La historia del perrito abandonado y que deambulaba en el cementerio de nuestra ciudad tuvo un final feliz. La pareja que se ofreció que como hogar de tránsito se encariñó con “ Monono” -tal como lo habían bautizado los empleados del cementerio- y decidió adoptarlo.

Hoy “Mononín”, como lo llama cariñosamente Nerina Requena , su nueva mamá, pasa los días frente al calefactor de un hogar y acompañado de nuevas amigas-dos perritas que también pertenecen a la familia-.

“Cuando conocimos la historia de ‘Mononín’ nos habíamos ofrecido como casa de tránsito para darle albergue, pero después nos encariñamos mucho y decidimos adoptarlo. Es re tranquilo, muy bueno y se porta tan bien”, afirma Nerina mientras acaricia a su nueva mascota.

La historia que se viralizó

La situación de abandono del perro se hizo conocida gracias a las redes sociales, la publicación de El Periódico , y a las personas solidarias que decidieron intervenir.

“Monono”, el perrito del cementerio, tiene nuevo hogar

A finales del mes de abril muchos fueron los que vieron a “Monono” llorando desahuciado frente a una tumba del cementerio. Muchas veces fue alimentado por el personal de la dependencia municipal y otras tantas hubo personas que quisieron rescatarlo pero el animal se asustaba y escapaba.

Finalmente fue la proteccionista Verónica Pendino quien pudo agarrarlo. La mujer no creyó que el animal hubiese estado llorando a un familiar fallecido, sino que había sido cruelmente abandonado y se refugió en ese lugar.

El nuevo hogar

El novio de Nerina trabaja en el Parque Industrial y cada vez que iba a su trabajo veía al animal. Inclusive la pareja intentó rescatarlo pero “Monono” se asustó y no se dejó agarrar.

Pero cuando se enteraron de que buscaban un hogar para el “perrito del cementerio”, los chicos se ofrecieron para cuidarlo. “Los primeros días estaba muy triste-recuerda Nerina-, pero con el correr de los días semanas se fue adaptando y cada vez que uno de nosotros llegaba nos hacía fiesta y nos encariñamos”.

La veterinaria que lo examinó determinó que el animal tiene entre 7 y 10 años y que en ese momento se encontraba con poco peso y defensas bajas.

Hoy el animal ya recuperó sus kilitos y se divierte con su nueva familia. “Está muy bien, sólo anda medio chuequito de una patita que creemos que se debe a un choque y que el hueso nunca se soldó bien. Pero prácticamente es el rey de la casa, que a veces se aprovecha un poquito y se tira a la cama a dormir”, dice entre risas Nerina.