Bastante lejos de la espuma en dólares de los grandes combates internacionales, los boxeadores locales también entrenan, sueñan, sufren, se esfuerzan y ponen la cara por igual para ganarse la vida en este deporte tan exigente y duro. Y ese es el trabajo que día a día afronta José "Chinito" Acevedo, que tiene la ilusión y el desafío de lograr una pelea que vuelva a encaminar su carrera en un plazo cercano.  

Con 20 peleas como profesional (14 ganadas, cuatro perdidas y dos empates), el "Chinito" no esconde que tuvo algunos problemas de conducta que no encajan con la disciplina que se exige a un boxeador de alto nivel. Y si bien en su última pelea le tocó perder, asegura que se sintió ganador y que se encuentra en un buen momento, con ganas de seguir entrenando y boxeando. 

Distanciado de la religión que abrazó en su momento y tras cambiar de entrenador, admite que en alguna derrota pensó que quizás tenía que dedicarse a otra cosa y que tuvo malos momentos, especialmente durante la etapa más dura dela pandemia, pero que hoy se siente recuperado y con confianza para encarar el 2023. 

En una entrevista con Yo Digo, el programa de El Periódico TV que también se emite por El Periódico Radio FM 97.1, explicó que más que vivir, con el boxeo económicamente sobrevive. Y si bien no sabe qué batallas le tocarán en el futuro, confiesa que no quisiera seguir peleando después de los 30 años.

José “Chinito” Acevedo: “Crecí como persona, me siento fuerte y con ganas de seguir”

- ¿Cuándo te empezó a picar lo del boxeo?
- Soy de Santiago del Estero, me vine a para San Francisco a los seis años y empezamos de cero con mi familia. Acá me habré mudado 20 veces, la mayoría me conoce del barrio. Empezó a loas 13 o 14 años en Setil. A mí no me llamaba la atención, quería ser el mejor jugando al fútbol. Después me di cuenta que para el fútbol no servía, pero me gusta el deporte. Soy de andar en bici, corro, natación. Iba a jugar a la pelota a Setil y estaba el gimnasio de boxeo, empecé ahí. Me decían que iba bien por ser nuevo, que tenía condiciones. Me gustaba entrenar y hacía un poquito más de lo que me pedían. Me iba a mi casa y seguía practicando, después llegaron los guanteos. 

- ¿Y después de esos guanteos cómo decidiste que ibas a seguir con el boxeo?
- Me empezó a gustar, se me hacía fácil. Después el tema era bajar de peso, me estudiaron y me dijeron que tenía que bajar de peso y empecé en una categoría de 60 kilos, en ese tiempo era flaquito. Hicieron un festival acá, en el 2011 creo que fue, y fue la primera pelea. Después esos nervios y ansiedad para prepararte, es el momento, después te ponés a pensar y sabés que vas a estar tranquilo en casa. Pero tenés que pasar por eso. Hay que estar loco para entrenar y que te caguen a piñas. 

- Hay que tener mucha valentía para subirse al ring y cobrar. Vos podés tener confianza en vos mismo pero el otro también pelea…
- Es un deporte de contacto, vos vas a recibir golpes quieras o no.

- De entrada tuviste una racha muy buena como profesional como invicto y después te tocaron tres peleas seguidas que perdiste. ¿pensaste en dejar?
- Es todo un proceso, cuando perdí tuve un motivo. Después fue una mala racha. En pandemia la pasé mal, en el sentido de que no teníamos ni para comer, teníamos que estar buscando bolsones para sobrevivir. El promotor me estuvo pasando un dinerito, pero después olvidate. Fueron ocho o nueve meses de pandemia muy feos. Y el tema de la conducta. La mayoría en San Francisco me conoce y me habrán visto en los boliches tomando. Soy una persona, tengo errores, cuando tuve que hacer conducta a veces no la hice. Me escapaba y salíamos de joda. Soy una persona sana, no me drogo, pero por ahí el alcohol un poquito. Después me agarró covid, yo tenía una pelea en octubre y no la pude hacer. Me agarró feo. Tenía que bajar unos 12 kilos en 15 días. Agarré la pelea y no estaba en condiciones. Cuando me estaban contando, miré a mi rincón y ya me había abandonado, en el proceso tuve un problema con mi técnico, y no quise seguir. 

