El frío del invierno que está próximo a irse se siente en Frontera. Es jueves y son casi las 18. El viento del sudoeste va haciendo bajar la temperatura y cada ráfaga castiga el cuerpo como un frío puñal. 

En Calle 100 al 950, los colaboradores del Merendero La Amistad ya están listos para recibir a las personas que, ante la grave crisis económica que atraviesa el país, necesitan una comida caliente para esa noche.

Después de las elecciones Paso en agosto, el merendero tuvo que apagar las hornallas de sus cocinas y dejar de entregar viandas de comida como lo supo hacer. La razón no fue por falta de voluntad sino ante la carencia de fondos que enviaba la provincia de Santa Fe.

Guareciéndose del viento, los primeros en llegar son un hombre y una mujer, ambos con sus bolsas de telas y unas fuentes plásticas. Preguntan a las colaboradoras si ya largaban con la entrega, pero las mujeres les piden que aguarden en un “ratito”.

Mientras tanto, desde el espacio arman una improvisada mesita donde colocan diversas prendas de ropas donadas para aquellos que necesiten. No solo hay complicaciones para conseguir el alimento. 

Crónica de una olla popular: familias de San Francisco y Frontera en fila por un plato de comida

En ese ínterin llegan más mujeres con sus hijos que son invitadas por las colaboradoras a inspeccionar la ropa. Algunos de los pibes se mantienen en remeras pese a que la temperatura ha descendido considerablemente.

Cuando se anuncia la entrega de la comida, la gente se aglomera alrededor de la puerta de la cocina con sus fuentes en mano. La tos y el carraspeo de gargantas es un factor común en medio de: “¿Ésta fuente de quién es?”

“El dinero que no alcanza”

Entre la gente que espera se encuentra Laura, una mujer de 54 años que vive con una señora mayor en el barrio Parque de San Francisco. "Para mí es una salvación, hace un tiempo que vengo a buscar la comida. A veces tengo, otras veces no, sino no vendría a buscar. Soy viuda y vivo con una señora mayor, así que llevo para que nosotras dos podamos comer y si sobra se guarda para el otro día", cuenta a El Periódico.

Inés también es otra de las que aguarda su turno para llenar su fuente plástica. Vive en barrio San Luis, a unas pocas cuadras del merendero en Frontera y expresa: "La verdad que está dura la situación, el dinero no alcanza y cuando hay muchos chicos en casa es difícil darles de comer, no es fácil, el pan está carísimo y gracias a Dios que está este lugar que nos brinda una comida para la noche porque a veces no llegamos y no hay muchos lugares donde ayudan".

Pese a que ella trabaja y su marido realiza changas, tampoco les alcanza para comer. En su casa son cinco y con su hija y sus nietos.

Gabriela llega a la Amistad con dos de sus hijos desde barrio San Javier y fue una de las primeras en buscar ropa: “Es para mis nietos”, dice. Y luego relata la situación que vive: "Vengo a buscar la comida porque realmente la necesito, tengo mis hijos y mis nietos y no tengo trabajo. En el barrio tenemos mucha necesidad. En San Javier hay mucha pobreza".

En su caso, son ocho personas las que comerán de la fuente que acaba de llenar. Por este motivo y sabiendo que el domingo hay elecciones provinciales en Santa Fe y para intendente en Frontera, les pidió que sean considerados ante el momento que se vive.

Crónica de una olla popular: familias de San Francisco y Frontera en fila por un plato de comida

A la espera de la ayuda

El Merendero La Amistad solía brindar comida tres veces por semana, pero tuvo que suspender sus viandas debido a que el dinero del Programa Nutricional de Desarrollo Social de la provincia de Santa Fe dejó de enviar el dinero, una suma que les permitía solventar parte importante de los gastos para la compra de alimentos.

María es una integrante y cocinera de la ONG y se la nota agobiada: “Esta olla popular se hizo porque no había demasiados elementos como para compartir. Ante la falta de mercadería el merendero estuvo parado, y con lo que nos han donado tuvimos la posibilidad de hacer esta olla, una sola porque es para lo que alcanzó y ante esta situación tan difícil, entonces apuntamos a que la gente por lo menos tenga algo que comer”.

Mientras la mujer hablaba todavía se revolvían en la olla unas 100 porciones de pollo con arroz y lentejas, para más de 40 personas. “Lamentablemente se va a entregar hasta lo que alcance”, dice mirando hacia la nada.

La situación se ha vuelto insostenible para esta organización sin fines de lucro, que solía recibir 60 mil pesos de apoyo económico, una cifra que cada vez alcanza menos.

“La situación está difícil para todos, pero sobre todo para la gente de bajos recursos que viven de alguna ayuda económica o de las changas que hacen”, sostiene. Y agrega: “Estamos a la espera de que puedan mandar el dinero y puedan solucionarnos esto. El tema que con lo que nos están enviando, no sé si vamos a poder seguir haciendo la cena tres veces a la semana. Me parece que va a ser imposible por los altos costos, pero bueno trataremos, aunque sea dos días entregar alimentos. Hay gente que lo necesita, mujeres solas o con hijos que no tienen para comer a la noche”.

Crónica de una olla popular: familias de San Francisco y Frontera en fila por un plato de comida

Es por ello que el pedido de la organización a la comunidad es que, para los que puedan, donen alimentos y ropa para poder continuar brindando asistencia a las personas que lo necesitan. María resume la situación actual con una simple y tajante frase: "Se hace lo que se puede".