Mariano Lozano (36 años) es licenciado en Comunicación Social y realizó algunos posgrados en periodismo. Alejado de los medios, “prefiero los extremos de comunicación”, aclara y agrega: “Es un mensaje a los gerentes de programación de las radios de San Francisco: cómprenme, ¡no soy tan caro!”, sugiere entre risas. Prefiere el perfil bajo, pero su nombre ya es conocido por ser el responsable de que importantes bandas del rock nacional e internacional desembarquen en San Francisco.

Entre sus gestiones se cuentan las llegadas de Pier, Cielo Razzo, Estelares y No Te Va a Gustar, entre otras.

Su trabajo como gestor cultural lo llevó a entablar amistad con los hermanos Cerezo, del grupo Pier, al punto que bromea con ser el cuarto integrante. Se reconoce obsesivo de los detalles a la hora de organizar los espectáculos pero no lo toma como un trastorno, sino como una pasión. “Es para que los artistas puedan brindarse a la gente arriba del escenario”, asegura.

¿Cómo es que te volcás a la producción o gestión cultural?

Siempre estuve relacionado con la música, incluso dentro de mi familia hay músicos. Y después, a partir de una etapa de mi vida donde trabajé en una radio de rock, me empecé a relacionar con los propios músicos, comencé a conocer la cocina del rock y a partir de ahí forjé amistad con varias bandas. Eso me posibilitó poder ofrecer a San Francisco como una plaza para tocar y para que abran un camino en el interior del interior. Bandas que por ahí no tenían otras formas de llegar a la ciudad si no fuese por gestiones particulares.

Contame un poco de tu amistad con las bandas.

Soy muy amigo de los Pier, incluso he pensado varias veces en convertirme en el cuarto Pier (risa). Fue a partir de mi laburo en radio y se fue generando algo muy interesante. Hoy por hoy soy colaborador de la banda, trabajo con ellos desde el plano de la comunicación y en noviembre van a estar acá despidiendo el año, presentando su nuevo disco. Después con Los Estelares, banda de La Plata, con Manuel Moretti tenemos una relación fraternal, nos escribimos seguido. Con Carca de Babasónicos, también. Lo importante es que he descubierto en ellos personas comunes y de alguna forma tuve la suerte de conocer a quienes eran mis ídolos y ninguno de ellos me defraudó. Y tengo anécdotas imborrables con estos personajes.

¿Cuál fue la primera banda que trajiste?

Pier en octubre de 2004. Un año muy importante para el rock argentino, sobre todo porque meses después sucedía lo de República de Cromañón y ahí cambió todo. Fue un golpe durísimo para todas las bandas y para todos los que de alguna manera estaban relacionados con el mundo del espectáculo. Pero la primera vez de Pier en la ciudad fue uno de los mejores conciertos a los que alguna vez asistí. Más allá de que estuve a cargo de la producción y de la organización fue uno de los mejores shows que viví y de los que me tocó ser partícipe. Lo hicimos en el Pub. A partir de ahí Pier salta a Bomberos Voluntarios que es uno de los mejores salones de la provincia y del país, con todas las comodidades y con un ambiente preparado para disfrutar de un espectáculo.

¿Cómo fue esa charla en que les propusiste venir a la ciudad?

Fue algo muy loco por lo que se generaba con Pier en la ciudad. En ese entonces no se encontraba un disco original de la banda. Ibas a las disquerías y pedías Pier y no había. Entonces un CD de ellos era como un objeto de circulación clandestina. Había copias que pasaban de mano en mano, me encuentro con ellos y les cuento: “En San Francisco está pasando algo muy fuerte, muy raro, San Francisco es la tierra prometida”. Y no nos esperábamos lo que pasó esa noche, un público heterogéneo, de distintas edades, familias, gente disfrutando y pasándola bien. Fue una apuesta para todos esa primera vez. Lo que pasa con Pier, San Francisco y Sportivo es algo muy difícil de explicar, porque no pasa con ninguna otra banda que haya venido. Y eso explica que Pier pueda seguir viniendo periódicamente y que elija a San Francisco como una fecha muy importante dentro de su calendario.

¿Y cómo viviste cada experiencia con las otras bandas?

Esto es una combinación de buenas y malas, hay veces que te va bien, otras no tan bien. Pero lo importante es poder seguir haciendo cosas. Por eso celebro que en la ciudad se comience a generar una suerte de polo cultural. Celebro el ciclo del “Llenate el mate de rock”, que existan estos espacios de expresión para las bandas. Me parece bárbaro que Catupecu Machu pueda venir a tocar a la plaza y gratis.

¿Lo de No te va a gustar por qué se dio?

Da la casualidad que todas las producciones en las que me vi involucrado tenían que ver con bandas que me gustaban. Y No te va a gustar, independientemente del buen momento que están pasando, es una apuesta interesante. Es un show que muy difícilmente se repita. Esta es una oportunidad única para poder disfrutar de un espectáculo internacional, con una puesta en escena acorde a las expectativas de la gente.

¿En el momento en que llegan las bandas cuáles son tus actividades?

Hacerme cargo de que no falte nada, de que todo esté perfecto y más. No dejar ningún detalle librado al azar y por eso es muy raro que disfrute los shows, porque estoy pendiente de otras cosas. Para que ellos tengan todas las comodidades y puedan brindarse a la gente arriba del escenario. Para mí el show termina 48 horas después, cuando los músicos ya se fueron satisfechos. Pero para mí es un laburo apasionante y es una suerte poder ser partícipe de este tipo de cosas.

¿Entonces sos muy obsesivo con los detalles?

Es una obligación, para que salga todo bien. Pero no lo veo como un trastorno. Un detalle que se te pasó puede generar un mal momento gratuito.

Seguro que tenés muchas anécdotas con las bandas que trajiste, ¿cuál se puede contar?

Me acuerdo de la presentación de Jóvenes Pordioseros, en Unión Social, la fecha estaba pautada para un sábado, toda la publicidad, estaba todo armado, llegan los músicos. Los llevamos al hotel pero el baterista no llega nunca a la prueba de sonido. Qué pasó: peritonitis. Termina en el Hospital Iturraspe, el show se suspende. A todo esto la gente comienza a llegar al lugar y se le informa que pasó para el día siguiente. Tuvimos que mandar a buscar un “muleto”, es decir, un reemplazante para el domingo. Resulta que el “muleto” estaba en la fiesta de casamiento del cuñado, tuvimos que sacarlo del casamiento para que el domingo pudiera estar. Son cosas que te exceden, que no se pueden prever. El show se terminó haciendo el día después.

¿Qué otro artista te gustaría traer a la ciudad?

Andrés Calamaro sería uno. Es uno de mis artistas favoritos. Pero también me gustaría Babasónicos, Miranda, por ahí tiene que ver con gustos personales. Y por eso hay que ser muy cuidadoso, analizar bien la situación para ver qué es lo que la gente quiere consumir. No es tan fácil a la hora de traer artistas. De todas formas siempre apuesto a seguir haciendo cosas.