Retirado de la alta competencia en el tiro rápido, el dos veces olímpico (Los Ángeles 1984 y Sidney 2000) Daniel Felizia dedica su tiempo libre al golf, disciplina en la cual ha encontrado ciertas similitudes al deporte que lo vio brillar en todo el mundo enalteciendo la bandera argentina en los principales eventos deportivos. No es extraño ya que es hijo de Amanda Scarafía, máxima referente del golf en nuestra ciudad, también con una importantísima trayectoria también a nivel nacional. 

En diálogo con El Periódico, Felizia contó detalles de su carrera, sus vivencias, los Juegos Olímpicos y experiencias que lo llevaron a cultivarse no solo como deportista sino también como ser humano. Sin ser profesional, alcanzó la gloria, pero también un equilibrio en su vida que hoy lo deja “con el corazón en paz”. 

  • Dejaste el tiro rápido y estás jugando golf ¿Cómo te va en esta nueva etapa?

Sí, en el 2015, después de los Juegos Panamericanos de Toronto me dio la sensación de que ya estaba, de que ya había cumplido una etapa y tiré un poquito más, un añito más y ya dejé el alto rendimiento. Sentía que ya el esfuerzo no pagaba con los resultados, no se iba de la mano, era mucho esfuerzo y los resultados ya no se empezaban a dar y también ya estaba como agotado mi proceso. Entonces dije: bueno, no voy a entrenar más y eso fue un cambio radical en mí vida diaria porque yo entrenaba todos los días porque para estar en alta competencia tenía que ser todos los días, entonces, claro, cuando dejé de hacerlo -creo que estuve un mes y medio en mi casa-, y empecé a pensar que algo tenía que hacer porque si no la cabeza te empieza a trabajar y después yo también tenía 54 años, ya era grande para el tiro y creo que era el más grande, al grupo de mis amigos del tiro internacional ya los habían reemplazado, solo que en Argentina yo seguía ganando, entonces seguía viajando, pero los amigos míos ya empezaban a quedarse en su casa y la nueva generación empezaba a competir.

  • ¿Cómo se da ese cambio generacional?

Las nuevas generaciones son distintas, hasta uno ya no se conecta porque a lo mejor yo viajaba y competía contra chicos, yo tenía 50 y había chicos de 22-23, tenían otras vivencias, otras experiencias y realmente hubo una renovación. Al menos en el tiro y veo que muchos deportes también, se arman como camadas que son los mejores en su disciplina en sus países durante muchos años, compiten, viajan, ganan y en un momento como que se agota y viene una nueva camada, con un poco de diferencia de edad, pero no es que hay un recambio de generacional permanente. Hubo como un grupo que estuvimos muchos años y quedó como un agujero en el medio y después vinieron todos chicos nuevos.

  • Y te vinculaste a un deporte donde tu madre referente nacional

Tenía un poco los genes y entonces me fue casi natural venir al golf, tenía un poco de idea, no había jugado nunca, pero tenía un poco de conocimiento del vocabulario, de la técnica sabía un poco y bueno, me resultó relativamente fácil empezar a jugar con alguna satisfacción porque el golf al principio es bastante ingrato. Después inmediatamente de jugar un poco ya me entusiasmé, me hice un grupo de amigos muy lindo que venimos realmente a divertirnos y a pasarla bien, entonces el tema competitivo mío lo pude canalizar por esta disciplina que es exigente, uno trata de hacerlo bien, pero de ningún modo intento estresarme como lo vivía en la alta competencia del tiro.

  • Tiene alguna similitud con el tiro ¿No?

Sí, mucho. Primero es individual, así que es tu propio juego, aquí sos vos tu propio rival, como en el tiro hay un puntaje un score que te marca si sos buenos o sos malo, no es subjetivo, no es una cuestión de gustos y si hiciste una buena performance o no, acá hay un puntaje y eso a mí me gusta. Y eso de hacerlo individual, de poder hacerlo solo o si poder jugar con un grupo, esa independencia me gusta, como el tiro que era solitario en la medida que lo quieras, también es una cuestión de puntería porque finalmente hay que embocar y allá había que pegarle al centro, así que hay bastantes similitudes, pero lo mucho más lindo que tiene esto es el entorno, al aire libre, en el tiro tirábamos como en unas galerías…

  • ¿En el tiro es más tenso el juego?

