Un 30 de octubre de 1960 vino a este mundo Diego Maradona, el hombre que se convertiría para millones de personas en un símbolo del fútbol mundial. Este lunes cumpliría 63 años e inevitablemente cuando llega la fecha es imposible no encontrar alguna historia relacionada con él.

Allá por 2018 el club Dorados de México transitaba una temporada más en el ascenso de aquel país. Las cosas no iban tan bien, tampoco era desastroso, pero llegó la fecha 6 y el director técnico que estaba en la banca fue despedido. Hacía varios días que se corría un rumor de que Maradona podría ser el sucesor y finalmente se confirmó.

En el Dorados había seis jugadores argentinos, entre ellos Jorge Córdoba actual miembro del plantel de Sportivo Belgrano. Dicen que todo lo que tocaba Maradona por obra y gracia de su presencia se transformaba y el caso de este “9” no fue la excepción.

Sobre su sorpresivo arribo explicó: “Era la fecha 6 lo echaron al técnico y llegó Diego. Se hablaba de que iba a llegar, pero no creíamos. Allá los clubes tienen dueños no son electos y pensábamos que era una campaña para levantarlo y venderlo, no que lo iban a llevar a Maradona”.

Ahí fue cuando cambió el destino de todos en un club que andaba de capa caída y terminó en las puertas del ascenso.

Córdoba: "La gente no lo sabe, pero Diego era una persona que se deprimía bastante".
Córdoba: "La gente no lo sabe, pero Diego era una persona que se deprimía bastante".

Magia

La llegada de Maradona sucedió “de un día para otro”, así lo sintieron los jugadores que venían de ganar el último partid por la Copa México. Sin muchas palabras les dijeron que el técnico había sido despedido y llegaba el eterno “10”.

“Se armó una revolución impresionante de un día para el otro en Culiacán, medios del extranjero, gente de todo el mundo. Lo que generaba Diego era extraordinario”, dijo a El Periódico Jorge.

Para poner en contexto lo que significó hay que recordar que Dorados era un club de ascenso, sus partidos no estaban en el prime time de ningún medio y la campaña era irregular. Córdoba lo graficó así: “Para que mi familia viera los partidos acá en Argentina era complejo encontrar una página, pero llegó Diego y a la otra semana lo transmitía ESPN. Se generaba cualquier cosa gracias a Diego”.

Elegido

Los argentinos que jugaban en Dorados eran cinco y de inmediato Maradona se alineó con ellos “adoptándolos”. Como compañero llegó también Luis Islas y desde el minuto 0 se enfocaron en ver la práctica y pensar en la versión que querían de ese club.

“Teníamos un cariño diferente. Llegó y nos adoptó, yo venía sin jugar y me dijo ‘vos vas a ser mi 9’ y me fue muy bien. Quería más gente en el medio de la cancha y yo como soy un 9 que le gusta bajar me tocó hacerlo para que mi compañero que era más de quedarse jugara cómodo. Se logró mucho, aunque no el ascenso, perdimos dos finales en un año y el trato con él fue 100 puntos”, resaltó el delantero.

La varita mágica de Maradona cambió el destino de Dorados.
La varita mágica de Maradona cambió el destino de Dorados.

Impacto

Cuando asociaron el nombre de Córdoba con Dorados y Maradona a Jorge también le explotó el teléfono. Aparecieron muchos amigos y conocidos que querían algo de su técnico, desde camisetas firmadas a un video promocionando un emprendimiento.

Para Maradona era natural enfrentarse a esos pedidos todo el tiempo, pero eso no significa que no haya sido agotador o lo cansara. “Las 24 horas le pedían fotos y abrazos, la gente a veces era maleducada y se cansaba. La gente cuenta lo malo porque les dijo que no, pero no pensaron en todo lo que hizo antes. Había que estar en la piel de él como le debe pasar a Messi hoy en día”, afirmó.

Lo que no se quiso ver

Jorge recordó aquella época junto a Diego en México y con franqueza puso en palabras cosas buenas y otras que no son difíciles de asimilar. Córdoba en particular prefiere resaltar una que no da risa, pero sí permite comprender todo lo que le pasaba a Maradona, que al fin y al cabo no era más que un mortal.  

“Siempre cuento una de cómo me di cuenta de la forma en que sentía el fútbol. Jugamos la primera final en San Luis y estaba expulsado, lo vio de la tribuna. Terminó el partido, perdemos y llega al vestuario llorando desconsoladamente. Yo pensaba ‘¿como un tipo que salió campeón del mundo iba a llorar como un nene porque perdimos un ascenso?’. Ahí nos dábamos cuenta del amor que tenía y sentía hacia el fútbol”, aseguró.

Por otro lado, también destacó que “vivía hablando de fútbol, pero era un buen compañero y los aconsejaba sobre todo tipo de cosas en la vida”. Lo más fuerte que él observó fue lo afectadas que estaban sus emociones. “Era muy depresivo. Perdíamos un partido, empatábamos o nos cobraban un penal en contra y él enseguida se ponía mal y se culpaba. Nosotros le decíamos que a pesar de eso tenía que saber que a él nos podían ver de Argentina, que venía mucha gente a vernos y otras cosas positivas”.

Le costaba ver las cosas buenas y por eso consciente de lo importante que es ver la realidad cómo es y no como se la desea aseveró: “Creo que por eso fue así en su vida. La gente no lo sabe, pero era una persona que se deprimía bastante. Y esa es una enfermedad brava…”.

Lo que vivió en México Jorge lo va a recordar toda la vida, las charlas y los consejos son algo que todavía pone en práctica dentro del campo de juego.

“Siempre me acuerdo de que me pedía que saliera del área y baje a jugar, pero que haga el esfuerzo de volver todo el tiempo para jugar de 9”, cerró. Ese es el homenaje diario que le hace a un DT muy especial que tuvo el privilegio de conocer.