- Está claro que tenés una carrera mayormente de victorias. Pero, ¿qué te pasa por la cabeza cuando te toca caer?
- Mirá, conocí la caída en esa primera pelea que perdí. Pero lo que me destrozó fue la segunda pelea que pierdo por nocaut. Yo me había ido de San Francisco y me fui a entrenar a las Varillas, creo que tenía que haber tomado otra decisión. Quise estar cerca pero tenía que haberme ido a otra ciudad más grande, a otro nivel. No estaba entrenando mal, pero tenía un techo. En la segunda pelea me sentí bien, estaba fuerte. Ahí se me vino el mundo abajo. En el primer round no sé cómo sobrevivió el tipo, en el segundo round lo llevé contra las cuerdas y pensé “acá lo mato”. Fui a descargar todo y no sé de dónde saca una mano que me agarra mal parado y me caigo. Dije ¿qué pasó, de dónde salió esa mano? Son segundos y tenés que recuperarte, pero me quedé pensando en eso en vez de olvidarme y ahí ya perdí. Vuelvo a caer, yo estaba bien pero el árbitro la cortó. Eso me destrozó.

- ¿Ahí te planteaste qué ibas a hacer?
- Después de eso me viene muy a pique y ahí tuve que tomar otra decisión. Esa vuelta me había corrido como 18 o 20 kilómetros y pensaba qué hago. Quería seguir peleando y era el momento de irme, siempre tuve la intención de irme a Buenos Aires porque ahí tenés todo. Yo tenía un contacto que se me supo hablar antes de esa pelea, pero estaba la separación de mi técnico donde yo estuve 12 años junto a él, lo tenía como mi viejo. Y al haberme separado es como que destruyó mi psiquis. Tuve que tomar esa decisión, le hablé a esta persona y me dijo venite a mi club. Era una pieza chica y dormía en el piso, es donde estoy ahora, más cómodo.

- ¿Y en qué momento te encontrás ahora?
- Después que me fui a Buenos Aires, hice otra pelea más pero ahí ya fui acabado. En la segunda pelea fui confiado y me salió todo mal, en el boxeo no te tenés que confiar. La tercera derrota ya me encontraba en Buenos Aires, pero tenía dolor de cintura, de ciático, tenía la pierna acalambrada pero seguía entrenando, quería volver. Y pensaba si pierdo me dedico a trabajar. Y como que iba a perder, lo creía así. Caigo en el primer round y en el segundo me anulé. Después de ahí, vine e hice desastres. Tomaba, salía. Estaba mal hasta con mi familia. Y el profesor que tenía allá me dijo venite y vamos a seguir trabajando. En los guanteos estaba bien, pero la pelea es otra cosa. Aumentamos de categoría y llegué fuerte. Me hice tratar con un psicólogo deportivo.

- ¿Te encontrás distinto hoy?
- Creo que me encuentro con una persona madura en el deporte, he crecido. Estoy bien, me siento fuerte y con ganas de seguir. Creo que tuvo que pasar eso para crecer boxísticamente y como persona. Me encuentro diferente en todo sentido. 

- ¿Cómo hacés hoy para vivir del boxeo?
- Le doy un consejo a alguien que está arrancando, si quiere vivir del boxeo lamentablemente va para atrás. En tiempos de Martillo Roldán el peso y el dólar iban de la mano, hoy tenemos mucha diferencia. Hoy pagan bien, pero no sirve para nada la plata. Hoy quieren salir a pelear afuera para buscar una moneda más. Con una peleíta en Argentina sobrevivís un mes si lo estirás y ¿después qué? Tenés que seguir entrenando, tenemos gastos diarios, las proteínas, una dieta, el gimnasio pago, los guantes, las botitas… Hoy sobrevivo de las publicidades y las peleas. Por ahí hago changuitas o doy clases. Pero no puedo meterme en un laburo fijo de ocho horas.  

- O sea en Córdoba y Argentina estamos muy lejos de esas bolsas de dinero y el mundo que vemos en las peleas internacionales en grandes hoteles. 
- Yo también decía no veo las horas de ser profesional, tener mi auto… Sigo con la moto de chico y todavía no la puedo cambiar. 

