortalecer los aprendizajes que fue adquiriendo en diferentes trabajos. Hoy, se desempeña como secretaria del Centro de Víctimas de Abuso Sexual, pero tuvo una vasta experiencia en la cárcel local y en el centro de educación física. “Cuando me llegaba un chico con problemas de adicciones o delincuencia siempre trataba de hablarle como una mamá. Ahora también necesito contener a personas que llegan desesperadas, llorando y con crisis de nervios. Poder ayudarlas y saber que puedo ser útil me llena de gran satisfacción”, precisó la voluntaria.