La posibilidad de que Ignacio García Aresca se convierta en diputado nacional el próximo mes de noviembre es concreta. Claro que Hacemos por Córdoba deberá hacer una buena elección para que eso suceda (necesita un piso del 20% de los votos) ya que el intendente de San Francisco ocupa el segundo lugar en la lista de precandidatos detrás de Natalia De la Sota.

Su llegada al Congreso de la Nación no estaría en duda, aunque no sería lo que hubiese preferido García Aresca, quien públicamente declaró que su deseo era seguir siendo intendente y hasta redobló la apuesta, ya que afirmaba que pensaba en un tercer mandato trabajando previamente en la modificación de la Ley Electoral Provincial que hoy se lo impide.

Pero la política es acuerdo. Los partidos, como el Justicialista por ejemplo, son orgánicos y quienes delinean las estrategias electorales son sus líderes. En este caso, el gobernador Juan Schiaretti y el actual intendente de Córdoba, Martín Llaryora. Y, en nuestra ciudad, el mismo García Aresca.

Y si de acuerdo se habla, aunque nadie lo diga públicamente, hay uno bien vigente en San Francisco entre el intendente y Damián Bernarte, quienes conformaron una alianza en 2019 para afrontar las elecciones municipales con el crédito de Schiaretti y Llaryora.

Decisión política

García Aresca aseguró esta semana que no será candidato testimonial y que dejará la intendencia en caso que consiga a través del voto popular una banca en el Congreso. En una entrevista con Cadena 3, sobre su sucesor sostuvo: “El presidente del Concejo Deliberante tomaría el cargo de intendente, al no haber Carta Orgánica nos regimos por la Ley Orgánica Municipal y sería el actual presidente del Concejo”.

Hoy quien está en esa función es Gustavo Klein, aunque originariamente fue Bernarte quien asumió en ese rol luego que el justicialismo gane las elecciones municipales, pero tomó licencia para hacerse cargo de la Secretaría de Gobierno.

¿Pero es realmente una decisión técnica o política la que deberá tomar García Aresca?

La pregunta no es menor y la respuesta iría más allá de libros jurídicos. Para definir a su sucesor lo que deberá tomar el intendente es sin dudas una decisión política.

De esta forma, si aquel acuerdo surgido a partir de la alianza del 2019 sigue vigente, todo indicaría que el intendente interino será Bernarte hasta 2023.

Caso contrario, el lugar podrá ser ocupado por un concejal que debe ser avalado por la mayoría en el Concejo Deliberante, tal como ocurrió años atrás cuando Llaryora dejó la intendencia para sumarse al Gobierno provincial y el mismo García Aresca asumió el interinato.

Las cartas políticas están echadas, solo resta una decisión del mismo tenor para conocer quién sucederá al intendente, si es que logra una banca para convertirse en diputado. Es este, sin dudas, el cambio más significativo que tendrán estas elecciones de medio término en nuestra ciudad.