Enrique Páez (77) y Alfredo Carle (79) son dos amigos unidos por la pasión de las bicicletas que hace más de 15 años celebran una tradición: junto a otros ciclistas recorren más de 350 kilómetros desde San Francisco hasta el Cerro Colorado en una travesía que combina hobby, amistad y un profundo espíritu solidario.

Enrique, dueño de una panadería, y Alfredo, jubilado metalúrgico, ya se conocían de la comunidad ciclística local, pero cuando este último se enteró que el primero realizaba un viaje en bicicleta al Cerro Colorado, se unió y en 2007, iniciaron la tradición. Fueron cuatro ciclistas los que hicieron aquel recorrido. En este año, al trayecto lo realizaron más de 20 personas de diferentes edades.

“Esto nace porque nosotros pedaleamos desde siempre -cuenta Enrique-, hacemos lo que nos gusta, pero dijimos de hacer algo para el prójimo y ahí fue que dijimos de llevar donaciones. Conocíamos gente de la Agrupación el Matrero que viajaban a esa zona y a un amigo en común le pedimos que pregunte en la escuela del Cerro qué les hacía falta. Entonces nos mandaron una carta con un montón de cosas. Ahí fijamos un propósito, no era solamente hacer una travesía por gusto nomás, fue hacer algo por el otro, un servicio”.

Al respecto, Alfredo comenta: “Ese viaje llevamos 36 pares de zapatillas, incluso al portero de la escuela. También entregamos dos banderas, una gran cantidad de libros y hasta dos computadoras”.

En aquel entonces, los ciclistas llenaron dos camionetas -que obraron de soporte- llenas de ropa, útiles, libros y alimentos. Los hombres todavía recuerdan con emoción, la felicidad y las muestras de cariño con que fueron recibidos por la comunidad.

Enrique y Alfredo en uno de sus tantos viajes.
Enrique y Alfredo en uno de sus tantos viajes.

El nombre del grupo

"Ciclistas Virgen de Fátima" nació en el cuarto viaje del grupo que cada año iba aumentado en cantidad de participantes y que hasta ese momento no había sido bautizado. “Antes de llegar a San José de la Dormida hay una gruta de la Virgen de Fátima y en ese lugar ya teníamos una de nuestras paradas. Frenábamos y nos preparábamos el almuerzo, nos resguardábamos un poquito. El grupo no tenía nombre y pensando entre todos, una voz dijo ‘Virgen de Fátima’ y quedó como nuestra protectora”, recuerda Alfredo.

En relación a esa identidad, Enrique añade: “Desde que comenzamos estos viajes nunca nos pasó nada malo, al contrario, hemos tenido lindas vivencias, conocimos mucha gente y hemos cosechado muchas amistades y compañeros. Con Alfredo decimos que esas cosas son todas bendiciones y regalos de la Virgen, de nuestra protectora”.

En ese lugar, además de la gruta existe un salón. Cuando la gente del lugar se enteró de la travesía de los ciclistas solidarios comenzaron a recibirlos para el almuerzo. “Todos los años nos reciben con una tallarineada. Nos abren la iglesia para agradecer, es todo muy lindo lo que se vive”, cuenta Alfredo.

En otro paraje, una familia de apellido Bravo espera los esperan para el desayuno: “Eso fue fruto de haber conocido a doña Inés, que un año nos vio parados en la ruta, cerca de Villa del Totoral y nos dijo: ‘paren en mi casa, nosotros les vamos a dar desayuno. Ella y su marido ya fallecieron, pero sus hijos nos siguen esperando y nos reciben con los brazos abiertos”, añaden.

Hobby, amistad y solidaridad: más de 15 años viajando al Cerro Colorado en bicicleta

Preparación

La preparación para el viaje, que se realiza el jueves de la tercera semana de septiembre, comienza varios meses antes. Los ciclistas se reúnen los sábados o domingos para entrenar y, durante la semana, salen a pedalear de forma individual.

"En la previa al viaje tratamos de hacer muchos kilómetros, de ir preparando la cola, como dicen los ciclistas -admite Enrique sonriendo-. Después, en el viaje el grupo va junto, nadie sobrepasa al auto que va de adelante".

Según calcularon los ciclistas son 355 kilómetros que realizan en tres días de travesía, transitando por las rutas 19, 10, 17 y 9, más el trayecto de Santa Elena al Cerro Colorado. “Sacando números, pedaleando arriba de la bici son más de 9 horas por día. Y eso es lo que nosotros preparamos, el asiento. Es la cola que tiene que aguantar, las piernas, mal que mal, aguantan”, destacan.

Luego, los hombres coincidieron en que los primeros años de la travesía “fueron difíciles”, sin embargo, con la experiencia cada viaje “se fue haciendo más práctico” e incluso, en los últimos tiempos, ya delegan cuestiones organizativas a personas que se volvieron amigos y asiduos colaboradores como Juan Busso y Nancy Visconti, entre tantos otros.

En este sentido, los ciclistas también agradecieron “el aguante” de cada una de sus familias, esposas e hijos que también han colaborado en múltiples ocasiones con la organización.

El primer viaje al Cerro Colorado.
El primer viaje al Cerro Colorado.

- ¿Cuánto tiempo se imaginan haciendo esto?

- Enrique: Mientras que podamos vamos a ir y cuando nosotros digamos basta, estoy seguro alguno tomará la posta. El cuerpo ya está un poco más cansado, por ahí a lo mejor hacemos alguna paradita extra pero vamos viviendo sobre el camino.

- Alfredo: Si el cuerpo aguanta, lo seguiremos. Aunque sea por tramos o arriba de la camioneta, pero pienso seguir.

Si bien hace un tiempo que el grupo ya no lleva donaciones al lugar, el viaje continúa: “Por un lado ya no tenemos lugar y eran muchísimas las donaciones, y nuestras fuerzas no son las de antes. Volvemos todos los años como una tradición, para reencontrarnos con amigos de los distintos lugares. Mientras que Dios y la Virgen nos den fuerzas, seguiremos, voluntad no falta”, coincidieron los ciclistas

Hobby, amistad y solidaridad: más de 15 años viajando al Cerro Colorado en bicicleta

Reconocimiento

Días atrás, Enrique Páez y Alfredo Carle estuvieron nominados por el proyecto Arquitectos Sociales, en la gala anual que organiza la familia Muratore. Fueron distinguidos en la terna por su “vocación al servicio”.

Si bien no ganaron, ambos los tomaron como un “mimo al alma”. “Fue como ir a los Martín Fierro, no sabíamos cómo ir vestidos, pero fue todo muy hermoso”, coincidieron.