Por Faustino Rizzi

“Ya vas a ser viejo vos”, es uno de los tantos dichos que pronuncian los mayores, a veces en tono de broma, a veces muy en serio, cuando la vida los pone ante situaciones que les cuesta sobrellevar. Pero en este caso, de broma no tiene nada, porque lo que mantuvieron con el esfuerzo de toda una vida de pronto va a parar a manos de estafadores que no dudan en engañarlos para apropiarse de sus bienes.

En San Francisco ya hay varios casos denunciados a la Justicia, y otros que aún no llegaron a los tribunales. Los estafadores se aprovechan de la debilidad de los mayores, en muchos casos enfermos en fase terminal, para engañarlos y hacerles firmar donaciones de sus bienes o ventas a precios irrisorios, que además tampoco les pagan.

El Periódico recogió testimonios de distintos casos denunciados en la ciudad, que irá publicando en próximas ediciones. Uno de ellos es el de Manuel García Silva y su esposa Margarita Lingua, ya fallecida. Silva tiene 96 años y sufre de Alzheimer. En la ciudad, son conocidos por haber sido dueños de Casa Kika, un comercio que se ubicaba en Iturraspe al 1800. A mediados de la década pasada, “Don Manuel” y Margarita fueron trasladados a un geriátrico ubicado en el barrio Iturraspe, por conflictos derivados de los problemas de salud que sufría la hija de la pareja, que debió ser ingresada en distintos centros psiquiátricos. En menos de un año, la casa familiar (Iturraspe 1878) y un campo de 250 hectáreas ubicado al sur de Devoto, habían pasado a ser propiedad de uno de los dueños del geriátrico, tal como consta en los certificados expedidos por el Registro de la Propiedad de Córdoba solicitados por el abogado Gustavo Utrera Ramos. Además, el titular del geriátrico manejaba todo el dinero y otros bienes de la familia, según los testimonios recopilados.

Desde adentro

María Eugenia Beltrán es empleada doméstica de la familia García-Lingua desde hace más de 10 años y vivió de cerca cómo las propiedades pasaron al titular del geriátrico, y que luego recuperaron por decisión judicial en uno de los casos y por acta notarial en el otro. La hija del matrimonio prefirió no hablar con este medio, aunque autorizó a Beltrán para que detalle la historia.

Beltrán señala que la estafa comenzó cuando “los nonos”, como ella los llama, fueron llevados al geriátrico ante problemas en la convivencia con su hija, que en ese entonces fue llevada a un centro psiquiátrico. “El dueño del geriátrico buscó por todos los medios que la declarasen insana y la dejaran internada de por vida en Santa Fe. Pero ella se recuperó y hoy es la que lleva la casa”, explica Beltrán, quien todavía hoy se encarga de cuidar a “Don Manuel”. La mujer relata que desde entonces, para todos los gastos de la familia debían pedirle el dinero al dueño del geriátrico, a quien además debían rendirle cuentas. Además, asegura que el titular del geriátrico se apropió de un auto de la familia, que utilizaba como propio, y de un dinero que tenían de un departamento vendido en Córdoba.

La hija de este matrimonio, al poco tiempo volvió a la casa familiar y luego lo hicieron sus padres. “A los pocos meses, un abogado nos advirtió que el dueño de las propiedades era el dueño del geriátrico. Para ‘los nonos’ este señor era el más bueno del mundo, era como Dios para ellos. Cuando volvieron a la casa y les hicimos entender lo que había pasado, la ‘nona’ lloraba y lloraba. A ella en el geriátrico le habían dicho que firmara para que cuando ellos no estén a su hija no le faltara nada. Ella creyó eso y sufrió muchísimo después. Hasta me dijo que tenía miedo que ese hombre me tire el auto encima”, dice Beltrán.

Recuperada

La empleada doméstica recuerda que comenzaron a hacer llamadas anónimas al geriátrico advirtiendo que estaban al tanto de la estafa y que si no devolvían los bienes, lo harían público. Finalmente, una denuncia presentada por “Doña Margarita” fue el comienzo para recuperar las propiedades de la familia.

“Un abogado le ofreció a la familia un arreglo sólo por la casa, pero por supuesto que no aceptaron. Y también pedían que los gastos de escritura los paguen ‘los nonos’. Pero el abogado de la familia García les dijo que si ellos habían armado todo esto con el escribano, ahora los gastos los debían pagar ellos”, agrega Beltrán.

En el año 2006, la medida cautelar de un juez de la ciudad ordenó la restitución del campo. Meses después, se les devolvía la casa mediante la gestión de una escribanía local. Si bien no intervino en este caso, el abogado Utrera Ramos señala que no hubo imputados condenados en la causa.

Y aunque las propiedades volvieron a sus dueños, de final feliz la historia tiene muy poco. “Tuve que ir yo con el nono a hacer los trámites para cambiar de nombre los impuestos, porque este señor del geriátrico ya tenía todo a su nombre”, precisa Beltrán. La mujer asegura que hoy la familia alquila el campo y la planta baja de la casa, con las cuales se mantienen los gastos de la familia. Pero ella cree que si no hubiera pasado esto, “quizás tendríamos a Doña Margarita con nosotros, porque ella sufría del corazón y todo esto le hizo mucho daño”.

NO ES EL ÚNICO

Este caso no es el único que involucra a este geriátrico y a la escribanía local. Otros casos ya fueron denunciados, aunque no se conocen avances en la investigación. Y según pudo conocer este medio, habría otros casos aún sin denuncia. El Periódico intentó conocer la opinión del titular del geriátrico, pero a través de su abogado declinó hacer declaraciones sobre el tema.