Desde hace poco más de dos meses, La Luciérnaga incorporó un nuevo taller de panificación y cocina con la intención de brindarles herramientas y conocimientos en la elaboración de productos alimenticios a los jóvenes que más lo necesitan.

El taller está a cargo de Silvia Pazzarelli, una cocinera que se ofreció como voluntaria para enseñarles sus secretos a los chicos. Con ella los pibes y pibas de “La Luci” aprendieron a cocinar pan casero, panes rellenos, criollos, facturas, pastafloras y hasta pizzas.

Lo producido en el taller se podía llevar a casa. Sin embargo, un buen día a Jonathan Ortiz (19) se le ocurrió hacer unos panes de más para que queden en la institución y que sirvan como desayuno o merienda para los chicos que asisten a los talleres. El gesto llenó de orgullo a los docentes.   

“Fue algo que me surgió”

Así de simple explica “el Jona” su idea solidaria.  “Me gusta cocinar, aprendí y me empezó a gustar. Y se me ocurrió hacer algo para que quede acá, para que otros chicos puedan comer “, explica.

Jonathan tiene 19 años y una vida surcada por un contexto de muchas dificultades. Pese a esto, desde hace más de una década, todos los días, recorre la ciudad con su bicicleta desde barrio Parque hasta los talleres de La Luciérnaga en el centro de la ciudad –en calle Avellaneda 255-.

Dice que le gusta todo lo que aprende, por eso tiene una asistencia perfecta. “Me gustaría aprender más cosas para seguir cocinando”, cuenta.

Orgullosos

Los docentes de “La Luci” se muestran satisfechos por la solidaridad de Jonathan. Marianela Flores Bovo, una de las capacitadoras, asegura que los chicos y chicas no dejan de sorprenderlos en sus acciones cotidianas. “Particularmente en el caso de ‘Jona’ siempre tuvo una cuota de generosidad. Siempre piensa en los demás chicos. Una mañana que llegamos y aunque no estaba el taller de cocina él agarró la harina y se puso a hacer pan. Le dijo a la profe que él quería hacerlo todas las mañanas. A nosotras esta acción nos llena de orgullo”, comenta.

Desde la institución afirman que cada vez son más los pibes que asisten a los talleres y que si no fuese por la ayuda de ‘Jona’ en la cocina muchas veces no habría nada para el desayuno o la merienda.

Donaciones se aceptan

Como El Periódico informó en marzo de este año, hubo un fuerte aumento en la cantidad de niños y adolescentes que asisten a los merenderos de la ciudad. La Luciérnaga no está exenta de este fenómeno. Desde la asociación civil de calle Avellaneda informaron que el número de concurrentes a sus distintos talleres, que por lo tanto reciben desayuno y merienda, aumentó en un 40 por ciento.

Por esto se aceptan donaciones de alimentos no perecederos, bolsas de harina, levadura y demás para el taller de panificación.

Aquellos que tengan elementos para donar pueden hacerlo en calle Avellaneda 255 o llamando al tel.: 44-3559.