Cuando todo hacía prever que el personal de la salud iba a pasar un fin de año disfrutando de un pequeño respiro, después de un año de intenso trabajo, la realidad cambió: los casos vienen en ascenso, subiendo a pasos agigantados.

El caso de los enfermeros es un fiel ejemplo. El Periódico charló con tres profesionales que se encuentran en la conducción dentro del Hospital J. B. Iturraspe, quienes explicaron cómo viven este momento crítico desde adentro.  

Claudia Aponte es la jefa del servicio de Enfermería. Es enfermera desde hace 35 años pero ejerce desde hace un poco más. En tanto, forma parte de la conducción desde hace apenas un año, pero ya llevaba 10 años de supervisión y mucho más de nivel operativo, rotando en casi todos los servicios. "Hemos pasado de todo", asegura. Por su parte Sandra Barbero (54), la jefa de sección, lleva 34 años de enfermera, la mayoría en el nivel operativo. "Por eso tratamos siempre de ponernos en el lugar del otro", apunta. En tanto Mario Schaffar (61), el supervisor general, es el que más tiempo hace que está en el nosocomio. Enfermero desde hace 40 años, lleva 34 dentro del hospital y se jubilará en los próximos meses.

Los tres se mostraron preocupados ante lo que se viene, en base a la experiencia que tuvieron en los últimos meses.

"Veníamos relajados después de un 2020 y principios de 2021 bastante complicados. Obviamente que la vacunación ayudó muchísimo a la baja de casos pero con las nuevas cepas se prendió otra vez la alarma. Con la delta estuvimos tranquilos, dentro de todo. Ahora es la ómicron la que otra vez nos está llevando a tener cierto recelo en cuanto a lo que se nos presenta y lo que se nos viene. Porque no sabemos qué cantidad de contagios va a haber, cómo se van a presentar. Llegó esta nueva cepa y a la gente parece que no les importa. Pero nosotros desde acá estamos con mucho temor, porque pensamos que no nos va a alcanzar el recurso humano", afirmó Aponte.

Como todos los años, entre septiembre y octubre se planificaron las vacaciones del personal, con un condimento especial. Luego de que en el último receso, las licencias fueran limitadas, es decir de 14 días corridos para todos, para poder dar respuesta a la gran demanda, este año el personal pudo elegir la fecha y se respetaron los días previstos por antigüedad. Pero ante el nuevo panorama, eso preocupa ahora a la conducción.

"Con cierto relaje en cuanto al número de casos se nos dio la posibilidad de otorgar vacaciones al personal que venía muy agotado y necesitaba vacaciones, pero las vacaciones que ellos quisieran. El año pasado hubo gente con muchos años de antigüedad, con vacaciones más prolongadas, a la que tuvimos que darle un periodo acotado porque si no, no llegábamos a cubrir la demanda", comenzó Aponte.

Claudia Aponte es la jefa del servicio de Enfermería desde hace alrededor de un año.
Claudia Aponte es la jefa del servicio de Enfermería desde hace alrededor de un año.

Barbero agregó: "El año pasado nos habían dado días corridos cuando nosotros tenemos días hábiles de licencia. Fueron 14 días para todo el mundo, porque si no no llegamos a cubrir las necesidades. Y era con fechas impuestas, porque teníamos que ver que nos quedara la mitad del personal en determinada fecha y la otra mitad en otra. Este año decidimos que la gente eligiera la fecha, porque nos parecía que era justo. Todo lo que la gente vivió, soportó".

"Eso es lo que nos da a nosotros cierto temor, que de repente tengamos que plantearle a la gente que le vamos a tener que cortar la licencia porque la demanda de trabajo excedió nuestras expectativas. Ese es el temor más grande", cerró la idea Aponte.

Agresiones

Esa incertidumbre preocupa al personal. "La preocupación del personal es qué va a pasar si esto saltase en un momento, que se puedan cortar las vacaciones, que no puedan pasar unas fiestas tranquilos, y eso hace a que las personas tengan una predisposición a la tensión. Porque estamos cansados", comentó Schaffar.

En los últimos días, y con nuevas disposiciones, entre ellas la de contar con un hisopado negativo al momento de hacer una consulta médica o de visitar a un familiar en el Hospital, muchas personas se enojaron con el personal de la salud. "La gente no entiende que la vacuna es muy importante y que los centros de testeos están para eso. No es que nosotros no queramos hacer las cosas. A veces la gente nos agrede y nosotros no tenemos nada que ver. Yo le pediría a la población que se vacune. Ese sería el regalo que nos podrían dar", sumó.

Barbero coincidió: "Y que a pesar de que se vacunen, que nunca dejen de tomar las medidas de prevención, Me cuido yo, cuido al otro y viceversa".

Sandra Barbero es la jefa de sección.
Sandra Barbero es la jefa de sección.

