Cuando el trabajo arduo de todos empieza a dar resultados nada puede opacar la alegría, por eso la transpiración y el calor es lo de menos en la Cooperativa La Virgencita de barrio Parque. Es que días atrás celebraron que pudieron terminar su primer fardo de botellas plásticas, dando otro paso muy grande en este galpón donde solo hay lugar para el crecimiento personal de cada uno.  

Puede que para algún desprevenido signifique poco, pero en realidad es la consolidación del trabajo que hacen los recicladores que ahora no solo van por cartón, sino que también le hacen espacio a este material. 

Hace varios años que en la cooperativa se viene trabajando con papel y cartón, pero hace un año se pusieron como objetivo avanzar en incorporar los plásticos. Es un proceso más lento juntar lo suficiente para los fardos, pero es un buen complemento de los otros materiales y empuja en la economía de las personas que allí trabajan.  

“Empezamos de a poquito con los chicos a juntar y a trabajar la idea del plástico. Es distinto al cartón porque tiene mucho más volumen y lo que se paga no es tanto más como para que les rinda juntarlo”, contó Emilio Amé, el presidente de la cooperativa.  

Sobre esto ejemplificó que un kilo de cartón se paga 70 pesos y uno de plástico de botella cristal 100 pesos. Las preferencias hacia el primero de estos materiales se explican por el volumen que ocupa: “Es más del doble el del plástico que el del cartón, entonces para los chicos que van caminando con carros tirados a mano les cuesta mucho más juntarlo y no les rinde tanto como si llenan el carro con cartón”, precisó Amé. 

Por la crisis, hay menos cartón en las calles y eso reactiva el plástico.
Por la crisis, hay menos cartón en las calles y eso reactiva el plástico.

Lento pero seguro 

De a poco se fueron realizando acciones para cambiar dicha realidad y a casi un año de ello se logró hacer el primer gran fardo de botellas plásticas.  

“Para tener una idea, los fardos de cartón que nosotros sacamos hoy en la cooperativa tienen 480 kilos y el primer fardo de plástico tiene 200 kilos y es el mismo volumen. Ahí está la problemática, que hay que ir trabajando y viendo de qué manera se puede resolver”, indicó a El Periódico Amé. Ese equilibrio les permitirá a los recicladores juntar cartón y plástico, y ver que hay una cadena segura con fardos bien hechos para comercializarlos.  

Desde la cooperativa dijeron que “es un trabajo muy lento, un trabajito de hormiga”, pero que el logro se celebra y con mucha alegría porque alcanzar las metas propuestas no es poca cosa.  “Nosotros vamos siempre, nos ponemos el objetivo allá lejos y de a poquito vamos. En algún momento ese objetivo llega. Y hoy logramos sacar este primer fardo de plástico, que deja también muchos aprendizajes”, añadió.  

Con eso se refería a la experiencia adquirida de hacer el primer fardo, cómo cargar la máquina para procesarlos, entre otras cuestiones, además de sacarse muchas dudas y prejuicios.  

En este avance mucho tuvo que ver la prensa que se incorporó en 2022, una máquina que fue realizada en colaboración con la UTN San Francisco y una empresa del Parque Industrial. Con su diseño ya se había contemplado que se pudiera procesar plástico. 

El plástico se paga un poco más, pero ocupa más espacio a recolectores.
El plástico se paga un poco más, pero ocupa más espacio a recolectores.

Paradoja y caída 

Amé resaltó que hay menos cartón para buscar y eso es principalmente porque hay una drástica baja en la actividad económica. Este material también sirve como un termómetro de la realidad social.  

“La cantidad en la calle es menor a la que había en otras épocas por la baja actividad económica. Entonces, el plástico se vuelve otra salida para juntar unos mangos más. Plástico hay un montón, es mucho más simple de encontrar, pero es más difícil juntar el volumen que necesitás”, describió.  

Los carros que se llenaban más rápido hace un tiempo obligan a que ahora los recicladores deban caminar mucho más, a eso le suman hacerle lugar al plástico. Aun a pesar de esto sigue siendo motivo de alegría incorporar una vía más para subsistir entre 95 hombres y mujeres que trabajan en la cooperativa.