“La cuarentena nos tiene mal a todos, creo que la estamos empezando a odiar. Acá somos muchos, no nos movemos de casa, los chicos comen a toda hora, entonces se va complicando al no poder trabajar”, dice Horacio Molla (62), un albañil de barrio Sarmiento y padre de una familia conformada por 23 personas que viven en un mismo domicilio.

El aislamiento social y obligatorio decretado por el Gobierno nacional el pasado 20 de marzo trastocó los hábitos y costumbres de millones de personas, pero para quienes viven el día a día con sus trabajos se tornó en una situación mucho más difícil de sobrellevar. Porque la necesaria cuarentena afecta a todos, pero no a todos por igual.

En el caso de Horacio hace más de 30 días que no puede trabajar junto a su hijo en la obra en construcción que estaban finalizando, y, a la vez, dos de sus hijas quedaron sin empleo.

Horacio hace 35 años que está casado con su esposa Alejandra, con la cual tuvieron siete hijos-cuatro mujeres y tres varones-, cada uno de los cuales vive en distintas piezas que el padre de familia fue construyendo gracias a su experiencia como trabajador de la construcción. A ellos se les suman un yerno, 11 nietos y un tío del hombre que padece una enfermedad. 

Mientras cuenta las dificultades económicas, los nietos de Horacio van y vienen por la casa con distintos juguetes. A la vivienda la denominan “El rancho” -así la había llamado su padre cuando adquirió el terreno- y cuenta con un solo ingreso que da a un patio; a los costados se levantan algunas habitaciones construidas humildemente donde viven sus hijas, y en el fondo de la casa hay otras tres construcciones. El centro del hogar es el comedor, donde está la única cocina, lugar en el que se reúnen todos para desayunar, almorzar y cenar.

Enfrentar la cuarentena con 23 personas en una misma casa

“La casa la fui construyendo de a poquito, las diferentes piezas para los hijos se fueron haciendo a través de los años y si ves partes que están feas es porque no tengo plata para arreglarla”, se sincera.

“Se complicó un poco cuando se vino la pandemia, pero a mí los últimos años de (Mauricio) Macri me fundieron, te digo sinceramente. Supe tener cuatro o cinco trabajos pero las políticas del gobierno anterior me arruinaron. No tuvimos que salir a pedir, hay mucha gente, amigos que me ayudan, así que el plato de comida nunca faltó hasta ahora. Debo dos boletas de luz y una de cable, no sé de dónde voy a sacar la plata por el momento”, admite.

Cambio de hábitos

Según el hombre la cuarentena cambió el hábito y el sueño a toda la familia. “Los chicos son las 7 y ya se levantan, yo me despierto varias veces por la noche. Cuesta con los horarios, el no poder trabajar. Salgo por esa puerta y entro por esta -dice bromeando Molla-, tomo mates, doy vueltas en casa, me acuesto un rato pero no duermo”.

Molla habla y sus hijas se encuentran alrededor tratando de controlar a los niños que corretean, ante lo que una de las mujeres comenta: “Mientras que los chicos iban a la escuela había unas horas de armonía, ahora van y vienen por los patios todo el día. Les cuesta entender que no pueden salir”.

Pese a todo, por muchos que sean en la misma vivienda, Horacio aclara que no se queja de la situación que les toca vivir. “Estoy agradecido de todo lo que tengo, por más que si no se trabaje se complica. Nunca pedí nada a nadie y siempre salimos adelante”, concluye.

Enfrentar la cuarentena con 23 personas en una misma casa
Horacio Molla, en la puerta de su casa.

MULTA Y DESCARGO

Más allá de la importancia del trabajo del personal municipal en el control al cumplimiento del aislamiento obligatorio, y de la responsabilidad de todos en la cuarentena, también se dan algunas situaciones conflictivas. El pasado sábado 11 de abril, los Molla fueron noticia porque agentes municipales y policías llegaron a la vivienda en calle Drago para labrarles un acta y una multa por presunta violación del aislamiento social dictado por el Gobierno nacional. 

En el lugar había más de 18 personas celebrando un cumpleaños. Horacio no lo niega, pero según la versión del hombre ningún inspector municipal ni policía se tomó el trabajo de constatar si los presentes eran residentes o no del lugar.

“Era el cumpleaños de mi bisnieta chiquita. En un momento golpearon la puerta los inspectores, dijeron que vieron motos afuera y que nosotros estábamos en una fiesta violando la cuarentena. Trajeron nueve policías, los hice pasar y por lo menos tendrían que haber anotado los nombres y documentos a todos los que estaban para comprobar si vivían acá o no, pero nadie hizo eso”, se queja Molla, todavía disgustado con la situación que vivió el último fin de semana.

El festejo para celebrar los primeros dos años de vida de su bisnieta terminó de golpe, con algún que otro fuerte cruce de palabras con los inspectores, con varios niños llorando, un acta y la amenaza de una dura multa.

Descargo

Horacio realizó un descargo en la cuenta de Facebook y recibió el apoyo de cientos de vecinos.

Ese día, 18 de las 23 personas se encontraban en la casa. Y el hombre reitera que si bien festejaban un cumpleaños no se trataba de nada fuera de lo común en el hogar.

“Estoy esperando que me manden la multa -insiste Horacio- y que la jueza de faltas le ponga un fin. Quiero que se tomen bien las medidas correspondientes, que constaten que somos una sola familia y que la jueza determine”.