"Siempre fue un Hospital muy abierto en cuanto a visitas. Por eso a la gente le cuesta entender que no pueden ingresar a cualquier hora como era antes, que no pueden entrar dos o tres por paciente. Y la cara visible del paciente, de su familia y de la comunidad es el enfermero. Cuando vos ponés un pie acá dentro del hospital, es el enfermero el primero que te va a recibir. Y así también es el primero en que recibe todo lo malo", sumó Aponte.

Schaffar fue en la misma línea: "Yo lo veo a diario, el personal les dice que no pueden ingresar si no tienen el testeo hecho y la gente nos insulta, nos agrede verbalmente y físicamente, cuando es un protocolo que se debe seguir. La gente no entiende que todavía estamos en pandemia. El hacinamiento no es bueno tampoco. Yo sé que tenés un familiar enfermo y lo querés ver, pero también tenés que cuidarte y cuidar al que está en la cama porque si no es un contagio permanente. Eso lo vemos a diario, agresiones, y siempre somos los enfermeros los que ponemos el rostro".

Agotamiento

No sólo que están cansados, sino que tampoco reciben el reconocimiento que se merecen, opinó Aponte.

"El equipo de salud, sobre todo enfermería que está las 24 horas y los 365 días del año, no tiene el reconocimiento que se merece, más allá de lo económico. Por ejemplo, poder trabajar más tranquilos, con la cantidad de personal necesario. No estar jugándote en dar licencia o no darla por no saber si se va a poder llegar. El hecho de que la gente pueda trabajar tranquila, algo que va más allá de lo económico, hoy por hoy es fundamental", dijo.

A veces, el personal no tiene tiempo ni siquiera de parar para comer. "A veces desayunar es imposible, porque el trabajo es constante y hay muy poco personal de acuerdo a la cantidad de pacientes. Que una enfermera deje sola a su compañera para tomarse 30 minutos es imposible. Es imposible abandonar un servicio para ir a desayunar. Es más, a veces pasan ocho horas que los enfermeros no toman nada", comentó Barbero.

Seguidamente, añadió: "Lo resumo en algo tan simple. El burn out está totalmente instalado en el personal de salud, y más en Enfermería. El síndrome de la cabeza quemada, física y psíquicamente. Tiempo atrás hubo un poco más de tranquilidad, pero ahora estamos otra vez con expectativa, porque se vienen las licencias, no sabemos si el trabajo va a aumentar como el año pasado, y el que queda trabajando es el que se recarga". 

Un año duro

Sin dudas, la pandemia no sólo afectó a los enfermeros laboralmente, sino también psicológicamente, aseguran.

Llorábamos todos, porque esto de la pandemia trajo tanto dolor, no poder expresar lo que se sentía

Mario Schaffar es el supervisor general y está cerca de lograr su jubilación.
Mario Schaffar es el supervisor general y está cerca de lograr su jubilación.

Visiblemente conmovido, Shaffar contó que en medio de un discurso, en un acto realizado a modo de despedida de año, más de uno se sintió identificado. "Fue un muy lindo, muy sencillo, muy agradable, de reconocimiento en la institución, que fue un poco el coronario de la despedida del año. Y una de las enfermeras hizo una reflexión. Y cómo habrá sido el dolor que tenemos todos, que no podía hablar. Como ella dijo, éramos máquinas que seguíamos trabajando, no pudimos a veces sentarnos con alguien para decir 'me está pasando esto, tengo este sufrimiento'. Y en esa reflexión, que fue el sufrimiento de todos, fueron lágrimas tras lágrimas, porque era lo que realmente uno tenía dentro", apuntó.

"Lo que cada uno vivió desde su función nadie se lo puede imaginar, una cosa es contarlo y otra es haberlo vivido. Desde el nivel operativo y su función, o desde el nivel de conducción para organizar ese proceso de atención. Nadie se lo imagina".

Claudia Aponte, jefa de Enfermería

No sólo vieron morir pacientes, sino también compañeros a causa de complicaciones por el Covid-19. Entre ellos, recordaron a Anabella Ludueña, enfermera que se había jubilado de la institución hacía un año y falleció en junio pasado. De ella, conservan una foto. También, al cardiólogo Javier Maiztegui, que murió en noviembre.

"Una enfermera ha estado muy mal, la luchó, sobrevivió y hoy por hoy está con nosotros, pero nos costaba entrar a verla. Y hemos perdido a una compañera, que estuvo 30 años acá dentro del hospital, una persona muy querida. Y otro compañero que se nos fue fue Maiztegui, que para el personal de enfermería era un referente. Fueron dos personas que nos han marcado", dijo Aponte.

Barbero sumó: "Era una persona muy querida por el personal de enfermería, porque era compañero nuestro, una persona que nos valoraba a todos, no solamente a la gente de su servicio de Clínica Médica".

