Esteban Guisiano (21) ingresó a Bomberos Voluntarios a finales de 2014 y juró como tal en 2016.

Se acercó a la institución porque sus dos primos formaban parte de ella: el más chico, Guillermo Maggi, era aspirante mayor; el más grande, Manuel Truco, bombero voluntario. Ahora los tres forman parte de la entidad. Para el joven es una gran satisfacción poder acudir a los siniestros junto a sus familiares.

Guisiano llegó más por curiosidad que por vocación. Recuerda que cuando ingresó quería saber qué se sentía subirse a un camión y llegar a un siniestro para ayudar al prójimo. Hoy, luego de cuatro años, afirma: “Esto es parte de mi vida, es una rutina de cada día, lo cual no quiere decir que nos dejemos de capacitar, seguimos yendo a cursos y viajes para mejorar día a día. Hoy no me imagino mi vida fuera de la institución”.

El voluntario comenzó sus actividades en el área de Automotor. Después pasó a Mantenimiento Edilicio. Y hoy forma parte del Grupo Especial de Rescate con Cuerdas (GERC).

Capacitaciones

El voluntario explica que todos los viernes se reúnen con el equipo de rescate para entrenar y formarse en su especialidad, mientras que los sábados realizan capacitaciones todas las áreas. “Tuve la posibilidad de estar donde quería, que es el GERC. Es una meta que tenía dentro de la institución y la pude cumplir”, expresa Guisiano.

El joven agrega: “Mi prioridad está en el grupo GERC, aunque sigo haciendo tareas de mantenimiento edilicio y yendo a los siniestros que se presenten. Si bien hay pocos casos de nuestra área, siempre tenemos que estar preparados, por eso se hacen las capacitaciones todas las semanas”.

También cuenta que en el cuartel se abrió un área de Salud, que propone además de comer sano hacer actividad física. Por lo que los lunes, miércoles y viernes, realizan un entrenamiento funcional basado en la actividad del bombero.

Su vida fuera de la institución

Guisiano tiene 21 años y se recibió de Técnico Electromecánico en el IPET Nº 50. Trabaja en la fábrica MACOSER, donde realiza labores de programación y manejo del centro mecanizado.

El voluntario cuenta que vive de actividad en actividad: “Prácticamente no estoy nunca en mi casa, antes también hacía ritmos latinos pero tuve que dejar por falta de tiempo. Además paso mucho tiempo en el destacamento y acá en el cuartel”, narra el joven.

Recuerda que en su niñez fue miembro de los Scouts. Allí colaboraban con comedores y organizaciones sociales. Por ello, desde chico aprendió que lo primero es ayudar al prójimo. Desde entonces, su mayor recompensa es el agradecimiento de las personas cuando acude a un siniestro y puede brindar lo mejor de sí mismo.