Carta de un ciudadano
Carta de un ciudadano
La educación está en crisis y requiere una cura en sus raíces. Con frecuencia, los cambios y reformas que se proponen son meros paños calientes, y no tocan la raíz de la situación.
Cambios de técnicas, meras modas pasajeras, que dejan la entraña de la educación intocada.
Todos debemos entender que educar es algo más sublime e importante que transmitir conocimientos o desarrollar una serie de destrezas y habilidades.
Educar es enseñar a vivir en plenitud, ayudar a cada alumno a conocerse, valorarse y así moldear su vida como una auténtica obra de arte.
Cada alumno es un ser único e irrepetible, con una misión en la vida, y los talentos necesarios para poderla realizar.
Urge que la sociedad tome en serio a la educación y a los educadores, y se proponga levantarlos del estado de abandono y postración en que se encuentran.
Hechos
Necesitamos pasar de las proclamas, a los hechos. Hay consenso en teoría de la importancia de la educación para lograr un desarrollo sustentable, que alcance a todos, y para ir gestando una democracia sustantiva, de genuinos ciudadanos.
En la práctica, sin embargo, se le niegan los recursos necesarios y se trata a los educadores como a verdaderos excluidos.
La sociedad no se ocupa de los maestros como debería, y los maestros no se ocupan en forma satisfactoria de los hijos que la sociedad les entrega.
Los educadores se sienten maltratados por la sociedad y esta se siente maltratada por los educadores. Es urgente, en consecuencia, que rompamos este círculo vicioso de la fatalidad. Tratemos a los educadores de acuerdo a la responsabilidad de su misión y exijámosle entrega, calidad.
La educación, la formación de los ciudadanos del mañana, debería ser entregada a los mejores ciudadanos.
No olvidemos nunca que si bien la educación sola no va a sacar al país de la crisis, no es menos cierto que no saldremos de la crisis sin el aporte de una educación profundamente renovada.
Todas las políticas sociales y económicas serán insuficientes y resultarán ineficaces, si no transformamos la educación.
Levantar la educación del estado de postración en que se encuentra, debería ser la prioridad nacional. Para ello, estado y sociedad deben asumir su responsabilidad y dignificar, y tratar a los educadores como los primeros ciudadanos, los que están formando el alma del país.
No es posible tener ciudadanos de primera con maestros de tercera.
A los educadores se les exige mucho y se les da muy poco. Todos quieren el mejor maestro para sus hijos, pero muy pocos quieren que sus hijos sean maestros. Si queremos que la educación contribuya a acabar con la pobreza, tenemos primero que acabar con la pobreza de la educación, y la pobreza de los educadores.
Los educadores, a su vez, deben comprometerse en su permanente dignificación y superación, esforzarse por ser cada día mejores, y empezar a actuar de acuerdo a lo que la sociedad espera de ellos.
Adrian Ortiz