La muerte de un hijo –aseguran quienes vivieron ese terrible momento- es insuperable. Aunque sí, suelen aclarar por otro lado profesionales de la salud, se puede aprender a convivir con una ausencia. Claro que para ello no hay recetas, pautas, ni tiempos ya que cada caso es único.

En ese proceso se encuentra Daniel Sánchez (65), un artesano reconocido de San Francisco, de oficio óptico, casado con Nora y padre de tres hijos. Cristian y dos mujeres más. Este murió a los 42 años luego de pelearla en la terapia intensiva del Hospital Iturraspe tras ser diagnosticado con Covid-19.

Cristian o “Bicho”, como le decían sus amigos, falleció en la madrugada de un 30 de octubre de 2020, el primer año de la pandemia. No tenía patologías previas, ni comorbilidades; era una persona sana y su muerte para la familia es difícil de explicar.

“Jamás pensamos que podía pasar algo así, en ese momento pese a todo estábamos tranquilos porque los médicos decían en el parte diario que estaba bien, que en poco tiempo se iba a volver a casa. Pero no fue así”, describe Daniel a El Periódico.

En varios momentos de la entrevista, Sánchez habla de “pilotearla” como si manejara un avión y, reconoce que los primeros meses tras la desaparición física de su hijo fueron turbulentos: “La venimos piloteando, los primeros meses fueron muy duros. Estuvimos en ese tiempo arrastrándonos por la calle, pero la luchamos porque uno siempre la luchó. Laburando, pasamos buenas y malas. Desde chicos que estamos con Nora y ahora que estábamos en una especie de meseta pasó esto con Cristian. Mirá si vas a pensar que le pase algo así a un muchacho tan sano, que nunca fumó, en mi vida lo vi borracho”, destaca.

El sueño que alivió a Daniel en medio del dolor por la pérdida de su hijo

Una ausencia presente

En la óptica (Franco) que Sánchez tiene con su esposa en pleno centro hay fotos de Cristian en diferentes sectores. De alguna forma es mantener presente a ese hijo, pero también compañero de trabajo que está ausente.

Cristian junto a su esposa.
Cristian junto a su esposa.

“Terminaba el último año de la escuela (San Martín) y recuerdo que veníamos caminando. En uno de esos días le digo a Cristian ‘andá viendo qué vas a hacer cuando termines el secundario’. Y un día en ese mismo lugar me dice que iba a estudiar para ser óptico. Me parece escucharlo todavía, tenía 17 años. Enseguida fuimos a Villa María y buscamos una pensión muy humilde porque los números eran otros en ese entonces. Estudió, se recibió y vino a trabajar con nosotros. Manejaba todo de taquito”, recuerda su padre.

Sánchez todavía mantiene vivo ese recuerdo de cuando su hijo le contó que quería seguir su misma profesión: “Fue un orgullo, lo mismo cuando me dicen que nos parecemos. Cristian era un tipazo… noble, derecho, de un sentido del humor increíble. Yo no soy muy demostrativo, pero sé que en todas las situaciones que nos tocó vivir nunca le largué la mano. Sentimos que nos ayuda, que está con nosotros, ahora estamos en una etapa más tranquila”, reconoce.

Un sueño que trajo algo de alivio

Sánchez destaca que luego de lo sucedido recibieron innumerables muestras de cariño a las que calificó como “increíbles”.

También tiene muy marcado unas palabras que le dijo su hermano en ese momento: “Me dijo ‘quedate con el hijo que criaron’. Entiendo que hay que buscarle el lado bueno, pero no hay una explicación. Todo el mundo con la mejor intención te dice cosas buenas, pero cuando te toca a vos te das cuenta que no sirve de nada”.

No obstante, sostiene que no queda otra que salir adelante y en eso el recuerdo de cómo era su hijo se vuelve clave: “Cristian era un tipazo. Nos quedamos con eso”, manifiesta.

Si algo tiene dando vueltas en la cabeza Daniel fue la imposibilidad de despedirse de su hijo, aunque pudo encontrar algo de alivio luego de un sueño: “A los 10 o 15 días lo soñé. Me había quedado eso de darle un abrazo. Soñé que venía del café (dijo que solía ir a tomar con frecuencia) para abrir el negocio pero ya había luces en el local. Cuando entre lo veo a Cristian atendiendo a una clienta que justo se iba. Entonces ingreso y nos abrazamos y eso me hizo muy bien”, relata.

En el final de la nota, con sentimiento encontrados, Sánchez reflexiona: “Por ahí uno no valoró lo suficientemente al hijo. No lo sé. Durante meses miraba una estrella para preguntarme dónde estará”, dice y agrega: “Te terminás adaptando a lo que te toca”.