Stella Maris Juncos es una de las voces autorizadas al momento de hablar de necesidades. Y en tiempo de pandemia por el coronavirus, confirma en San Francisco lo que sucede en varios lugares del país: la necesidad de alimentos se volvió mucho mayor.

Desde hace siete años está al frente del espacio Compartiendo Sueños en barrio La Milka, un sitio donde se educaba y contenía, previo a la llegada del Covid-19, a unos 60 niños, cantidad que creció y hoy son cerca de 90 las personas a las que ayudan con un módulo alimentario. Ya no sol sólo niños, también abuelos y adultos que están si poder trabajar.

“La demanda es mucha, cada vez vienen más vecinos a mi casa a pedirme mercadería, algo que no pasaba. Es mayor la demanda y la necesidad de la gente”, contó y agregó: “Antes se podían arreglar con fideos, un puré de tomate y algo de carne picada, hoy ya piden otra mercadería, yerba, azúcar, lo que dejábamos para las meriendas de los chicos”, sostuvo.

“La demanda de ayuda creció, pero la solidaridad también”, aseguran desde un comedor comunitario

Previo a decretarse el aislamiento preventivo, social y obligatorio, Compartiendo Sueños servía, en su espacio ubicado en el predio del ferrocarril Belgrano, la merienda dos veces a la semana (martes y jueves) y además el desayuno y el almuerzo sábado y domingo, además de brindarles actividades recreativas.

Delivery social

Ahora, los siete integrantes del comedor con Stella Maris a la cabeza, implementan el delivery, servicio que se convirtió en esencial en momento donde la mayoría debe quedarse en casa. Por eso su función está exceptuada.

“Nosotros lo que tratamos es que no falte la leche en el bolsón que armamos, sea larga vida o en polvo. También ponemos aceite, azúcar, yerba, fideos, puré tomate, harina, algunas latas, galletitas; lo que vamos teniendo lo ponemos. También repartimos bizcochos que nos donan desde panaderías”, contó.

La ayuda llega no solo a vecinos de La Milka, también de los barrios sarmiento, 9 de Septiembre y Acapulco (Josefina).

“A medida que nos traen mercadería vamos repartiendo, no importa el día porque la necesidad no conoce de momentos”, explicó Juncos.

No obstante, pese a la situación, existe un aspecto positivo porque así como se incrementa la demanda, también aumenta la solidaridad.

“Yo destaco a mi grupo de trabajo y a todos los que nos ayudan. Hay personas que se ocupan mucho de la necesidad de la gente y las donaciones también crecen. La ciudad es muy solidaria”, subrayó la mujer.

Se extraña

Stella Maris confesó que extraña recibir a los niños cada semana en el comedor, que hoy continúa cerrado.

“Los chicos tenían su momento de recreación, jugar al fútbol, las cartas, ver televisión y aprender. Cosas que no podemos hacer hoy. Cuando les llevamos las cosas nos preguntan ‘cuándo volvemos’. Pero ellos entienden”, aclaró.

Por último, Juncos reconoce que esta situación de pandemia “va para largo” y que el frío complicará aún más el escenario. De todos modos, asume el compromiso de seguir garantizando un plato de comida.