Roque Kessler (66) es un jubilado que pasa sus horas realizando artesanías. Nacido en Santa Anita, un pueblo de Entre Ríos, cuenta que es autodidacta y que lo que hace es un hobby que despertó cuando aún era un trabajador metalúrgico.

“Esto es un hobby, porque yo era metalúrgico y esto lo hacía después de hora”, comenta, mientras enseña uno de los trabajos con más historia, una iglesia hecha de cartón, la cual realizó hace 39 años, inspirándose en una parroquia de su lugar de origen.

“Está hecha de cartón primero y después está revestida con unos palitos, con los que en el campo antes se hacían escobas. Yo encontré un lugar donde crecían y lo adapté para esto. El techo es de cartón corrugado, lo pinté con antitóxico y después con aluminio le di un efecto de chapa vieja. Adentro tiene los bancos, las luces, eso lo armé antes de poner el techo, y después la plaza, con la calle, con los autos, con todo”, explica a El Periódico.

“Tenía 10 años y me hacía los juguetes”

Su trabajo

Roque, que lleva alrededor de treinta obras realizadas a lo largo de su vida, asegura que prefiere hacer artesanías de cosas antiguas.

Aprendí solo, de chico, tenía 10 años y me hacía los juguetes. Jugaba siempre solo, porque era celoso de los juguetes que me hacía”, revela.

En cuanto al tiempo que le llevan afirma que lleva su tiempo y tarda muchas horas. “Para mí es un pasatiempo. Ahora que estoy jubilado me costó adaptarme a esta nueva etapa, pero esto me ayudó mucho”, confiesa.

A su vez cuenta que además de pasar el tiempo en su casa, lo hace en el Centro de Jubilados del Este Cordobés. “Colaboro en el centro todas las mañanas, a veces arreglo cosas, ya hice unos cuantos trabajos”, rememora orgulloso.

Otras obras

Otra de las obras que realizó, también hace varios años, es una locomotora, que intenta replicar a la existente en Balnearia. “Esa la saqué a través de una foto. Está hecha de cartón, madera, fibrofácil, los rieles son de hierro, los durmientes, de madera; después el carro con los dos caballitos, es uno que nosotros usábamos en Entre Ríos, y ese lo hice directamente sin fotos, porque lo tenía en la imaginación, de tantos años que lo usamos”.

Otro de los trabajos, también referido al campo, es un sulky. “Fue lo más original que hice, está hecho tal cual, así es como se ata una carreta a un sulqui, siempre que sea de dos ruedas. Los arneses son diferentes que los de otros caballos que están en el carro”, asegura.

“Tenía 10 años y me hacía los juguetes”

Entre sus obras hay también aquellas que reflejan a San Francisco, como es el caso de una calesita, que es una réplica de la que aún existe sobre la Plaza Cívica. Con algunos detalles, la obra intenta mantener la escala.

“Tenía 10 años y me hacía los juguetes”

Destino

El destino de sus obras, principalmente, es una vitrina de vidrio que confeccionó en su casa para poder atesorar cada trabajo realizado. De todas maneras, a alguna que otra las regaló a sus seres queridos.