Es de San Francisco y en un viaje al sur del país descubrió que su vocación estaba en la montaña
Alejandro Jobet vivía en barrio Jardín y el trabajo lo llevó a Buenos Aires, pero tuvo que ir hasta el sur de Argentina para redescubrirse como futuro guía y socorrista de montaña.
La vida tiene muchas vueltas y a veces hay que irse bastante lejos para encontrar la verdadera motivación espiritual o laboral. Alejandro Jobet sabe de eso porque si bien se crió en San Francisco hace un tiempo se mudó por trabajo a Buenos Aires, no sabía que su travesía recién empezaba ahí y que todo iba a cambiar en un viaje al sur.
Con 33 años se forma actualmente como guía y socorrista de montaña en zonas agrestes. Días atrás concretó con éxito dos ascensos de más de 4.000 metros en 48 horas. Sucede que la profesión para la que se prepara radica en el mejor entrenamiento que se pueda tener y no solo por bienestar personal sino porque de él van a depender otras personas el día de mañana.
Por como relata los hechos hay dos Alejandro cuyo hilo conductor es el entrenamiento y una pregunta de por medio ¿para qué? Durante mucho tiempo se ejercitaba porque era futbolista, luego siguió haciéndolo por satisfacción y ahora para lograr ser guía de montaña y socorrista.
“Me mudé hace 8 años a Buenos Aires por cuestiones laborales y la verdad es que conocí la actividad a los 30 años y lo hice como toda persona que va a conocer el sur y en un viaje en el Chaltén me crucé con un guía de montaña y ahí empecé a investigar cuál era la labor que realizaban”, contó a El Periódico.
Cuando entró en contacto con la actividad se dio cuenta que quizás haber seguido entrenando después de dejar el fútbol tenía que ver con esta vocación que se despertó en su interior. En este sentido, él mismo dijo que “en ese momento necesitaba saber para qué entrenaba tanto, un motivo”.
Su propia cumbre
Después de algunas averiguaciones dio con el Instituto de Centro Andino de Buenos Aires (Icaba). Actualmente trabaja en las áreas de Montañismo, Escalada, Boulder, Anatomía y Orientación y cartografía.
“Para ingresar hay ciertos requisitos que cumplir, es una actividad que tenés que estar al 120% físicamente y necesitás cuidarte mucho. Es una formación técnica para trabajar en la montaña y hay varios perfiles como por ejemplo otros se orientan en la escalada, yo voy por el socorrismo y el abanico en sí es bastante grande”, puntualizó.
Las clases están compuestas por personas de diferentes rubros y con distintas trayectorias como bomberos, policías, militares, médicos, deportistas, además de él que sueña con trabajar de esto. Por eso hace un tiempo se dedica 100% al entrenamiento y estudio, pero sí dejó en claro algo: “Esto principalmente lo hago no por deporte sino porque quiero formarme”.
Búsqueda
La personalidad de Alejandro lo ha llevado a buscar o entrenarse en zonas menos conocidas, aquí es fundamental su impulso de dar a conocer qué más hay detrás de lugares con menos turistas o publicitados.
Uno de esos ejemplos es el Campo de hielo Patagónico Sur, es la tercera más grande después de la Antártida y Groenlandia, son 380 kilómetros de hielo. “En ese viaje entendí que tenía que dedicarme a esto, por eso hace muchos años ya entreno doble turno todos los días. Lo hacía sin saber para qué y ahora todo tiene sentido”.
Además, comentó que la formación es acelerada, son dos años y medio de aspectos teóricos y ahora, a diferencia de otras carreras nadie se recibe, sino que se presenta un curriculum deportivo personal donde se demuestra que se cumplió con determinadas metas. Tal es el caso de realizar más de 20 cumbres de diferentes alturas, travesías de altura, escalada.
“Es una actividad que está creciendo mucho, sirve para conocer y puede ir, pero debe entrenar y prepararse a conciencia y con alguien que conozca el terreno y esté capacitado para hacerlo. Eso es a lo que aspiro ofrecer yo. Quiero dar a conocer que hay una buena salida laboral y pueden existir otras salidas más allá del deporte”, indicó.