Todos los días, Emanuel Villalba dedica parte de su rutina a estudiar violín. Así lo ha hecho desde los 4 años cuando empezó a estudiar música en el Conservatorio Superior de Música “Arturo Berutti”. Por eso no es capaz de imaginar una vida equilibrada sin tocar y sin sumergirse en las melodías que surgen de su instrumento predilecto.

La música está en el ADN familiar por su abuelo Ovidio, que fue acordeonista del Cuarteto Mayor e integró la Banda de Fabián y Javier. También el papá Diego se destaca en la guitarra, aunque para él es un hobby. No obstante, la mayor conexión de todas se da con Jazmín, la hermana de 11 años de Emanuel que también toca violín y en el aislamiento social por la pandemia de coronavirus fue él quien hizo las veces de maestro particular.

El joven músico contó así a El Periódico cómo fueron sus inicios en este mundo: “Arranqué en el Conservatorio Arturo Berruti a la edad de cuatro años. Me llevaron ahí mis padres con la idea de que yo aprenda teclado, pero en ese entonces para esa edad no había otro instrumento que no sea violín”.

Primeros pasos

Después de tomar contacto con ese instrumento conoció a su primera profesora, Ana Laura Ades, que es una violinista profesional y ya hace 7 años vive en Doha (Qatar).

El siguiente paso lo dio a los 10 años cuando su familia lo llevó a Villa María para que estudie con otro docente. “Me llevaron a perfeccionarme a Villa María con mi actual profesor Fabricio Valvasori. Fue con quien hice mi mayor progresión en el instrumento y sigo estudiando con él de forma particular”, agregó.

Valvasori tiene dos encuentros por mes con “Ema”, uno presencial y el otro a distancia donde el violinista, docente y compositor lo prepara para su etapa profesional. Esa cumbre es el objetivo del adolescente.

Apasionado

Emanuel se mimetiza con su instrumento. Transmite elegancia, delicadeza en su andar y oralidad. Justamente ahí están las cualidades que hacen que le guste el violín.

“Me gusta su elegancia, que es un instrumento muy lindo, que no tiene techo, por eso siempre hay que seguir estudiando y puedo seguir entusiasmándome para poder alcanzar otras metas”, añadió sonriendo.

En este aspecto expresó que admira que “el violín es el que siempre va al frente y el que saca adelante a la orquesta” y subrayó: “Como que le da vida porque si no están las cuerdas, por ejemplo, el violín, las violas, el violonchelo, los contrabajos, no sería una banda. Y entonces las cuerdas son las que le dan vida a la orquesta”.

Acompañamiento

Los padres de este estudiante que concurre a la Escuela Normal Nicolás Avellaneda se dieron cuenta desde que él era pequeño que la música era un don con el que nació. Muchas veces han adaptado sus actividades para acompañarlo en cada avance y presentación.

Si la vida es perseguir y concretar sueños, “Ema” sabe muy bien qué es lo que desea. “Mi idea sería tocar en una orquesta de música clásica o tango, que son mis géneros preferidos. Además de folclore también, que es un caso aparte, pero así sea orquesta o solista para tocar con orquesta también el violín va muy bien”, indicó.

Así al pasar surgió la pregunta de qué lugar ocupa el violín en su vida, qué importancia reviste y la frase con que coronó casi sin silencios de por medio lo describe perfecto: “La música es el mejor fundamento para mi vida”.

Gran futuro

Cuando era pequeño, Emanuel fue al Conservatorio porque sus padres pensaron que podría aprender a tocar el acordeón. Los profesores les indicaron que por naturaleza su vida ya le había elegido un instrumento y era el violín.

Con 13 años formó parte de la Orquesta Infanto-Juvenil cuando era su director Gustavo Juncos. En cada avance que hizo y desde que lo conocieron en el Conservatorio, los profesores afirmaron que su talento podría llevarlo a desarrollarse como músico profesional. Quién sabe, tal vez siga los mismos pasos que su primera profesora Ana Laura, que emigró a Qatar.