La última entrevista al “Poly” Panero
El emblemático músico sanfrancisqueño, que falleció este sábado a sus 52 años, había conformado un renovado grupo para este 2022 y lo había reflejado en una nota con El Periódico. El recuerdo del cantante.
Mario Héctor “Poly” Panero, uno de los exponentes más destacados de la cultura popular de San Francisco que falleció este sábado a sus 52 años, le había brindado en julio pasado una extensa entrevista a El Periódico.
El folclorista, pero también remisero de profesión, fue una modesta celebridad que dividía sus tiempos entre los escenarios y el auto en el que trabajaba transportando pasajeros.
La entrevista había tenido lugar, fiel a uno de sus trabajos, en la sede social del Club Antártida Argentina, al que él denominaba “su segunda casa”. Durante la misma, "Poly", como lo apodaban, había hablado de distintos temas: desde sus inicios en la música, hasta la familia, sus trabajos, la obesidad y sobre el entusiasmo que tenía por seguir haciendo música.
A continuación, la entrevista completa:
La familia, el barrio y su primera guitarra
Su hogar paterno, donde residió gran parte de su vida -y todavía lo hace- se encuentra a la vuelta del club, sobre Belisario Roldán -entre José Hernández y Lamadrid- en el gigantesco barrio Roca, y a escasos metros del patio de la escuela Primera Junta, donde realizó sus estudios primarios.
Mario es el menor de tres hermanos -Jorge, el mayor, y Marcelo-, todos hijos de Juan Bautista Panero, ex empleado de EPEC, y Alcira Anunciación, ama de casa, ambos ya fallecidos.
“Todos me preguntan si tengo alguien en mi familia que tocaba la guitarra o que cantara, pero no. Les gustaba la música, eso sí, pero ninguno tocaba un instrumento. Solo un primo que vive en Córdoba, Alfredo Panero, que sí toca la guitarra y canta hace mucho. Musicalmente a mi viejo siempre le gustó el folclore y el tango, a mi vieja y a mis hermanos también”, recuerda.
“A mí siempre me gustó la música, de chico. Siempre hubo algo que me llamaba, no sé, de cualquier género -rememora-. Cuando tenía unos 8 o 9 años, mientras jugaba con los chicos del barrio en el campito, lo vi venir a mi viejo en bicicleta con un paquetón de Burmeister Lamberghini y mi primera guitarra”. Luego con gracia, evoca el regaño de su madre hacia el padre por el enorme regalo, diciendo que probablemente su hijo ni siquiera la usaría, a lo que el padre había contestado: ‘Vas a ver que la va a tocar porque le gusta’. “Sin dudas fue el mejor regalo de mi vida”, confiesa Mario con una sonrisa.
“Poly” explica que un compañero de trabajo de su papá le enseñó lo poco que sabía del instrumento: “Siempre digo que lo que aprendí de guitarra fue como un embarazo, porque fueron solo 9 meses de clases y después fui aprendiendo solo, escuchando en el tocadiscos las canciones, viendo a los demás y andando, todo de oído”.
- ¿Cómo fue tu niñez?
- Mi niñez fue lo más espectacular que pudo haber sido al igual que mi adolescencia. Fueron muy lindos años, los disfruté porque no había internet, no había celulares y nos arreglábamos con cualquier cosita para divertirnos. En el colegio éramos todos muy unidos, no había esa maldad que por cualquier cosita te hacen bullying, eso me parece que no había. Recuerdo estar jugando en la calle hasta la noche y saber que tus viejos estaban adentro y cuando te pegaban un grito volvíamos.
La primaria la finalizó en la escuela Primera Junta, pero en la secundaria realizó un periplo por diferentes instituciones, hasta que finalmente se graduó de grande en la escuela para adultos de Frontera.
Antes que el artista folclórico aflorara, “el Poly” fue un multioficio, con los más variados trabajos a los que enumera y recuerda con gracia.
“Hice un poco de todo, nunca duré mucho en ningún lado, trabajé en un taller metalúrgico al lado de mi casa cuando tenía 16 o 17 años -en ese taller trabajaron todos los pibes del barrio-. Después fui carnicero, verdulero, vendedor ambulante de naranjas, limones, perchas, trapos de piso, trabajé en un taller de chapa y pintura y un par de trabajos más”, registra. Hasta que salió lo de remisero, función en la que ya lleva más de 20 años.
