“La Fábrica fue una escuela que enseñó oficios a muchísimos trabajadores. Su cierre fue una situación angustiante, un proceso muy duro y muy largo que dejó secuelas en la gente”, recuerda Luis Chiappero (60), uno de los 140 obreros que un 12 de diciembre de 1996 tomaron pacíficamente la Fábrica Militar San Francisco en defensa de sus puestos de trabajo.

Todo aquel año de 1996 fue un período intenso de protestas y reclamos laborales por parte de los trabajadores representados gremialmente por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) ante los cada vez más contundentes rumores de cierre de distintas fábricas militares del país, por el proceso privatizador del gobierno menemista.

Desde mayo del ’96 se habían iniciado distintas medidas de fuerza, como cortes de ruta, movilizaciones y protestas. Los representantes sindicales manifestaban en aquel entonces que “los 140 despidos que se ocasionarán no pueden ser soportados por nuestra ciudad y, además, los trabajadores afectados no tienen posibilidades de volver a conseguir un trabajo estable”.

El sindicato reflejaba su preocupación ante el futuro de sus agremiados ya que los 140 trabajadores afectados se trataba de personal con más de 20 años de servicio y con un promedio de edad de 45 años.

Desgaste psicológico

Chiappero era por aquellos años el secretario general de ATE San Francisco y reconoce que hubo un proceso de “desgaste psicológico” mientras se lleva adelante la venta y privatización de todas las instalaciones. “Ya en los últimos meses debíamos entrar a las 5 y nos hacían ir a las 8 para no consumir esa energía. No nos daban actividades para hacer y muchas veces nos tenían dando vueltas por la fábrica. Había algunos muchachos que tenían que hacer una producción pero pequeñísima, y ante los rumores cada vez más grandes del cierre eso iba llevando a que muchos compañeros pidan indemnizaciones adelantadas”, rememora ante El Periódico.

En los primeros días de diciembre, el por entonces interventor de la Dirección General de Fabricaciones Militares,  Marcelo Bellesi, confirmaba que la Fábrica Militar San Francisco “sería desactivada el 31 de diciembre a la espera de su traspaso definitivo a la empresa que resulte adjudicataria del llamado que se realizará”.

En cuanto al destino de los trabajadores del establecimiento señaló que “todo el personal será derivado al Fondo de Reconversión Laboral cuya instrumentación estará a cargo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social”.

A 20 años de la toma pacífica de la Fábrica Militar

Desinterés social y político

Por aquellos días de diciembre los dirigentes de ATE insistían en que los establecimientos de Fabricaciones Militares debían  “continuar en manos del Estado”. Consideraban que la planta de nuestra ciudad contaba con maquinarias apropiadas para abocarse a la producción de elementos pesados, y en el aspecto civil “podría adoptarse una estrategia agresiva de comercialización”.

Por otra parte apelaban a la “conciencia ciudadana para que tome activa participación en defensa de esta fuente de trabajo”.

Si bien hubo unos pocos concejales que se opusieron a la venta de la fábrica, gran parte de la sociedad y el poder político, en aquel momento el intendente era Jorge Luis Bucco, le habían dado la espalda al destino de los trabajadores.

La última medida

Como última medida desesperada, más de 40 trabajadores decidieron tomar el acceso a la Fábrica Militar resistiendo la pérdida de sus empleos y pidiendo a los legisladores provinciales que se hagan eco de sus problemas.

“Nos enteramos que se podía realizar un tercer intento de venta de la fábrica, entonces decidimos tomar el ingreso”, recuerda Chiappero. Y agrega: “No se sabía quién la iba a comprar, la fábrica estaba tasada a través del Banco Nación en 9 millones de pesos. Luego no sabemos por qué motivos la bajaron a 3 millones. Hubo un oferente que quería la fábrica, pero libre de personal y supuestamente se iba a hacer cargo de la indemnización. Y finalmente, según trascendidos, la venta se cerró en algo así de 1 millón doscientos mil pesos, y fue el Estado el que pagó las indemnizaciones”.  

Para Chiappero fue una época muy triste en su vida y de mucha incertidumbre. Entre 40 a 50 compañeros se turnaban por las noches continuando día tras día la toma, pero las respuestas y el acompañamiento de otros sectores nunca llegaron.

Como triste anécdota señala: “Si bien nuestras familias nos acompañaban y estaban con nosotros, solo un ciudadano de la ciudad se arrimó a llevarnos un pan dulce”. Esto habla a las claras del desinterés social que existía en aquel entonces por la fábrica.

Con críticas a Bucco finalizaba la ocupación

La toma pacífica se mantuvo durante ocho días hasta el 20 de diciembre. Como cierre de la medida de fuerza, los trabajadores participaron de una misa frente a las instalaciones junto al obispo Baldomero Carlos Martini.

Las palabras finales estuvieron a cargo de Luis Chiappero y fueron las siguientes: “No nos vamos derrotados. En cambio nos vamos tristes por la poca participación y comprensión de la importancia del conflicto por parte de la comunidad que se mostró insensible, al igual que el intendente Jorge Luis Bucco, quien tampoco nos dio su apoyo en esta gesta”.