Una vaca que toma altura y vuela. Debajo suyo, cuatro de su misma especie miran al bulevar 25 de Mayo con suma picardía. Una tiene sombrero, otra auriculares rojos, hay una tercera que masca chicle y una cuarta está lookeada con unas gafas amarrillas.

La imponente obra sobre los silos del viejo molino Río de la Plata fue plasmada por el artista porteño Alfredo Segatori, en el marco del proyecto municipal “Las paredes hablan”, que comenzó con la intervención de distintos espacios públicos por parte de exponentes locales y también del reconocido muralista Mario Lange.

“Seguramente en algún momento pinte el Obelisco de colores”, el sueño del creador de las vacas en los silos del centro

Así, el arte urbano empezó a ganar las paredes sanfrancisqueñas que se ven cada vez más revitalizadas y coloridas. Y Segatori, quien participó del programa Yo Digo que se emite cada martes por El Periódico TV y El Periódico Radio (FM 97.1), es parte importante.

- ¿Qué te genera a un artista de Buenos Aires ser convocado para llevar su arte al interior del interior?

- Es muy interesante y sobre todo un gusto dejar una obra aquí que tiene que ver con una temática relacionada a esta zona de producción. El mural se llama “La vaca que se fue volando”, se trata de animales con un toque surrealista. Creo que es una imagen que agrada. Cuando pinto en el espacio público trato que la obra tenga un toque de humor, que integre a la comunidad, que sea bien recibida por los niños y la gente.

- ¿La idea de las vacas surge acá o tenías ya en la cabeza que venías a una zona de explotación agropecuaria?

- Siempre primero salen los espacios, las paredes, en este caso cuando me convocan tiré esta propuesta y me dieron libertad total. La idea gustó y avanzamos. Tienen un toque de humanidad.

- ¿Es la primera vez que pintás sobre silos?

- No, ya lo hice antes. Me dedico específicamente a intervenciones de grandes estructuras y laterales de edificios. Estoy acostumbrado. Cuanto más grande es la pared, más me motiva.

- ¿Por qué un municipio debe invertir en el arte urbano? La pregunta viene porque se despertaron algunas críticas respecto a este tipo de gastos que forman parte de lo que se invierte culturalmente.

- Es muy importante que las ciudades pongan en funcionamiento planes que tengan que ver con la cultura y que pueden llegar a los barrios, también con artistas locales. La cultura cambia el día a día de las personas, la experiencia como muralista de pintar en barrios de todo tipo, ricos, pobres, en México, en Estados Unidos… siempre tuve buena devolución, afectiva, buena energía y es lo que motiva. Fundamentalmente lo valora la gente. En todas las instancias hay gastos para distintas situaciones, educación, desarrollo social y no hay que olvidarse de la cultura. Y hay que entender que quienes la llevan adelante están trabajando.

Yo Digo - Alfredo Segatori

- ¿Cómo llega el arte a tu vida ya que sos profesor de Educación Física?

- De chico era muy deportista, cuando cumplí 18 años, si bien mi madre es pintora y mi abuelo baterista de jazz, en ese momento me metí en el profesorado. Luego apareció esta faceta en el arte. Agarré un laburo en Motor Oil (marca de ropa) armando vidrieras, vi que tenía buena mano y era creativo.

- Los murales al estar a la intemperie tienen fecha de vencimiento: ¿seguís tus obras para ver cómo se mantienen?

- Son como hijos. Y sí, sufren el deterioro del tiempo. Hay materiales que los preservan pero se va perdiendo el color. Pero el desgaste tiene también su mística.

- ¿Cuándo haces el clic y te proponés vivir de tu arte?

- Cuando trabajaba de visitador médico de AstraZeneca.

- No te privaste de nada…

- (Ríe) Es un laboratorio más, siempre con buenos productos en el que estuve antes de que sean tan nombrado por esto de la vacuna. Me costó arrancar como artista plástico, hice muchos murales gratuitos hasta que me hice un nombre, gané confianza y todo fue creciendo. Cuando estaba por hacer el "El regreso de Quinquela" (extenso mural de 2000 metros en homenaje al pintor emblemático que sigue extendiéndose desde 2014) venía con muchas instancias de trabajo. Ahí me dije “este es el momento”.

- Si de obras emblemáticas hablamos hiciste varias.

- Las que más repercusión a nivel noticia tuvieron, hasta mundial, fue el mural de Quinquela y el homenaje a Diego Maradona ("San Diego del barrio de La Boca", mural de 20 metros de alto por 40 de ancho que comenzó a pintar apenas se conoció la noticia de su muerte). Fueron momentos importantes por el empuje de la prensa internacional. El de Maradona lo quería hacer con él en vida. El Diego es lo máximo, como Charly García, sé que hay amores y odios sobre su persona. Me quedo no tanto con lo del jugador sino con ese personaje, esa persona común y con errores.

- Te presentás como un apasionado de un arte que con aerosoles impregnás paredes, diseñás murales trash o hacés estos denominados por vos "exabruptos" de color. De esto último no se salvó ni la limusina abandonada Charly García la cual llamaste "Limurock".

- Es una linda historia. Tenía mi chapista Dani, yo quería reciclar mi camioneta porque la iba a vender. Le dije te hago un exabrupto de color en el taller, esta línea de trabajo abstracto que hago, y vos me pintás la chapa. Hicimos un trueque. Pero dentro del taller tenía la limusina estacionada hace siete años. entonces le dije que la saque que la hacemos en composé con el frente del local. La sacó y la pinté. Luego Dani se copó y la tuneó, la puso en marcha y fuimos a una feria. Le pusimos la Limurock para usarla en eventos artísticos. En un momento me entero que la hija de Daniel, Mecha era novia de Charly, y el trabajo llegó a sus ojos.

“Seguramente en algún momento pinte el Obelisco de colores”, el sueño del creador de las vacas en los silos del centro

- Charly siempre usó pinturas, no se iba a enojar con el trabajo.

- La vio y dijo es “re say no more”. Me dijo Dani que Charly iba a pasar al taller, que vaya, así que fuimos con mi familia. Cae Charly, Teo (hijo de Segatori) el día anterior se sacó en el teclado “Yendo de la cama al living”. Cuando llegó, imagínate, empezó a gritar “dónde está mi limusina”. Se metió adentro y salió por la ventana del techo y ahí mi hijo empezó a tocar y Charly se copó y cantaba. Fue impresionante.

- Uno de los placeres de la profesión.

- Lo máximo. Después fuimos al cumple 68 de Charly, él iba en la limusina y cuando se bajó dijo ante los que estaban ahí “cuando veo un trabajo bien hecho soy el primero en reconocerlo”.

- Amerita que tenga su mural entonces.

- Se viene algún mural de Charly, le dije que lo iba a pintar con el Diego.

- ¿Y qué más viene?

- El Obelisco, el puente de la Boca…(ríe). Ojalá se pueda. Seguramente en algún momento pintemos el Obelisco, con unos colores, un exabrupto de color y después lo volvemos a poner blanco.