Según informó La Nación, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, comunicó “de manera escueta” a las cámaras de la industria editorial que “la normativa por la cual desde hace semanas los libros, folletos y otros materiales impresos estaban retenidos por la Aduana argentina, había sido mal interpretada”.

La medida llegó luego de una fuerte polémica por las restricciones a la importación de este tipo de publicaciones, que obligaban a los clientes a buscarlas en Ezeiza o en las dependencias aduaneras provinciales y a las editoriales y librerías a recurrir a un servicio de despachante de aduana para los pedidos mayores a 50 kilos y 1000 dólares.