Claro, la puntería depende mucho de tu control en la parte nerviosa, en la parte mental, el pulso es un factor clave, la relajación, había que estar en un estado de gran control para tener una buena performance y no podías canalizarlo con ningún esfuerzo porque en definitiva era muy estático, el golf por el mismo swing del juego te permite canalizar un poquito la energía por algún camino, pero la parte mental sigue siendo como en todos los deportes la clave.

  • ¿Cómo se hace para cultivar la mente y alcanzar ese control?

Primero está en la naturaleza de cada uno, está el que es controlado y el que es un desaforado y acá en el golf se ve muchas veces que una persona empieza a jugar mal y como consecuencia terminas jugando peor porque se enrosca cada más y cada vez lo hace peor. Cuando estaba en la alta competencia finalmente la cuestión mental se entrena, como se entrena el físico, como se entrena la técnica también se entrena la mente. Hay técnicas de entrenamiento para que uno pueda soportar mejor la tensión, técnicas de concentración, de visualización para tener un mejor control de su mente y no que la mente haga lo que quiera.

“En una competencia si yo perdía la concentración había técnicas, todos habíamos entrenado técnicas para volver al meterse en el asunto, para relajarse, para soportar la noche anterior a las grandes competencias, eso es una angustia que viven todos los deportistas y eso se entrena, se practica con técnicas porque la tención existe siempre, el asunto es controlarlo”, dijo Felizia.

¿Vos utilizabas la lectura para alcanzar esa concentración?

En Winninpeg apliqué esa, después apliqué otras. En el periodo previo para clasificar a los Juegos de Seúl y en los últimos dos o tres años que finalmente gané Winnipeg para clasificar para los Juegos Olímpicos de Sidney. Una de las técnicas es que uno puede concentrarse mucho o evadirse totalmente. A mí en ese periodo me servía evadirme y entonces tomaba novelas que eran livianas de lectura, en los momentos de tensión, en momentos previos, la noche antes o el día antes, el rato antes que se viene la competencia donde empezás a sentir esa tensión y el cuerpo que no se comporta como lo hace lo hace usualmente me metía a leer y esa lectura me hacía ver una película y me distraía de la tensión del momento.

“Si te sentás dos horas antes de competir y empezás a ver que a este le fue bárbaro y aquel le fue le fue mal, que aquel está llorando porque se entrenó cuatro años y perdió la clasificación, que al otro se le rompió el arma y no pudo terminar y que el otro ganó otra disciplina, escuchás la premiación de otro que ya ganó, sabes todo lo que juntás ahí, entonces en esa competencia puntualmente, que todavía tengo el libro, creo que se llama “Hora Cero”, el libro me atrapaba y faltaban 10 minutos, lo estaba leyendo porque me servía para no enfocarme en la situación que estaba viviendo, que me estaba jugando la clasificación, que venía primero y que estaba súper tenso”, contó Felizia.

"Fue toda mi vida y se me fue rápido, pero fueron años increíbles", contó Daniel Felizia
  • Más aún sabiendo que te preparaste por años y el tiro dura un segundo, que te deja a afuera o adentro…

Claro, son unas pocas series de unos pocos segundos. Tirábamos y en definitiva, desde que empezamos hasta que terminaba pasaban 15-20 minutos, esa era toda tu performance de un día y los primeros seis pasaban a la final, entonces te entrenaste miles de horas para después tratar de demostrarlo en esos pocos segundos, por eso el estrés porque lo has ensayado miles de veces para que te salga perfecto, pero en ese momento hay quién lo sabe hacer y quién no, por supuesto la suerte siempre ayuda un poquito, pero el que sabe que ese día va a desarrollar todo lo que se ha entrenado, el que tiene la posibilidad del éxito, el que ahí realmente resiste la presión y resiste la tensión del momento, es el que finalmente gana; por eso finalmente gana la cabeza.

“Los que estábamos ahí sabíamos hacer las cosas, estábamos súper entrenados y también, por ejemplo, un alemán a lo mejor era un profesional y un argentino era una amateur y estábamos todos en las mismas condiciones para competir, pero aún así todos sabíamos hacer muy bien las cosas y finalmente el que lo hace bien es el que tiene más control de la cabeza”, señaló Felizia.

