Corría el año 1982. Hacía casi tres años del momento en que Teresa de Calcuta había ganado el Premio Nobel de la Paz, según indica el sitio web oficial del galardón, considerando su “actitud personal” y sus “cualidades humanas”, cuando la fundadora de las Misioneras de la Caridad visitó San Francisco y Frontera. Y apenas dos años de que se instalaran en la vecina localidad de Frontera las religiosas de la Congregación de las Hermanas de Calcuta, que responden a su conducción.

Según los registros de la época, la visita de la santa fue el sábado 18 y domingo 19 de septiembre de 1982, en el marco de una gira por el país en las que recorría las sedes de su misión.

A través del testimonio de vecinos que recuerdan aquellos días y los registros que conserva el Archivo Gráfico y Museo Histórico, El Periódico reconstruyó cómo fue el histórico paso de Teresa de Calcuta por nuestra ciudad.

Foto: Archivo Gráfico y Museo Histórico.
Foto: Archivo Gráfico y Museo Histórico.

El contexto

La publicación “Signos de esperanza”, bajo la dirección periodística de Antonio Martí y Javier Vénica, en su ejemplar de septiembre/octubre de 2003 que conserva el Archivo Gráfico publicó algunos testimonios de testigos de su visita.

De acuerdo a lo que recuerda la publicación, la Congregación de las Hermanas de Calcuta aún no contaba con personas por cuidar. Las Hermanas habían llegado el 15 de agosto de 1980, el año después que Madre Teresa recibiera el Nobel de la Paz. Las primeras cuatro Hermanas eran María Anand (como superiora), Francie, Yose y Rosenda.

La Hermana Francie venía de la casa que poseían en Perú, además de ser una de las primeras en Frontera. Y fue una de las que estuvo cuando Madre Teresa visitó la ciudad en el ’82.

A 40 años de la histórica visita de la Madre Teresa a Frontera y San Francisco

Una multitud

En una entrevista que se le hiciera para dicha publicación, Francie consideró aquella visita como una “bendición” para la comunidad de religiosas que recién estaba desarrollando sus primeros pasos.

De acuerdo a sus dichos, la Madre Teresa vino hasta Santa Fe en avioneta y desde allí se trasladó en automóvil hasta Frontera.

“La cantidad de gente era impresionante, había mucha gente en los alrededores, todos la querían ver. La Madre Teresa sentía pena por la gente afuera así que entraba y salía a cada rato. Todas las personas la querían tocar, era increíble percibir cómo la Madre transmitía a Dios. La gente afuera rezaba el Rosario, ella salía cada cinco minutos así que hablaba entrecortadamente con nosotras”, había expresado Francie.

Según su testimonio, la santa les daba medallitas a las personas que estaban afuera.

En esa visita, recordó la religiosa que también había tenido la posibilidad de estar con la santa en India y en Perú, la Madre Teresa visitó Frontera, fue a Rafaela y estuvo al día siguiente en la Municipalidad de San Francisco.

La Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, sobre Calle 64, en Frontera, el lugar que visitó Madre Teresa.
La Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, sobre Calle 64, en Frontera, el lugar que visitó Madre Teresa.

Para Francie “fue un gran empuje que viniera Madre Teresa”. “A cada lugar que iba ella era muy observante, sabía separar cada persona de la multitud, una medallita o un saludo. Para esa persona en particular con una mirada, una atención y una conversación especial, lograba un contacto íntimo persona a persona en poco tiempo; era una persona de Dios, irradiaba a Jesús”, la recordó.

El recibimiento fallido

Otros testimonios anónimos, citados por la publicación, son los de otras cosas colaboradoras.

Una de las anécdotas la contó “M”, que había manifestado que cuando vino Madre Teresa era un día “hermoso” y que mucha gente se había acercado al Aero Club pensando que llegaba ahí, pero ella se bajó en Santa Fe y desde allí llegó.

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“Fue lo mejor. Poder verla, tocarla, recibir esa paz que transmitía. Es una cosa increíble ese don especial, aunque me resulta difícil explicar en palabras todo esto. Me acuerdo que tenía dedos largos, los pies deformados, siempre con su campera gris”, comentó.

La llegada de las Hermanas de Calcuta

Norma Beltramino de Chiaro fue una de las personas que participó de su visita, en su caso como directora de la Escuela Nº 1264 "Malvinas Argentinas".

