Félix Walter Pérez (49) se acuesta temprano cada noche porque se levanta a la una de la mañana para ir a trabajar. Prepara varios termos con café, chocolate, capuchino, cortado, té y mate cocido, los carga en su utilitario y va camino hacia algunas panaderías de la ciudad que le proveen productos de panificación. 

Una vez listas las facturitas y los bizcochos, Félix sale a la calle a ofrecerlos. Desde hace 30 años realiza la venta ambulante de productos de panadería y repostería, más la bebida para el desayuno. Los primeros clientes –recalca- son los playeros de las estaciones de servicio, a quienes visita desde las 3 de la mañana.

Toda una vida

El pasado 28 de octubre Félix cumplió las tres décadas con este oficio, no el único en su vida aunque sí el que más tiempo le dedicó. En ese entonces trabajaba en la firma Godeco por la mañana: “Empecé entrando a los negocios, pidiendo permiso. Primero lo hice a la tarde llevando algo para la merienda y así me ganaba unos pesos”, cuenta el cafetero, quien recuerda los negocios donde hizo los primeros clientes: Heredia, Casa Rosetti, Le Premier, Rigars, y otros más. “Apunté al centro porque era donde mayor movimiento había y me abrieron las puertas, fui ganando el cariño y la confianza de la gente”, reconoce.

A principios de la década del noventa, Pérez se quedó sin trabajo como muchos otros compañeros y la venta ambulante se convirtió en su sustento: “Había nacido Mauro, uno de mis hijos, hoy contador, y había que llevar la comida a casa. Empecé de madrugada a trabajar, con muchos panaderos, entonces compraba y revendía. En aquellos años estuve con Camusso de Bakery, también con Raúl Lemos, un gran amigo, el Piqui Amaya”, narra mientras trata de no olvidarse de nadie.

El recorrido por ese entonces era en bicicleta, luego Félix se movió en un Citroën, pasó por un Gordini, entre otros autos, hasta tener hoy su utilitario.

Félix Pérez: 30 años con el café al paso

Corazón contento

Pérez asegura que nunca pensó en dedicarse tantos años a la venta ambulante: “Nunca me había hecho la idea de durar tanto; tuve algunos paréntesis en el medio buscando otros horizontes pero no resultó. Fui viajante de Bagley hasta que se fusionó con Arcor y volví a quedar sin trabajo. Al tiempo, por intermedio de un viajante amigo me llamó Pagani de Arcor y termine yéndome a vender sus marcas a una zona virgen para ellos como eran las sierras de Córdoba”.

Félix estuvo en las sierras entre el 2003 y el 2008. Algunos robos en su propiedad, sumado a la caída de las ventas, le generaron problemas de salud: “Tuve un preinfarto por las angustias; un cardiólogo en una clínica de La Falda cuando me repuse me pregunta qué hacía en San Francisco. Le dije que vendía bizcochos y facturas. Me pregunta luego por qué se me habían llenado los ojos de lágrimas y le respondí porque así era feliz. Entonces me dijo ´volvete que vas a ganar menos plata pero tu corazón va a estar feliz´. Eso hice y retomé con todo esto”, afirma.

¿Cómo fue esa vuelta?, le pregunta El Periódico a Félix. “Me volvieron a aceptar los viejos comerciantes y los nuevos me conocieron. Gracias a Dios sigo teniendo las puertas abiertas y la confianza de la gente. No tuve más problemas de corazón y nada de angustias. Soy feliz haciendo esto”, responde.

El recorrido finaliza a las 10 de la mañana. Ya no queda ni una gota en ninguno de los termos de Félix. Solo algunas migas como resabio de una jornada que para muchos empezó hace un par de horas.