- Y sin ser profesional estabas ahí ¿Qué diferencias notabas?

En las principales potencias del mundo son profesionales, su trabajo es tirar. Entonces lunes se levantan a las 8 de la mañana y entrenan mañana y tarde. Lo mismo el martes, el miércoles, jueves, viernes y a fin de mes cobran su sueldo. En los países que no somos las primeras potencias vivimos de algo y en nuestros tiempos libres hacemos nuestro deporte, entonces lo hacemos cuando podemos, pero el lunes a la mañana la mayoría de los deportistas argentinos están trabajando de algo, los de mi generación. La generación más nueva y estos chicos más nuevos tienen más becas del gobierno, han podido encontrar un apoyo de la Secretaría de Deportes, del Enard donde en una etapa de la vida les está permitiendo a lo mejor casi dedicarse con exclusividad, pero aún así, estudian algo porque saben que un día se les termina. Y el profesionalismo del amateurismo en nuestra disciplina era clave, ibas a cualquier evento importante y estaban todos los campeones del mundo de los principales países, los rusos, norteamericanos, los chinos, los alemanes, los austríacos, los bielorrusos que lo único que hacían era eso, entonces su único objetivo en la vida era tirar mejor y nosotros teníamos que laburar. Es interesante el concepto porque por ejemplo en tu laburo estás todo el día pensando en cómo hacer mejor tu laburo, o al menos ocho horas al día, y eso solo hace que vos cada vez lo hagas mejor. Cualquier argentino o brasilero, labura en otro lado y en su cabeza ¿Cuántas horas le dedica a tirar mejor? El profesionalismo hacía una gran diferencia…

  • ¿Y eso motiva?

A mí me gustaba mucho más mi equilibrio que la situación de esta gente, charlaba mucho con ellos, ellos tenían la presión de que era su laburo y si lo hacían mal hasta perdían el laburo, una situación totalmente diferente a la mía, yo vivía de una cosa y si tiraba bien o tiraba mal a lo sumo podía dejar de estar en el equipo nacional, pero no me cambiaba la vida, no cambiaba mi situación y a ellos, muchas veces, las malas actuaciones los tensionaban porque les afectaba su vida laboral, era su trabajo. Me gustaba mucho más mi situación porque lo disfrutábamos más, lo vivíamos con más alegría, nos dedicábamos como podíamos, hacíamos todos los esfuerzos que podíamos y si las cosas salían bien, bien y salían mal, salían mal; en cambio en el otro caso casi que tenías la responsabilidad y la obligación que las cosas te salieran bien. Entonces vos veías muchas veces que ellos se angustiaban más cuando los resultados nos los ayudaban, nosotros nos embroncábamos igual, pero nuestra vida seguía igual.

  • Ustedes iban por la gloria

Era la gloria, con una dedicación mucho más escasa teníamos que equilibrar las posibilidades de ellos, que tenían condiciones ilimitadas de armas, balas, viajes y en nosotros todo era incertidumbre, no teníamos apoyo, hacíamos lo que podíamos. Los chinos llevaban a los eventos hasta los cocineros, los médicos, armaban sus propias carpas; nosotros comíamos lo que te daban ahí y los chinos armaban sus propios comedores, sus propios médicos y llevaban su agua.

Cuando vas a esos eventos, ves eso y te va más o menos bien, te sentís que ya ganaste. Era una satisfacción grande para nosotros ese tipo de desafíos porque, con nuestro esfuerzo enorme en posibilidades muy limitadas, teníamos que conseguir resultados muy grandes y por eso te daba una satisfacción grande cuando lo lograbas, eso era muy lindo.

  • ¿Tenías alguien que te acompañe, que te ayude o que te entrene?

No, no era todo muy solitario. A nivel nacional teníamos una suerte de entrenador pero que en realidad es un amigo, Juan Carlos Sampayo. Viajamos muchos años juntos y finalmente toda Federación tiene su figura de entrenador porque es quien coordina y selecciona a las personas que están más aptas para las competencias. Entonces este amigo mío, que en principio éramos tiradores, rivales, finalmente él se retira y se convierte en el entrenador, en compañero de viaje; con él he compartido mis mayores éxitos y mis peores fracasos.