Previo a la llegada de la Madre Teresa, la mujer ya había forjado una relación con las Hermanas, que eran asiduas al establecimiento. “Siempre rezábamos y pedíamos que a Frontera tenía que llegar la parte religiosa. No teníamos más que un sacerdote. Éramos un grupo grande que rezábamos. Decíamos ‘qué lindo sería’. Y nos traen la noticia de que llegaban las Hermanitas de Calcuta. Ellas llegaron, muy humildes como siempre, siempre con sus sonrisas”, contó Beltramino.

El Hogar de la Paz, sobre Calle 70, en Frontera, donde están hoy las Hermanas de Calcuta.
El Hogar de la Paz, sobre Calle 70, en Frontera, donde están hoy las Hermanas de Calcuta.

La exdirectora recordó que para colaborar en la confección de una campana, al comunidad educativa había salido a recolectar bronce. También ayudaron a armarles una cocina, entre otras cosas. “La gente colaboraba muchísimo”, aseguró.

Beltramino agregó que si bien intentaron que las Hermanas pasaran tiempo en la escuela, la gran diferencia cultural lo complicaba: “Ellas se sonreían con los chicos y no había posibilidad de aprendizaje, era una fiesta. Y como no entendían español, las llevé adentro de la dirección. Ellas se sentaban conmigo, yo les explicaba y ellas iban anotando en sus idiomas, porque tenían sus distintos dialectos como indias”.

Viendo que no era sencillo tenerlas en las aulas y en la dirección, Beltramino contó que les asignó una tarea especial: recolectar firmas para la creación de una escuela en barrio Acapulco, en Josefina. “Supuse que lo más importante era la ‘universidad de la calle’, lo que ellas venían a hacer”, dijo.

Y agregó: “A las dos semanas llegaron con la nota y una cantidad de firmas extraordinaria. Y se reían. Y yo pensaba  ‘hicieron firmar a cualquiera’”, contó bromeando.

“De paso conocían. Me dieron una gran mano. No entendían de esa ruta que dividía. Lograron mucho”, sumó Beltramino.

Las escuelas, presentes

Específicamente en cuanto a la histórica visita, la ex directora rememoró: “Habían venido todas las escuelas, se hizo una misa fabulosa a la tarde en el patio. Trabajaron mucho para eso. Vino gente de todas partes. La humildad de ella, la gente admiró de ella siempre ese silencio tan importante que ella hacía, que era dulce mirarla. Esa ternura que ella tenía. Y cuando hablaba, que era muy poco, decía sólo algunas palabritas en español como ‘hola’, lo hacía muy suavecito. Lo decía y eran tan dulces tanto las palabras como ese silencio”.

Momento en que Madre Teresa de Calcuta le da la bendición a abanderado, Sergio Ferreyra; los escoltas Marta Mendoza y Margarita Tabares; personal directivo Norma Beltramino de Chiaro; docente Norma Beltramino de Raviola; y docente de jardín de infantes Aída Girbau de Eschoyez; de la escuela Nº 1264 "Malvinas Argentinas" de los barrios Acapulco y Veracruz de Josefina.
Momento en que Madre Teresa de Calcuta le da la bendición a abanderado, Sergio Ferreyra; los escoltas Marta Mendoza y Margarita Tabares; personal directivo Norma Beltramino de Chiaro; docente Norma Beltramino de Raviola; y docente de jardín de infantes Aída Girbau de Eschoyez; de la escuela Nº 1264 "Malvinas Argentinas" de los barrios Acapulco y Veracruz de Josefina.

Otro testimonio es el de Aída Girbau de Eschoyez, quien en ese momento era docente de preescolar de la Escuela Nº 1264.

“Fuimos con la bandera de ceremonias a esperarla, al frente de la parroquia de Guadalupe. Fue un momento importante, muy emocionante, porque ella se hizo un espacio en la calle. Se acercó a toda la gente a saludar, fue muy emocionante. Ella se arrodilló y besó la bandera. Fue un gesto que no esperábamos”, apuntó.

Y añadió: "No la vimos hablar, fue muy silenciosa, el perfil propiamente de un santo”.

El hombre que la custodió

A 40 años de la histórica visita de la Madre Teresa a Frontera y San Francisco

Juan Schiozzi, en ese entonces policía que trabajaba en la Comisaría Nº 6 de Frontera, recordó otras anécdotas de ese día.