"Han quedado heridas grandes en muchos de nosotros. Esto va a ser va a ser recordado siempre, porque nos tocó muy de cerca, gente muy querida con la que hemos trabajado codo a codo y que de repente no está más", agregó Schaffar.

El trabajo de Enfermería

Sobre cómo fue el trabajo desde la pandemia, los profesionales aseguraron que no cambió, pero sí se vivió distinto. 

"Lo que se hizo en pandemia, se hizo antes en la prepandemia, solo que Enfermería se cargó con todo eso que significa dolor, muerte. Por ejemplo, vistiendo con los elementos de protección a la familia para que pudieran acompañar a ese familiar cuando los llamaban porque a lo mejor no tenía un buen pronóstico", comenzó Aponte.

Seguidamente, agregó: "Las enfermeras, supervisoras o quiénes estábamos ahí afuera los vestíamos, y las chicas desde adentro (del área Covid-19) los acompañaban al lado de sus familiares. Ver la cara de cansancio de los compañeros, la cara de dolor cuando embolsaban a los pacientes. O  cuando ponían de cúbito ventral a un paciente (práctica que se hace con el objetivo de mejorar el intercambio de oxígeno). Lo que más rescato en esto es la carga emocional". 

La jefa de Enfermería aclaró que no sólo debe admirarse el trabajo del enfermero que trabajó  y trabaja dentro del área de Covid-19, sino que hay que rescatar el trabajo de todos los enfermeros, como por ejemplo de los de la residencia de adultos mayores "Enrique J. Carrá", ya que cuando los abuelos fueron trasladados al complejo Casa Betania, en Quebracho Herrado, la jornada se les extendió ya que no podían ir por sus propios medios. "Ese enfermero tenía que esperar que lo fueran a buscar a El Ceibo y lo llevaran a trabajar. Y después volver a buscar su vehículo a El Ceibo, cuando en una época normal de trabajo a las 22.30 como máximo estaba en su casa. Ellos a veces volvían a las 12 de la noche", recordó.

Y resumió: "Los servicios se fueron complementando y juntando para tener más camas Covid-19. Yo creo que cada uno, desde su función, la ha pasado feo. No hay quién la haya pasado mejor o peor. Simplemente diferente, pero con la misma intensidad".

La salud mental, fundamental

Para poder sobrellevar las situaciones que les tocan atravesar en sus trabajos, el apoyo entre compañeros es fundamental. Por eso es que además de la camaradería del equipo, la predisposición del área de Salud Mental del mismo nosocomio fue primordial. 

"Cuando se inició la pandemia, el mismo desconocimiento de lo que iba a venir generó muchísimo miedo y requirió para algunos de apoyo psicológico. Pero nosotros también contamos con un servicio de Salud Mental. Entonces este servicio abrió sus puertas para que todo el personal que necesitara tuviera su espacio con ellos, todos los profesionales de ese servicio se brindaron para que todos estuvieran contenidos. Algunos más, otros menos, otros a lo mejor lo canalizaban por otro lado, no necesariamente en una atención terapéutica, pero todos en el momento que necesitaron, la gente de Salud Mental estuvo a disposición", rememoró Aponte.

Barbero agregó: "Nosotros (por los jefes de área) hablamos acá, con el equipo de conducción, escuchamos al compañero. Entramos seis menos cuarto y no nos vamos nunca antes de las cuatro de la tarde y nos escuchamos".

"Por ahí nos agota más la cabeza que el desgaste físico", reflexionó Aponte.

Una de las cosas que más les pesó, fue el hecho de no poder dar respuesta a todas las necesidades del personal. "Fue un desgaste mental de programar, de organizar, de que la gente no estuviera tan cansada, de proporcionarles más compañeros para que ellos no tuvieran tanto cansancio. A veces te daba vergüenza mirarlos a la cara y sentir que no podías ayudarlos de otra forma. A mí me pasaba eso. Desde el lado de la conducción se siente eso, sentís que tenés que proteger a la gente y no sabes cómo", dijo Barbero.

Aponte concordó: "Era tal el agotamiento que por ahí no te dabas cuenta y entre ellos mismos surgían roces, no todos tienen la misma predisposición y el mismo sentimiento. Había profesionales que eran más compañeros y otros que no. Se tuvieron que tomar ciertas medidas o recurrir a ciertas herramientas para lograr que eso se deje de hacer o bajar un cambio. En un momento, en un espacio reducido teníamos cinco servicios trabajando en un mismo lugar. Por ende había cinco especialidades médicas con sus respectivos médicos. Entonces el roce está, pero hay que seguir trabajando, hay que seguir poniendo el pecho, todo el mundo tiene que colaborar. Gracias a Dios, en este momento ya cada servicio está en su lugar, lo que alivió un poco el trabajo y eso se notó. La gente empezó a trabajar otra vez un poco más relajada. Hoy por hoy nos enfrentamos a otra situación, esperemos que siga así".