Hace años que Natalia Oreiro es una de las mujeres más exitosas del país pero en el último tiempo la palabra “éxito” adquirió otro significado. Sucede que desde la llegada de su hijo Merlín Atahualpa, su vida cambió por completo.

Ella misma se lo confesó a la revista Vivia: “Yo volví a trabajar seis meses después de que naciera el gordo con una carga horaria muy distinta a mi épocas anteriores, con días determinados, cortes determinados… Si alguien quiere trabajar conmigo, se tiene que adaptar a que ahora soy una vaca lechera”, aseguró. Y explicó el por qué de la divertida definición: “Es así. Voy con mi hijo para todos lados”.

Pero la actriz prefiere no contar demasiado sobre el pequeño: “No duerme con nosotros pero tampoco quiero dar muchas detalles. Me impacta mucho cuando estamos haciendo migraciones en algún lado y me dicen: ‘El famoso Merlín’. Se me hace un nudo en el estómago. Yo no quiero que mi hijo sea ‘El famoso Merlín’. (…)Queremos que sea común y corriente, normal y que él decida cuándo pueda lo que quiera ser”.

El gran momento profesional que también atraviesa –su más reciente filme, Infancia Clandestina, es el candidato argentino para el Oscar y se prepara para protagonizar una tira con Adrián Suar- tiene mucho que ver con su marido, Ricardo Mollo, quien la ayuda con la crianza del bebé y viaja junto a Oreiro por sus obligaciones laborales.

“Es una decisión de familia. Me acompaña siempre. Mi vuelta al trabajo tiene mucho que ver con su generosidad y con que me acompañe a todos lados.El programó sus shows para poder hacerlo”,  le contó a Viva.

Eso sí, hay una pregunta que Natalia ya está cansada de escuchar: ¿cuándo se viene el segundo hijo? “¡Acabo de tener uno! Además, él tiene dos hermanas (hijas de Mollo). Toda mi vida me preguntaban cuándo iba a ser mamá. Ahora que soy mamá, ¿cuándo viene la parejita? Es un karma”.