Dentro del actual Cuerpo Activo de Bomberos Voluntarios hay un numeroso grupo de personas que ingresó a la institución siendo menor de edad. La escuela de cadetes es una de las áreas más antigua y emblemática que contiene la entidad. Precisamente el Oficial Inspector Ariel Ronconi es uno de los voluntarios que tiene una larga trayectoria bomberil en su parte operativa, pero también tiene la experiencia de haber vivido dentro del cuartel casi toda su infancia.

Ronconi, además, es hijo de un ex jefe del Cuerpo Activo, actualmente retirado, Jorge Ronconi. “Como mi padre estaba en la institución, desde muy chico y desde que tengo uso de razón estábamos dentro del cuartel. Muchos hijos de los integrantes de aquel momento convivíamos aquí dentro. Jugábamos a ser bomberos cuando teníamos cuatro años. Bomberos es como una gran casa. El cuartel se convirtió en nuestro día a día”, remarcó.

Su ingreso formal a la Sociedad data del 30 de marzo de 1993, cuando tenía tan solo 9 años. A partir de allí, luego de cumplir 16 y realizar su primer nivel de capacitación, juró como bombero en 2002 y recientemente cumplió 18 años de estar en servicio.

Desde la cuna: “Bomberos es como una gran casa”

La escuela de aspirantes de hace 27 años 

Ronconi recordó que eran alrededor de unos 25 participantes varones que oscilaban entre los 5 y 15 años. “En esa época la escuela era más formal. Por supuesto teníamos la incorporación de valores, pero también aprendíamos técnicas de bomberos de manera más fluida. Te diría que los contenidos eran muy similares a los que tomabas en el curso de primer nivel. Hoy los cadetes tienen una visión mucho más importante, que es la formación de valores”, señaló. 

En documentos de la institución se encuentran manifiestos los objetivos de la educación. El escrito menciona: “Principalmente, efectivizar una capacitación desde temprana edad sobre protección contra incendios, primeros auxilios, rescates, etc. Crear en niños una responsabilidad y una conciencia de colaboración, de ayuda al prójimo, de saber hacer algo por alguien. Formar valores que, con el correr de los años, puedan ser incorporados a las filas activas, y de no ser así, que sean divulgadores de opinión sobre la labor de nuestra institución”.

Ronconi también llegó a ser “dragoneante de la escuela de cadetes”. En consecuencia, relató que en una época “les daban ascensos” del mismo modo que lo hacían con los bomberos activos. “Pasábamos a ser dragoneantes, donde eras el encargado de dirigir a un grupo de chicos para hacer distintas tareas”, remarcó.

También recordó, anecdótico, algunas de las actividades que realizaban los aspirantes. “Por ejemplo trabajamos en un proyecto que consistía en probar e identificar las bocas de incendio en toda la ciudad. Esa fue una experiencia donde salíamos en grupo, calle por calle, y en las esquinas donde se encontraban las bocas hacíamos las pruebas de funcionamiento y pintábamos de rojo las tapas”, añadió.

Desde la cuna: “Bomberos es como una gran casa”

Su presente como voluntario

Ronconi es uno de los pocos bomberos que integra la plana mayor de Oficiales y que culminó los cuatro niveles de capacitación existentes. La última instancia de la carrera es la principal para convertirse en un “formador” de personas al servicio. En consecuencia, dijo: “Tengo la necesidad de replicar lo que aprendí. El poder dar los conocimientos que uno tuvo”. Actualmente su labor en el cuartel está destinada a coordinar el área de capacitación y ser ayudante de jefatura.

“También me desempeño como subcoordinador del Departamento de Fuego de la provincia de Córdoba. Soy instructor de la Academia Nacional de Bomberos también de la temática de fuego. Gracias a eso tuve la posibilidad de viajar a muchos lugares, tanto dentro del país como al extranjero”. Por ultimo añadió que a la vocación la define como una “gran pasión” que se convierte en “un estilo de vida” y donde la vida personal “se amolda y se adecua” a esta tarea.