"Un día sin risas es un día perdido", dice Matías Kees parafraseando a Charles Chaplin. Y la risa, ese acto tan saludable es lo que constantemente busca generar con su personaje Mimo Chito.

En la famosa esquina céntrica del cañón, metido de lleno en su personaje, empieza a hacer de las suyas. Su andar lo expone ante todos, su mirada amplia y su rostro risueño combinan con sus espectaculares chalupas (zapatones) y quienes se frenan ante su figura son dos niños que no pasan los 5 años con quienes conecta enseguida: saludo a lo “choque los cinco” y puño.

La actuación siguió arriba del mismísimo cañón desde donde pretendía disparar bombas de alegría; sacó un globo, esos que usan los payasos, armó una flor que colocó en la punta del armamento como una muestra de paz en tiempos tan turbulentos.

Mimo Chito, arte en la calle y el desafío de hacer reír

Tras su pequeña actuación, Mimo Chito sacó una crema y se retiró el maquillaje para darle ingreso nuevamente a Matías, docente, padre de familia y creador del personaje que utiliza para hacer arte, algo que ama.

- ¿Qué cambia en vos cuando te convertís en este personaje?

- Mimo Chito hace que Matías Kees se vaya. Que aparezca algo que estaba guardado en la valija y se libere. El personaje nació como un juego luego de participar en un taller de clown y malabares con ‘Pampero’ (Luis Romero) que también es malabarista y mimo. Un día de 2013 tenía una fiesta de 15 y necesitaban que vaya otro personaje. Entonces me preguntó si me animaba, le dije que sí y me prestó el vestuario y buscamos unos tips para ir a la fiesta en Runa. Fui el encargado del estacionamiento, jugaba como mimo en una bici y acompañaba a los invitados hasta la entrada. Nos habían contratado por media hora pero nos divertimos tanto que nos quedamos como dos, nos metimos adentro de la fiesta y nos fue muy bien. Dejamos la gente re agitada y nos fuimos.

Mimo Chito, arte en la calle y el desafío de hacer reír

- Al personaje lo mantuviste en el tiempo.

- Sí, desde ahí me picó el bichito y empecé a trabajar al personaje. A veces lo hacía junto a Pampero, hasta que un día él se enfermó y me animé a hacerlo solo. Me encantó porque cuando me maquillo y veo lo que genera en el otro, te dispara a jugar y a improvisar creando un mundo imaginario.

- ¿Qué propósito tiene Mimo Chito?

- Volver a ser niño, a estar preparado para jugar con lo que sea, con la imaginación, con un objeto, con una cara, jugar constantemente. También lo que tiene el mimo es que al no hablar y tener que buscar otras formas de comunicar rompe los límites y se puede jugar mucho con el doble sentido, entre la inocencia y el que se sale de los límites. Invitar al otro a que salga de la estructura, se divierta con un simple gesto. Intentar que la gente se quede con algo, desde el simple hecho de regalarle el caramelo a un niño que tira el papel e ir y juntarlo.

Mimo Chito, arte en la calle y el desafío de hacer reír

- ¿Cómo te suele ir en la calle que no es un ámbito fácil para desenvolverse?

- La calle tiene eso que por ahí uno tiene demasiados estímulos y hay que ver de qué agarrarse y para muchos es más fuerte porque la gente no lo espera. Una vez me acuerdo que estaba en el centro y justo paró un móvil policial en un semáforo. Me apoyé y me subí como para que me lleven preso. Fue muy gracioso porque me llevaron media cuadra y después me tuvieron que abrir.

- ¿Existe eso de la doble personalidad?

- Creo que sí. Por ahí en el día a día esto de ser profesor. Los chicos me ven y soy más tranquilo, más tímido, pero después en el personaje soy totalmente otra cosa. Me aparece un fuego interno que me lleva hacer cosas que por ahí si no estuviese pintado no me animaría.

- ¿Tenés alguna meta que cumplir?

