Durante muchos años la esquina de 25 de Mayo y Colón brilló con la luz de las teclas de un enorme piano. Se trataba del cartel lumínico que pertenecía al local comercial Burmeister Lamberghini, la firma que nació en nuestra ciudad y que se extendió por varios puntos del interior provincial. Su producto estrella eran los pianos, que vendía prácticamente a toda la Argentina.  

Oscar Lamberghini (65), hijo de Juan Oscar, fundador de la firma, dialogó con El Periódico y recordó los años dorados del tradicional local.

La historia de Burmeister Lambergini tuvo sus comienzos allá por la década del 40. En esa época Juan Oscar tocaba el violín en la orquesta Fillipetti y Nicollini, donde padeció de cerca las dificultades que tenían los músicos cuando se rompía un instrumento. Entonces decidió invertir junto a un socio en un negocio vinculado al rubro. El comercio se inició precisamente un 27 de agosto de 1945 en 25 de mayo 1572.

“Mi padre trabajaba en lo que era el banco Italia y como la cosa comenzó a funcionar, dejó su trabajo y se dedicó de lleno al comercio. Con el tiempo surgió la posibilidad de abrir una casa en Villa María. Sin embargo por unos problemas familiares su socio dejó la firma por lo que los locales cambiaron de denominación: Lamberghini SRL”, recordó Oscar.

En ascenso

En el año 1954 el comercio se mudó a 25 de Mayo esquina Libertador Norte. En ese momento ya funcionaba la sucursal en Villa María y con el correr del tiempo también se abrieron otras en Morteros, Córdoba y Río Cuarto.

El local que comenzó con venta de instrumentos musicales, exclusivamente pianos Burmeister, también comercializaba exitosamente discos de vinilos y sumó todo lo referente a línea hogar.

Durante ese tiempo el visionario don Juan fue adquiriendo acciones de la famosa fábrica de pianos La Primera ubicada en Pilar, provincia de Santa Fe, y que fabricaba aquella marca de instrumentos, con lo que se transformó prácticamente en dueño.

Esa esquina deseada

“En 1965 sale a remate el edificio ubicado en la esquina de 25 de Mayo y Colón donde acababa de cerrar ‘Grandes tiendas ciudad de Messina’ que contaba con varias sucursales en el país-rememoró Lamberghini-.De San Francisco fueron varios los interesados que viajaron a Buenos Aires para comprar el lugar. Entre ellos mi padre”.

Luego Oscar reveló la anécdota detrás de la puja por el precio del edificio. “No recuerdo cuál era la moneda de entonces, pero mi viejo me contó que comenzó a subir la subasta hasta llegar a 10 millones y el remate se detuvo. Cuando el martillero volvió a preguntar  ‘¿Quién da más?’ Mi padre levantó la mano y ofreció 10,5 millones. Lo que desconocía era que en ese momento había que depositar la mitad de lo ofertado, plata que no tenía en ese momento. Y aunque nadie lo crea, todos los sanfrancisqueños que estuvieron pujando por el edificio le terminaron prestando el dinero para el depósito”, contó.

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Así se instalaba el gran cartel con forma de piano de la firma. (Foto: FBK San Francisco)


El 22 de noviembre de 1966, día de la música, inauguró Burmeister Lamberghini que debe su nombre a que por aquellos años las grandes firmas llevaban por denominación un doble apellido. A don Juan lo convencieron de seguir esa tendencia y enseguida pensó en la combinación de sus queridos pianos y el apellido de su familia.

Al local todavía se lo recuerda porque en su exterior colgaba un vistoso cartel que se asemejaba a las teclas de un piano y que por las noches se iluminaban aleatoriamente. Por muchos años Burmeister Lamberghini fue sinónimo de todo lo referente a muebles de hogar, instrumentos y música.

Aquellos años ‘90

Como para muchas empresas comerciales del país, los años ’90 fueron fatales, sobre todo con la apertura de importaciones-que afectó gravemente la industria del piano- y por la expansión de grandes marcas multinacionales.

“La firma tuvo su época dorada hasta que llegó Menem al poder y nuestro coterráneo Domingo Cavallo, con las medidas económicas que tomaron. Por otro lado, en ese momento los márgenes en el rubro eran demasiado bajos y llegó un momento en que los gastos eran más altos que los ingresos”, aseguró Oscar que ya desde los ‘80 se encontraba como responsable de la sucursal local.

Finalmente concluyó: “Fue una sumatoria de causas la que nos llevaron al cierre. Había muchísima competencia y las alternativas que nos quedaron fueron dos: o cerrábamos o buscábamos un empresa que absorbiera la firma y a nuestros empleados. No fue fácil, porque todo esto había nacido de nuestro padre. Tuvimos varias ofertas hasta que finalmente fue Ribeiro la que se hizo cargo de las sucursales de Morteros, Villa María y San Francisco”.

Durante 1997 los accionistas de Ribeiro adquirieron la empresa Burmeister Lamberghini con presencia y trayectoria en la provincia de Córdoba.

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Oscar Lamberghini

Burmeister Lamberghini llegó a contar con unos 40 empleados en San Francisco, pero ascendían a más de 90 en todas sus sucursales.