El hombre, uno de los pocos en conocer dos santos en vida (también conoció a Juan Pablo II en Rosario), contó que para la ocasión se preparó un operativo policial, aunque no de gran envergadura, ya que la Madre Teresa en nuestro país no era muy conocida como en el resto del mundo o como lo fue después, cuando se difundió su obra.

A 40 años de la histórica visita de la Madre Teresa a Frontera y San Francisco
Las imágenes y una medallita de las Hermanas de Calcuta que guarda en su billetera.
Las imágenes y una medallita de las Hermanas de Calcuta que guarda en su billetera.

“Lo de la Madre fue algo impresionante. La acompañamos a todos lados. Yo la tenía al lado mío. No había mucha gente, o sí, pero no la que podría haber en este momento. La recibimos en la iglesia Guadalupe. La acompañé adentro de la iglesia, cuando bajaba la escalinata. En un momento la agarré del manto porque casi se cae. La gente la quería tocar, mucha gente la besaba. Ella era muy débil, chiquita, frágil, ella irradiaba algo distinto, es lo que yo sentía”, perpetuó.

Asimismo contó una anécdota: “Cuando la acompañamos a Rafaela, teníamos como móvil un Ford Falcon rural, yo la senté al medio, al lado mío, en la parte de atrás del vehículo, y la toqué con el arma. Y ella se hizo a un lado. Me miraba y se reía. Contarlo me pone la  piel de gallina, es algo que no se puede olvidar”.

De la visita de la Madre Teresa, Schiozzi guarda un rosario y una medallita que la santa le regaló aunque la foto del momento la perdió en una mudanza.

Por su cercanía con la fe, cuando la santificaron, las Hermanas de Calcuta lo invitaron a participar de la misa.

“Ella era distinta, no se puede explicar en palabras, siempre sonriendo, chiquitita, flaquita. Al que venía a hablarle ella  siempre lo recibía con una sonrisa y le extendía la mano”, concluyó.

“Se me pone la piel de gallina”

A 40 años de la histórica visita de la Madre Teresa a Frontera y San Francisco

Gloria Vivas, una vecina en aquel momento y que hoy es trabajadora en la parroquia de Guadalupe desde hace 30 años, sumó más detalles de aquel acontecimiento tan especial.

“Cuando vino Madre Teresa hubo mucha gente, fue hermoso. Las hermanas vivían al lado de la parroquia, donde ahora es la casa parroquial, por eso vino ahí. Ella hablaba con la gente, era muy amable. Fue hermoso, se me pone la piel de gallina”, reveló.

A su vez manifestó: “Ella no hablaba mucho, era muy humilde. Lo que hacía siempre era ponerte la mano en la cabeza, la bendición. Ella saludaba a todo el mundo. Tuve la oportunidad de tocarla”.

La mujer recordó también el momento de su santificación: “Se hizo un acto en la Escuela Nº 1001, fue hermoso cuando la santificaron, fue pasar toda la noche para vivir todo lo que ella vivió, entre rezos, cantos y alegría. Uno como está acá conoce la vida de las hermanas y todo lo que ella hizo por los pobres”.

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Santa

La Madre Teresa de Calcuta fue una monja católica de origen albanés, naturalizada india, que fundó la Congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta en 1950.

Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación, en un primer momento en la India y luego en otros países del mundo.

Tras su muerte, fue beatificada por el papa Juan Pablo II. Su canonización fue aprobada por el papa Francisco en diciembre de 2015, después de que la Congregación para las Causas de los Santos reconociera como extraordinaria la curación de un brasileño enfermo en estado terminal. El acto oficial de canonización tuvo lugar en Roma en la mañana del domingo 4 de septiembre de 2016.

El mejor retrato

A 40 años de la histórica visita de la Madre Teresa a Frontera y San Francisco

Son pocos los registros fotográficos que hay de la visita de la Madre Teresa de Calcuta a Frontera y San Francisco. Esta foto, considerada una de las mejores de ese día, fue tomada por el fotógrafo rafaelino Adolfo "Fito" Previderé, hoy fallecido. El original de esa foto perdura en casa de Alicia Bertola. Los negativos fueron revelados en 1982 por Curiotto Fotografía, firma que conserva una edición digital.