- Estoy muy conforme con lo que vengo haciendo por el hecho de haber tenido muy buena respuesta con la gente de acá. Incluso muchos que me conocen como Matías se sorprenden. Por ahí me gustaría saber si estoy a la altura de llevar el personaje a otros lugares como la calle de Buenos Aires, para ver si soy capaz.

El cuerpo que transporta al Mimo

Kees tiene 35 años. Es padre de Clara y profesor de Historia en dos colegios Cenma de San Francisco.

- ¿Qué clase de profesor sos?

- Soy un profe piola, o eso me dicen los estudiantes. Me interesa saber sobre qué les gusta y qué hacen en sus vidas para poder relacionarlo con los contenidos del colegio. También al trabajar con jóvenes y adultos me gusta generar espacios de debates y escuchar las opiniones de todos, que es lo que enriquece más la clase.

- ¿Cómo es un día en tu vida?

- Mis días son largos. Durante la semana nos levantamos temprano para que Clara, mi hija, vaya a la escuela. Luego cuando vuelvo a casa me preparo unos mates y tengo tiempo para preparar clases mientras escucho música, o salgo a hacer ejercicios con la bicicleta. También aprovecho para pasar tiempo entre las plantas del patio que me encanta. Y voy haciendo algunas tareas del hogar. Por la tarde llevo a Clara a sus terapias o salimos a caminar o dar vueltas en su bici cuando esta desocupada. Y a la noche voy a dar clases al colegio. Los fines de semana descansamos y paseamos cuando podemos. A veces sale algún evento para el mimo o vamos a disfrutar de algún evento cultural o musical en la ciudad.

Mimo Chito, arte en la calle y el desafío de hacer reír

- ¿Tenés algún referente en tu arte?

- Tengo referentes del cine mudo como Charles Chaplin o Buster Keaton, que tenían mucho de mimo y de comedia. También Marcel Marceau que le dio identidad y estructura al trabajo corporal del mimo. Y pensando en actuales, Chile tiene muy buena escuela y hay mimos callejeros reconocidos a nivel mundial como Tuga o Karcocha. Tuve la suerte de hacer hace unos años un taller con Mimo Chuma (chileno que vive en Bs. As.), que es muy bueno y me ayudó mucho en la construcción del personaje.

- ¿Te interesa que sea redituable tu laburo artístico?

- Si me dedicara ciento por ciento a esto podría ganar plata porque no hay tantos mimos en la región. Pero también es algo limitado y difícil de llevar adelante como un trabajo estable. Por suerte tengo contrataciones de fiestas, recepciones, cumpleaños que me ayudan a poder invertir en el personaje. Como poder hacerme un traje nuevo (me lo hizo una amiga y diseñadora local muy buena, Flor de Inbloom), las chalupas o el material que uso en las presentaciones. Igual no lo hago solo por dinero, muchas veces actúo en la calle o eventos que no me pagan, pero lo utilizo como espacio de aprendizaje y me alienta mucho a seguir practicando o buscando cosas del personaje.

Su hija, el motor de la familia

Matías y su esposa Ana Chiapero tienen como hija a Clara, una niña de 11 años con discapacidad.

“Clara nació de 6 meses y estuvo 3 en incubadora. Su diagnóstico es parálisis cerebral y tiene comprometida la parte motora de su cuerpo. Como padre y madre es un desafío diario y es necesario tanto que Ana como yo tengamos que poner mucho nuestro cuerpo y fortaleza mental para poder brindarle todo lo que quiera y pueda”, destacó Matías.

“Ella es nuestro motor y nos devuelve mucho aprendizaje y amor. Le pone toda la actitud a la vida. Hoy tiene 11 años, está terminando la primaria y creciendo a pleno”, comentó.

También se refirió a la relación de su hija con “Mimo Chito”: “Le encanta la relación de juego y complicidad que se da. Solo ella conoce realmente quién es el que está detrás y delante del maquillaje. Le gusta verme practicar y jugar con globos, burbujas y el cuerpo”.