Ángel Meloni (78) se mueve en la Terminal de Ómnibus como pez en el agua. Vestido con su chaquetilla color azul, el “tigre”, como lo apodan, es quien se encarga de subir y bajar valijas y bolsos que pertenecen a los pasajeros de los distintos colectivos que llegan o se retiran de San Francisco. Es todo un símbolo del lugar.

Ángel es hijo de un peruano “aventurero”, según cuenta a El Periódico, que fue jefe del Ferrocarril Belgrano Cargas. Hincha de Racing y de Sportivo Belgrano, Meloni se reconoce como el maletero “más viejo de la provincia”. Y sus 53 años de antigüedad en este trabajo lo avalan.

“Empecé en la Terminal vieja, en el 63. Trabajé unos tres meses a la noche porque después que me casé tenía una deuda con el director de turismo. En esos meses pagué lo que debía. Después me dijeron que los horarios eran rotativos, entonces no pude seguir porque yo era ordenanza en el Banco de la Provincia de Córdoba”, recuerda.

Pero Ángel, después de aquella experiencia quiso volver: “No me dejaron volver. Me dijeron que tenía que presentar una carta en la Dirección Provincial de Turismo; entonces me presenté y me dieron la oportunidad”, cuenta.

“Cuando entré era lindo, cargábamos las valijas arriba del techo del colectivo, yo era el más joven y me mandaban siempre arriba a hacer ese trabajo”, rememora.

El trato con la gente

El trabajo de maletero (o mozo de cordel) no es fácil, sobre todo porque no se goza de un sueldo sino que el dinero que se gana surge de la voluntad de la gente que deja su propina en la mano de quien le sube el bolso o la valija al colectivo.

“Hay que hacerse querer con la gente, hay que tener genio”, reconoce, asegurando que “la gente es buena si vos la tratás bien”. Entre los secretos enumera no hacer caras feas cuando se recibe el dinero, pero dijo que lo primordial es no mirar lo que a uno le dan.

El “tigre” afirma que trabajar tanto de noche perjudicó a su matrimonio: “Estaba poco en casa, me terminé separando y me quedé con mis tres hijos”, aclara. Hoy esos chicos son dos hombres y una mujer de 49, 48 y 46 años, respectivamente.

“Yo todo lo que hice lo hice con las valijas. A mis tres hijos les regalé la casa y también me hice mi casita” indica con orgullo.

Los momentos más fuertes del trabajo, donde más se gana, son a la mañana y a la noche, donde arriban pasajeros de ómnibus de larga distancia. “Hace rato me jubilé y vengo solo a la tarde. Sigo viniendo porque si no extrañaría, además me sirve para hacerles regalos a mis nietos (10) y bisnietos (1) porque con la jubilación sola no se puede”.

El “tigre” Meloni: una vida entre bolsos y maletas

Maletas famosas

Meloni cuenta que este trabajo le dio la posibilidad de conocer a personajes célebres como el ya fallecido médico René Favaloro, otros televisivos como la periodista Mónica Gutiérrez y también del mundo del modelaje como María Vázquez.

Olvidos y recompensas

En sus 53 años de trabajo, el “tigre” devolvió infinidad de cosas olvidadas por los pasajeros. Muchas veces dinero.

“Tengo una capelina acá guardada y estoy esperando que vengan a buscarla”, informa, y luego recuerda una anécdota: “Una vez en los noventa encontré un maletín con dólares; se le cayó a un hombre detrás del monumento a Gardel, que en esa época no estaba. Fue un par de veces a buscarlo, no lo encontró y la tercera vez me preguntaron a mí y les dije que lo tenía y estaba esperando que lo vengan a retirar. Como agradecimiento me dio diez billetes de cien dólares. Eso me ayudó a hacer dos piezas, la cocina y el baño de mi casa”.

Sueño cumplido

Meloni asegura que pudo cumplir sus sueños con un trabajo que de entrada veía como difícil. “Me siento orgulloso de lo que pude conseguir, a mí nunca me vas a ver arrugar la cara porque no me das propina”, afirma.