De ojos atentos, pasos pacientes y sonrisa tímida. Así me recibe Ramón Gaetán. Desde que tengo recuerdos es el placero de mantener limpia y bella la plaza de barrio Cottolengo y en ese entonces ya era Don Gaetán. “El 7 de septiembre se cumplieron 20 años”, recuerda con sorprendente memoria.

“Toda mi vida trabajé, no le tengo miedo al trabajo y antes de quedarme en casa, prefiero estar en las plazas haciendo algo”, reconoce con una sonrisa, este jubilado que a los 84 años sigue el ritmo del trabajo.

Ramón es oriundo de Villa Concepción del Tío, pero en 1972 se radicó en nuestra ciudad y se ha pasado la vida trabajando. Es un multioficios o un “todero”, arreglador de todo, y la suya es una historia de sacrificios, lucha y dedicación.

Todos los días

Don Gaetán trabajó 18 años en la firma Corradi y a poco después de jubilarse fue convocado por el centro vecinal de barrio Cottolengo para que se hiciera cargo de la placita.

“Desde entonces hago mantenimiento. Cuando hay que cortar el pasto lo corto, cuando hay que barrer lo hago y cuando hay algo que arreglar si yo puedo lo reparo. Nadie me manda, hago de cuenta que soy dueño de la plaza”, cuenta con un guiño. “Y ahí andamos trabajando todos los días un poquito”, resume.

Al principio, Don Gaetán arrancó solo con una bordeadora eléctrica, con cien metros de prolongación y un rastrillo, y de a poco se le fueron sumando algunas máquinas más modernas hasta llegar a un tractorcito.

“En las plazas se cuidan todas las plantas por igual, pero a veces la gente es dañina, apenas había comenzado a trabajar la comisión había comprado dos canteros grandes y un día plantamos como treinta plantines de clavelina. Los puse todos bien puestitos y al otro día me los habían destrozado”, recuerda entre las pocas malas anécdotas en sus años de guardián de las plazas.

“Que no se quede en casa”

Así lo piden sus hijos, ya todos mayores de edad, quienes sostienen que “si el viejo se queda en casa sin hacer nada, se muere al otro día”.

“Mi señora me dice que deje -asegura Don Gaetán-, ya tenemos 80 años y que no estoy para esto. ¿Pero qué hago sentado todo el día en casa?”, se pregunta.

De todas formas, el placero asegura que no sabe cuánto tiempo podrá seguir con esto porque “ya ando como aflojando. Ahora prefiero ir a la mañana, bien tempranito y a la tarde una hora, nomás por estos calores. Yo trabajo desde los 8 años en el campo, así que ya sé lo que es la vida, me crié trabajando y casi que me voy a morir trabajando”.