- ¿Y tomás al boxeo como tu trabajo o como un deporte que hacés?
- Lo tengo como un trabajo, ir a entrenar es mi deber. Tengo que presentar horas entrenando, es la base de todo. Vos le dedicás horas al gimnasio y te va a responder ahí arriba. Uno sabe cuando está entrenado, la confianza se gana en el gimnasio. Lo tomo como algo serio, hasta dando clases. Con esto le doy de comer a mi hijo y como yo. 

- Hay una cuestión en el boxeo y muchos deportes con el tema de las localías, que cuando vas de visitante sabés que podés tener desventaja en las tarjetas. Más complicado en el boxeo porque recibís golpes, a veces podés ganar una pelea y te dan perdedor. A vos te ha tocado vivir eso, ¿cómo lo sentiste?
- En la última pelea fue un fallo injusto, pero sabía que si no ganaba por nocaut no iba a ganar. Como sea tenía que ganar ese chico, a veces te llaman para que vos pierdas. La jueza es la madre, los que están viendo las tarjetas son todos primos y amigos. Estaba todo arreglado. Yo sabía que si no lo mataba no iba a ganar. En otros lugares, si sos visitante olvidate que te van a dar la pelea, no te la dan ni muerto. 

- Si vos ya sabés de antemano que te están llamando para que pierdas, ¿cómo evaluás si vas o no?
- Te llaman a perder, pero depende de vos. Si querés ir a perder, vas y perdés. Pero si querés ir a ganar, no te importa. Varias veces me pasó que el nocaut no se busca, se da. Lo tenés que estudiar. Era mi cuarta pelea y me tocó con un chico que tenía 30 peleas profesionales, fue en Villa Nueva, gané por puntos y me dieron empate. Me decían menos mal porque si ganas acá te linchaban. 

- Más allá de estas derrotas que comentamos, tenés una carrea con enorme mayoría de victorias. ¿Cuáles son las alegrías que te dio el boxeo?
- Las victorias. Yo ahora estoy viviendo otra vida, lo veo desde otra perspectiva. Es el momento de disfrutar, estuve apagado y estuve bien también. Cuando fui campeón argentino nunca me la creí. Este título lo tuvo Nicolino Locche, pero nunca me la creí. Hacían eventos y me decían “loco, levantá el título, sos el campeón”, y yo soy de perfil bajo. Hoy si tengo que exhibirme lo hago, yo vivo de esto. Estoy disfrutando ahora. Sí, me la dieron perdida, pero yo me sentí ganador y todos lo vieron. Me sentí feliz, porque haber pasado lo que pase y estar acá, el día de mañana puedo escribir un libro. Si hubiera ganado sería un renacer, pero bueno, el fallo fue injusto. Tuve glorias y derrotas, estuve arriba como abajo. Voy a entrenar, pongo música y sigo.

- ¿Pensaste hasta cuándo querés seguir peleando?
- Tengo 27 años. Siempre tiro una fecha y digo que no quiero pasar de los 35 boxeando. Lo digo acá, pero no sé qué va a pasar. No quiero porque los golpes que recibís no son vitaminas y después de una cierta edad ya se notan, se nota cuando hablás, que se te traba la boca. En la última pelea me exigí mucho, tengo tendinitis en el codo y me infiltraron tres veces. Después eso pasa factura y algún día va a doler.

- ¿Se hablan estos temas con los entrenadores, de las secuelas, que no es lo mismo recibir golpes a los 30 que a los 21?
- Hoy tengo 27, cuando vea que siento los golpes le digo a mi profe que ya está, que no quiero seguir boxeando más. Prefiero ganarme el pan haciendo otra cosa, quiero llegar bien, pasar los 50 años fuerte. Siempre dije que quiero llegar a una edad y ya está, retirarme, que siempre fueron los 33 años. Hoy digo que no quiero pasar de los 30. Pero no sé, a lo mejor después de los 30 tengo las mejores peleas y tengo que aprovecharlas. Sería pelear afuera por un título mundial, gane o pierda me va a servir para seguir viviendo. Creo que con una pelea por el título mundial ya me paro hasta que me muera, esa es la idea.