Jorge Centeno (44) tenía apenas un mes cuando asesinaron a sus padres en lo que se conoció como la “la masacre de Las Heras e Ituzaingó”, uno de los operativos más recordados de la represión ilegal en Santa Fe, en el que fueron asesinados Jorge Piotti e Ileana Gómez, padre y madre de Centeno, quien lleva el apellido de sus tíos.

En el mismo exterminio realizado por expolicías y militares murieron además Osvaldo Ziccardi y Carlos Frigerio, también militantes como la pareja, y hubo una quinta víctima: una maestra que vivía en el departamento contiguo donde se dio la balacera, Elina Carlen, quien no estaba en los planes de los ejecutores.

La historia cuenta que la ferocidad del ataque a la casa, ocurrido el 19 de enero de 1977, quedó reflejada en el recuento de las balas utilizadas por la policía: 129 proyectiles de FAL, 115 de Itaka y 345 de armas de 9mm. La cantidad de impactos que sufrieron las víctimas también dejó al descubierto que no se trató de un “enfrentamiento”, sino de cuatro fusilamientos.

En 2019, en el Tribunal Oral Federal (TOF) de San Jerónimo y Primera Junta, fueron condenados por aquel tiroteo 14 represores, entre ellos Jorge Balla (67), quien desde mayo pasado cumple prisión perpetua, aunque domiciliaria, en un departamento céntrico de San Francisco, hecho que puso en alerta a los organismos de derechos humanos locales.

Los militantes asesinados en la masacre: los dos primeros eran los padres de Centeno.
Los militantes asesinados en la masacre: los dos primeros eran los padres de Centeno.

El relato de una víctima directa

Centeno era un recién nacido cuando sus padres fueron abatidos. Junto a un medio hermano (de dos años en ese momento) sobrevivieron del alevoso ataque posiblemente protegidos dentro de un mueble. Tras ello pasaron unos días en una casa cuna de Santa Fe. En el caso de Jorge fue rescatado por su tía Leticia, hermana de su padre, que junto a su marido lo criaron en la ciudad de Córdoba.

Hoy con 44 años, padre de tres hijas, cuenta que la historia de lo ocurrido aquella vez la fue reconstruyendo “de a poco” ya que en ese entonces la familia se enteraba por la información que daban los diarios, que hablaban de un enfrentamiento entre dos fuerzas: Ejército y Policía contra subversivos, algo que quedó descartado durante el juicio.

“Yo estuve un tiempo con un medio hermano mío permaneciendo en una casa cuna de Santa Fe. Después, a medida que fue pasando el tiempo nunca se habló mucho del tema en ambas familias, ni de parte de mi padre ni mi madre”, explicó Centeno a El Periódico.

Ya iniciado en la juventud, Jorge empezó a participar en “Hijos”, una organización de derechos humanos conformada principalmente por hijos e hijas de desaparecidos durante la última dictadura militar. En esos momentos –reconoce- se fue enterando “un poco más” sobre lo sucedido con sus padres, historia que terminó conociendo con mayor profundidad durante el juicio realizado en 2019.

“Esa masacre tuvo el accionar de las fuerzas militares y policiales de la época que también terminaron matando a una vecina, al balear desde dos o tres frentes el departamento”, señaló.

Centeno explicó que sus padres militaban en la Juventud Peronista. En el caso de Jorge Pioli fue seminarista primero e integró el movimiento de los curas del tercer mundo que estaba ligado al padre Enrique Angelelli, también víctima de la cruenta dictadura: “Si bien dejó de estudiar siguió ligado y comulgaba con esa línea. Además fue estudiante de psicología”, recordó sobre su padre.

Sobre Ileana, su mamá biológica, contó que era de Concordia (Entre Ríos) y se conoció con su padre en Santa Fe, cuando éste debió marcharse de Córdoba capital en la época del “Navarrazo”, golpe de estado policial en 1974.

Sensaciones

Centeno contó que solía pensar siempre en qué haría si se encontrara con los asesinos de sus padres por la calle, aunque agrega que “por suerte” los encontró recién en los tribunales y siendo juzgados, algo que –confiesa- no esperaba.

“Yo viví muchos años de mi vida sabiendo que los asesinos de mis padres estaban sueltos y hacían una vida normal; además de eso con un cierto visto bueno de la sociedad. Como víctima directa del terrorismo de estado es difícil entender que parte de la sociedad lo avale”, lamentó y aseguró que no le extraña todo lo que ocurrió con Jorge Balla en el último año en referencia a las amenazas de muerte hacia una familia vecina en Santa Fe y al engaño cometido en San Francisco cuando su mujer alquiló el departamento donde vive.

Centeno reconoce el dolor ante cada fecha aniversario que recuerda el horror de la dictadura y el asesinato de sus padres. Sin embargo, celebra los juicios que se llevaron adelante en todo este tiempo: “Después del juicio empecé a estar más tranquilo. Por eso me parecen muy importantes, es la búsqueda de la verdad histórica”, cerró.

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