“Me duraban poco los laburos porque no me gustaba trabajar -dice entre risas-. No, era porque por ahí me salía otra cosa mejor, entonces prefería estar mejor pago que seguir haciendo otra cosa”.
Su primera vez en un escenario
Comenzó a demostrar sus virtudes artísticas tocando en el colegio, en reuniones de amigos, en fiestas familiares y según el propio “Poly”, miles de veces en el club. Pero su debut oficial fue cuando tenía sus 20 años.
“Se hacían las domas en -Agrupación- El Bagual en Luxardo, había jineteadas y siempre iba para colaborar por gente conocida. Ahí había un grupito de amigos de la misma agrupación que eran Maidana, el negro Moreno, ‘Pirulo’ Molinero y bueno ahí en una de las reuniones empezamos a cantar. Canté una, otra y a la gente le gustó, así que me invitaron a los ensayos y de ahí arrancamos con Los del Bagual, como se llamaba la agrupación”, explica.
El grupo empezó a circular por distintas peñas. Según Mario, le había “agarrado el gustito”, hasta que uno de sus integrantes no pudo seguir y de esa manera, impulsado por el resto de los músicos, se presentaron en un festival pero bajo el nombre de Poly Panero. “Así arranqué. Después, los primeros pasos los dimos en Macao, el boliche que tenía la familia Bertorello y que todos los miércoles hacían una peña hermosa, por la que pasaron todos los cantores. De ahí no paré más”, cuenta.
Consultado sobre su canto, el “Poly” no se pone colorado y asevera: “Cantaba a como saliera, me guiaba por la gente que le gustaba, de ahí que me sentía cómodo, cantaba con el corazón, lo que yo sabía. Con el tiempo fui yendo a lugares a aprender vocalización, ejercicios de respiración para tener más idea y trabajar la garganta que no saliera la voz tan cruda, eso fue con el tiempo, pero al principio era a cara de perro (risas)”.
- ¿Estás conforme con tu carrera, lo que lograste?
- Estoy conforme con lo recorrido pero me hubiese gustado poder avanzar un poco más. Tuve la suerte de haber ganado un Pre Cosquín con una canción inédita en la primera vez que me presentaba. En la definición para Cosquín, en aquel momento era por puntaje y el ganador me dejó afuera por unas milésimas. Nunca más me presenté, creo que para Cosquín ven otras cosas, no el tipo de folklore que hago yo. Sí he ido miles de veces a las peñas, tuve la suerte de estar varias veces en Jesús María, en festivales importantes, de haber recorrido muchos escenarios y encontrar gente en el camino que la venía remando como yo, eso es lo más lindo que me deja.
Mario no oculta que cuando comenzó su tarea artística tenía la idea y la fantasía de llegar a ser famoso y vivir de la música. “Pero me fallaron una vez, un tipo que me había prometido un montón de cosas y resultó que después terminó siendo todo mentira y eso me había bajoneado mucho. Pensé en dejar la música pero seguí y ahora con el tiempo me di cuenta de que me conformo con lo que soy, lo que tengo y hasta donde llegué”, remarca.
- ¿Nunca sufriste discriminación por tu obesidad?
- No, hoy existe el bullying a cualquier criatura por cualquier cosa, yo no lo sentí y para mí no existía en mi época. Yo siempre fui gordo pero como digo siempre: ‘si vos sos negro, te van a decir negro, si sos petiso, petiso; soy gordo, me van a decir gordo’. Pero yo no notaba que me discriminaran por ser gordo y nunca lo sentí como algo ofensivo porque tampoco nunca le di bola. Para mí, la discriminación está en los lugares donde uno va y no tenés una silla donde sentarte, un espacio para que te puedas mover bien. Por ejemplo, los cines, no hay butacas para gente grande porque está todo pensado para el flaco, para la gente que se dice normal, entonces ahí siento la discriminación, pero si no, otra cosa no.
Con respecto a la vestimenta, Mario responde que nunca fue exquisito en vestirse: “Tuve la suerte que mi cuñada es modista, entonces me hacía toda la ropa y por eso no tenía problema. Existen los lugares donde una persona gorda no encuentra ropa, por más que saquen las leyes de talles y que digan que hay igualdad, la persona gorda no va a encontrar una prenda de vestir que le guste porque no hay”, señala.
