Tocar timbre en la casa de calle Entre Ríos donde vive don Vito Peiretti es casi en vano. Es mucho más fácil dar la vuelta por Tucumán y encontrarlo perdido entre un mundo interminable de plantas.

Ahora tiene “88 años y medio”, pero hace mucho tiempo fue maestro mayor de obras hasta que dijo basta y desde hace 37 años es viverista. Actualmente pasa sus días en la tranquilidad del rincón natural que supo construir con la cantidad justa de agua y sol.

¿Por qué dejó las construcciones por las plantas? Simplemente “se cansó” de las exigencias de tener un equipo a cargo y pegó el portazo.

“Fui maestro mayor de obras, a los 50 años dejé porque me cansó la gente. Entonces mi señora me preguntó qué iba a hacer en ese momento y decidí poner el vivero en 1985. Yo vivo en la esquina, pero estoy todo el día acá”, contó a El Periódico.

El lugar donde siempre se lo puede encontrar a Vito.
El lugar donde siempre se lo puede encontrar a Vito.

Vida y nostalgia

Además de plantas, a don Vito se lo ve rodeado de su perra Jenny, la radio y un par de sillas: una para él y otra para quien guste sentarse a charlar un rato. En ese lugar fue donde contó su historia que da cuenta de un hombre que no piensa en dejar de trabajar.

“El vivero lo empecé porque me gustan las plantas, a veces vendo algunas que me da lástima que me las compren. Todo lo que está acá es producción mía, lo hago para abaratar costos, algunas si las compro son tan caras que, sino no podría venderlas”, contó.

A los 88 años sigue trabajando igual, pero sabe que el día de mañana nadie va a continuar con este vivero que supo construir. “Esto cuando yo no esté se pierde. Los nietos tienen sus estudios y está bien que hagan lo suyo”, comentó al pasar.

Las revistas y sus fascículos coleccionables le ayudaron a dar sus primeros pasos como viverista.
Las revistas y sus fascículos coleccionables le ayudaron a dar sus primeros pasos como viverista.

Las revistas le dieron todo

El aprendizaje se lo dieron los fascículos de revistas en épocas donde internet y Google eran una ficción absoluta. Sin fertilizantes, con belleza natural y mucho cariño ha trabajado para que nazcan muchos ejemplares que ni le hace falta promocionar porque quien llega se lo lleva.

“Los viajantes preguntan ‘cómo voy a vender a precios tan baratos’, pero tengo un montón. Es un beneficio para la gente. Yo la vida ya la tengo hecha, con que saque para comer es suficiente”, expresó.

Lo que disfruta Vito es charlar y compartir cualquier tipo de conocimientos. Las clientas que pasan por ahí nunca saben que siempre Peiretti algún consejo nuevo les da. Uno de los más recurrentes está relacionado con el tipo de tierra: “Trabajo con una tierra buena, floja que mantiene húmeda la planta. Si es negra se hace barro o cascote, en esos casos te la asfixia, es el error más grande, tampoco uso fertilizantes”, aclaró.

A su edad sabe que los clientes vienen solos y que, aunque su vivero esté un poco lejos siempre está abierto. La sabiduría no le llegó de arriba, está en los más de 100 fascículos sobre plantas que coleccionó y que se sabe de memoria.

Escondido entre las plantas este vecino pasa sus días trabajando.
Escondido entre las plantas este vecino pasa sus días trabajando.