Don Arturo Pautasso no es un maestro en el sentido académico, pero sí uno de la vida que cuando puede hace uso de su memoria para contar que fue empleado ferroviario en el Belgrano Cargas durante su época de oro.  

El hombre que vive en Devoto comenzó como voluntario a interiorizarse en algunas tareas dentro de la estación de tren hasta que después de un tiempo lo incorporaron como empleado. Con 86 años entiende que cuanto más tiempo pasa, más valora y añora aquellos años.

En 1978, Arturo decidió apartarse de su labor como ferroviario negándose a un traslado que no le convenía por motivos personales y la vida lo llevó a desempeñarse en trabajos dentro de la actividad privada, no obstante, sigue extrañando esa época donde hizo de todo, incluso cumplir el rol de telegrafista.  

Como dice él no quedan muchos ferroviarios de aquellos tiempos donde el tren era el medio de transporte predilecto en el país. Su desempeño abarca desde 1958 hasta 1978 cuando comenzaron las reestructuraciones del servicio producto del plan de la última dictadura.  

Con mucha dicha en este último tiempo encontró una manera de reconciliarse con aquellos años usando la oralidad como recurso para contar lo que vivió, igual que ahora lo hizo con El Periódico.  

Veinte años de satisfacción 

"En marzo del ‘58 ingresé al ferrocarril Belgrano en el kilómetro 465 en la provincia de Santa Fe que comprendía la línea de San Francisco a Rosario. Después egresé en el año ‘78 al no aceptar un traslado, cuando comenzó la gran reforma”, contó.  

Esa “gran reforma” es la que se tradujo en estaciones clausuradas, ramales que se perdieron y despidos masivos del personal que se desempeñaba en estos espacios. A pesar de esa salida que quizás no habría pensado dijo que valoró mucho aquellas dos décadas allí.  

Su último tramo de carrera involucró el traslado a Devoto que lo terminó convirtiendo en un residente más y allí fue que cuando sus amigos les abrieron las puertas a otros puestos laborales. "Trabajé en dos empresas y después entre en el año 80 tuve la suerte de entrar en Sancor donde me jubilé en el año 2000”, resaltó.  

Un apasionado 

Arturo entiende que el primer trabajo que se tiene no se olvida, ahí es cuando una persona empieza a comprender el mundo en el que tiene que desenvolverse con alegrías y frustraciones. Por eso desde su perspectiva esa es una huella fundamental: “El ferrocarril para mí ha sido mi pasión porque ha sido mi primer trabajo”. 

Ser ferroviario no fue algo que logró de un día para el otro, primero fue practicante en la estación de tren de Las Varas (lugar donde nació). “Aprendí un poco de telegrafía, contabilidad, atención de trenes, al público, conocimientos generales, pero principalmente aprendí lo que es ser responsable en las tareas algo que nos había inculcado un señor jefe que tenía la estación”, detalló sobre las actividades que practicó durante 1957.  

Una vez que se oficializó su ingreso tuvo el cargo de auxiliar del jefe de la estación, así dio sus primeros pasos al año siguiente en la línea del ferrocarril Belgrano a la altura del kilómetro 465 en la provincia de Santa Fe. Esa ruta comprendía la línea de San Francisco a Rosario.  

El año del Mundial ‘78 donde Argentina se hizo de la Copa del Mundo por primera vez también se produjo esa “gran reforma” de la que habla Arturo. La dictadura de ese entonces empezó con los recortes a todos los gastos del Estado y comenzaron a verse estaciones clausuradas, ramales que se perdieron y despidos masivos del personal que se desempeñaba en estos espacios.  

Su último tramo de carrera involucró el traslado a Devoto que lo terminó convirtiendo en un residente más.  

La oralidad le sirve como herramienta para reconciliarse con el Arturo ferroviario.
La oralidad le sirve como herramienta para reconciliarse con el Arturo ferroviario.

El señor de las estaciones 

Aunque empezó a trabajar en el kilómetro 465 no siempre permaneció allí dado que hubo algunos traslados de por medio sobre todo porque su esposa era docente.  

“En mayo del ‘65 por razones familiares fui trasladado a mi pedido. Mi señora era docente, vivíamos en Las Varas y ya teníamos a mi hija mayor y yo pasaba mucho tiempo con ellas trabajando en la provincia de Santa Fe, ahí fue cuando vimos la posibilidad de venirnos a Devoto”, explicó.  

Lo único que consiguió fue un puesto en una estación a la que nadie quería ir, la de Jeanmaire, el pueblo de las víboras como le decían. "Me fui trasladado ahí y entonces yo vivía en Devoto, viajaba diariamente a dedo algo que era muy común, a la ruta había 50 o 60 metros”, agregó Arturo.  

Alrededor no había nada, pero siempre alguien daba una vuelta por la estación y salía alguna conversación: “Tenía que ir a La Francia o a Devoto para aprovisionarme de las cosas, claro, bien, no era muy linda la vida esa, pero para mí era fácil”.  

“Fue un honor trabajar en una empresa nacional” 

Don Arturo no veía sacrificios pesados para realizar su trabajo, disfrutaba de las tareas que siempre debía llevar adelante porque para él “era una gran responsabilidad”.  

"Creo que siempre he puesto la misma responsabilidad en todo lo que hice, porque yo entiendo que cuando te dan una tarea hay que cumplirla con responsabilidad y seriedad. Para mí era un honor trabajar en una empresa nacional tan importante en aquel tiempo como eran los ferrocarriles”, subrayó. 

No le importaba que en esas estaciones alrededor no hubiera nada. “Te voy a contar el kilómetro 465 que fue donde yo ingresé, no había nada, estaba la estación y dos viviendas donde estaban los otros empleados y un vagón donde vivía yo, porque esa fue mi vivienda primaria. También tenías que ir a otro pueblo a buscarte las cosas, pero siempre había algún amigo que te lo mandaba”.  

Por eso lamenta que muchos pueblos principalmente del norte quedaron a la deriva porque sus pobladores no tenían otro medio de movilidad, no hace mucho, habían pasado a ser a través del tiempo pueblo fantasmas porque prácticamente la gente vivía todo.  

“Después de quedar prescindible comencé a sentir cada vez más cariño por el ferrocarril, aunque ya no era ferroviario sí fue mi primer trabajo y se le toma un cariño especial”, finalizó.