El decorador de la ciudad
Desde hace años participa en concursos de ornamentación navideña y trabaja para vecinos o empresas que lo requieran. Electricista de profesión, aseguró que lo que hace es por hobby y que sueña con contagiar esa pasión.
Desde hace al menos dos décadas, Pedro Andreatta (42) es una de las personas que le da color a la ciudad para Navidad. A raíz de una inquietud que, recuerda, nació de pequeño cuando recorría las calles de la ciudad junto a su papá a bordo de un R6 para disfrutar de la decoración alusiva, la fecha lo inspira a trabajar para embellecer fachadas de casas y negocios.
Técnico electricista de profesión, egresado del IPET Nº 50 “Emilio F. Olmos” donde en la actualidad da clases, su mujer Betiana Vignolo lo ayuda en el aspecto ornamental.
Precisamente Vignolo es quien recordó que el trabajo “en serio” comenzó en 1997, para participar del concurso que organizaba la Municipalidad de San Francisco para premiar a los dueños de las viviendas y los comercios mejor ornamentados con alegorías navideñas. Con el mismo cosechó numerosos premios incluso en 2013, en su última edición.
Asimismo, desde hace 10 años comenzó a trabajar para algunas empresas locales. Su primer trabajo consistió en decorar la fachada de la firma Sachs, en la cual colocó luces en el pino y regalos gigantes a sus pies. En la misma empresa, este año, creó un pino con lunes y decoró el comedor. “Siempre hicimos algo distinto”, contó Vignola.
“Yo estudié en la escuela del trabajo, y ya hacía cosas, ponía cosas en la puerta, pero para decorar, no era que me dedicaba. Ahora que me llaman para decorar si puedo dar una mano, lo hago”, agregó Andreatta.
Trabajos importantes
Entre los trabajos principales realizados, el hombre mencionó uno hecho en el Cottolengo Don Orione. “Había llevado mucho trabajo, el premio me lo había dado un sacerdote que no está más y para mí tuvo mucho valor”, recordó.
Asimismo, en la firma Mogetta, hace unos años colocó un trineo con seis renos en la fachada y, este año, dos renos y un pino: “Me acuerdo que llevo muchísimo trabajo, entre seis y siete horas armarlo, y entre tres y cuatro desarmarlo”.
A la vez reveló que este año “trascendieron fronteras”. “Vino una señora de Colonia Aldao, así que hicimos renos. Vos me decís la figura que querés, la hacemos, la soldamos y después le ponemos las luces”, explicó.
¿Un trabajo para vivir?
Respecto a si lo que hace podría, algún día, permitirles subsistir, Andreatta se sinceró: “Cada metro de manguera sale entre 160 y 200 pesos. Y hacer el reno, soldarlo, atar los precintos, lleva horas. Para cobrarlo tenés que pedir por arriba de 1500 pesos y la gente con eso prefiere comprar la comida o las bebidas”.
De todas maneras, atento al costo que tiene la ornamentación que realiza, suele brindar una alternativa: “Lo que hago para que no compren es alquilarles, así tampoco tienen que guardarlo”.
Reacciones positivas
Por último, sobre para qué hace lo que hace, expresó: “Es el contagio del espíritu navideño, para que la gente vea luces, la luz enciende. Medio como que contagias ese espíritu, esa pasión por lo nuevo, es un cambio, empieza algo nuevo, eso queremos con mi familia contagiar”.
Por su parte, sobre las respuestas de la gente al apreciar su trabajo, apuntó: “La reacción es muy positiva, muy buena, les gusta, sacan fotos, copian, medio como que los inspirás para que lo hagan, solo que como a veces lleva tanto tiempo, conocimiento de electricidad, dinero y demás entonces no hay tantas casas iluminadas pero gusta mucho, son todos comentarios positivos”.
Y concluyó: “Esto es una pasión. Mientras mi familia me deje, porque lleva muchas horas, voy a seguir, por más y cosas mejores, nuevas, innovadoras. Quisiera en los años que viene motivar a la gente y si hay ayuda o colaboración, bienvenida sea. Como en otros países, que hay calles y calles iluminadas, sería bueno que se masifique y no se piense tanto en lo que puede gastar una lucecita. La luz es vida, es amor”.