Una segunda oportunidad
A finales de 2019, Mario Panero sufrió una grave infección en una de sus piernas que puso en peligro su vida y que lo obligó a permanecer internado por casi dos meses. Tras esa dura experiencia se replanteó varias situaciones en cuanto a su salud, aunque luego la pandemia también tendría un impacto en su vida.
“Fue un momento feo que me tocó, tuve la suerte de que la pelota pegó en el palo y salió afuera pero estuve jodido. Ahí te das cuenta que sin salud no se puede. Por eso a esta segunda oportunidad que me dio Dios de seguir adelante tengo que aprovecharla”, admite. Y continúa: “Cuando salí de la internación tenía la posibilidad de hacerme un bypass gástrico pero todavía tenía una herida grande que debía cicatrizar para entrar a esa cirugía. Tenía un tiempo de espera pero se vino la pandemia”.
Para Mario pasar mucho tiempo encerrado y sin actividad le jugó en contra: “Todo lo que fue pasando y ese envión que tenía se frenó. No quiere decir que no lo vaya a hacer. Lo que no tendría que haber hecho es haber dejado la línea cuando salí de la internación, de seguir cuidándome, no le echo la culpa a la pandemia aunque parte tiene. Uno con la mentalidad de estar siempre pensando en comida, al estar encerrado he aumentado de peso, me descuidé un poquito. Pero tengo que volver a estar bien para hacer esa operación”, se esperanza.
- ¿Cómo ves el movimiento folclórico de la ciudad?
- En San Francisco siempre hubo buenos exponentes folclóricos. Después de la pandemia empezaron a salir chicos jóvenes que aparecen, arman su grupito para tocar pero después no duran. A mí me gustaría que perduren, porque eso es lo lindo de sentirse parte de un encuentro musical, de una peña y de la movida folclórica.
- Vos decís que sos un viejo dentro del folclore, sin embargo la gente te sigue respondiendo: ¿por qué creés que pasa?
- Sí, la gente siempre me respondió, estuvo ahí desde el principio. Sí tengo que decir algo del público es solamente agradecerle, porque siempre en cualquier evento donde voy a tocar me responde con un cariño y de una manera especial.
- ¿Te sentís un personaje querido?
- Mirá, eso no sabría decirte si es por mi forma de ser, por mi forma de cantar, si es la música en sí, lo que sí sé es que siempre fui así, porque así era mi viejo, conocido por todos. Después sí, con la música te conoce más gente obviamente, pero no sé por qué conmigo tienen un cariño especial. Ojalá que ese vínculo siga siempre.
- Y arriba del remis supongo que has tenido varias historias…
- Hay veces que lo cuento pero me da no sé qué… se sube gente que por ahí me escuchó en radio o en algún lugar cantando pero no me conoce personalmente, entonces cuando se dan cuenta me piden que les cante algo o le grabe algún videíto con un saludo y bueno eso a mí no sabés cómo me alegra, me reconforta el alma.
Energía nueva
Al referirse a sus proyectos para este 2022, a “Poly” se le ilumina el rostro: “Pretendo seguir así, con la música, estamos tocando todos los fines de semana acá y en la zona, siempre con proyectos de hacer peñas. No sé cuándo volveremos con alguna, los tiempos están difíciles y cada vez te exigen más cosas para armar una peña. Y también tengo un proyecto con los chicos nuevos que me acompañan de hacer un par de videos de canciones, vamos a ver si grabamos unos demos para promocionarnos en internet”, afirma.
Y es que en los últimos meses, acompañan al “Poly” los jóvenes músicos Emiliano Giusta, en guitarra; Ange Bruera, en bajo; Jorge Ludueña con bombo y también Enzo Eichenberger. “Son todos chicos jóvenes con mucha polenta, que les gusta el folclore, son profesores de música y encontré en ellos un conocimiento y a su vez me han dado una inyección de ganas, de optimismo que me faltaba como para seguir haciendo esto. Ellos me proponen cosas y vamos para adelante”, dice cómplice.
Nacimiento de “Poly”
Según rememora Mario su apodo fue autoimpuesto desde la adolescencia y se lo debe a un hincha famoso de San Lorenzo, club del que también es hincha fanático.
“Viajaba muchas veces a ver al Ciclón y uno de los miembros de la barra era el ‘Poly’, con el que me había hecho conocido y cuando nos juntábamos con los chicos del barrio siempre con esas historias futbolísticas que salían, entonces yo me hacía llamar el Poly, de ahí quedó”, relata entre carcajadas.