“Para estar en la alta competencia tenés que estar muy enchufado con todo, desde qué remedio tomás si estás resfriado porque vas a la competencia y tenés antidoping, si te sale del doping por una tontería da lo mismo que algo grave. Había que planificar tu vida familiar muchas veces en función de dónde están los eventos o cuándo son los eventos, cuando hiciste todo un laburo y tenés un campeonato en julio… los chicos, las vacaciones y sí, pero laburaste tres años para ir a esa competencia en julio. Yo tenía que decirles miren… no, por eso tu vida se arma mucho en función del calendario de alta competencia y es duro, por eso llega un momento que decís, o yo dije en un momento: ya está, basta”, mencionó.

- ¿Y en 2016 cuando decidiste dejar, qué viste cuando miraste para atrás?

Miré para adelante. ¿Qué tengo por delante? Qué puedo hacer mejor de lo que ya hice y no creo más porque los resultados que había tenido habían sido sido muy buenos, había tenido muchos éxitos y realmente me daba cuenta que ya no iba a llegar, entonces entre los Olimpia que había ganado, los Juegos Panamericanos que había ganado, las Copas del Mundo que había ganado, la cantidad de satisfacciones que había tenido; no quería que mis últimos años me empezaran a empañar esa historia a mí a mí mismo, por una cuestión de personal y propia. Además, cuando uno se pone más grande, a lo mejor, -yo al menos- empecé a darle la verdadera dimensión de algunas cosas que en su momento es como que fueron pasando y uno no le dio la significación que tenían, que fueron éxitos enormes y que en su momento, bueno si laburé por esto y lo tengo más que merecido y punto, pero algunos logros como cuando gané en Atlanta una Copa del Mundo, cuando lo pienso hoy veo que en ese momento no le di tanta dimensión como que la que le doy ahora pensando a la distancia o los Olimpia, yo tengo seis Olimpia y entonces digo ¿Cómo hay qué hacer para ganar seis Olimpia? Y bueno, veo que los resultados que tuve esos años fueron muy lindos y muy valiosos. Las finales, que también son una de las cosas que más satisfacciones me dio. Todos los años se hace una final de las Copas del Mundo donde los 10 mejores rankeados del mundo van a un evento solo para esos 10 y yo fui a tres de esos eventos, estar en esos eventos era estar en la crema de la crema y esa satisfacción estar ahí con ese grupo de profesionales, que yo no lo era obviamente, pero estar ahí codo a codo, tirando con ellos, era fantástico.

  • ¿Te pasó rápido todo eso?

Sí, sí, muy rápido, fueron en definitiva como treinta y pico de años, casi 40 años de vida deportiva. Fue toda mi vida y se me fue rápido. No me pareció una cosa larga, pero fueron una cantidad de años increíbles. Pero también, por ejemplo, en los últimos años, para los Panamericanos del 2015 de Toronto tuve la mejor preparación de mi vida. Yo los resultados no salieron, pero la Federación me trajo el mejor entrenador del mundo de Alemania, trabajamos juntos y después salimos de gira; la Federación armó como pocas veces una gira donde fuimos a dos o tres campeonatos en Europa y después nos fuimos a Estados Unidos y después antes de los Juegos Panamericanos nos fuimos a Estados Unidos porque Toronto estaba cerca y queríamos aclimatar, o sea una preparación casi de profesional y después los resultados no se me dieron y un poco eso me fue diciendo: bueno, ya tuve esta experiencia que fue maravillosa, ahí sí lo disfruté con todo el entusiasmo

  • Y lo curioso que te fue casi 30 años para tener una experiencia como esa…

Pasa que antes el Enard no existía y el Enard fue un quiebre en la vida del deportista de alta competencia porque empezaron a haber recursos, empezó a haber previsibilidad. Antes para cada cosa la Federación presentaba un expediente en la Secretaría de Deportes, faltaban dos meses para la competencia y no te decían si te daban el dinero o no ¿y qué hacías? ¿te entrenabas o no? ¿a full o a medias? para entrenarte no solo gastás dinero, gastás energía, gastás cabeza y te entrenabas y no sabías si ibas a viajar; y la Federación iba todos días a la Secretaría y te decían que pongas vos la plata, que si salía te la reponían, y bueno…

Hasta el año 2010 era incertidumbre y el apoyo era bastante relativo, cuando apareció Enard hubo fondos previsibles porque el Enard tenía independencia del gobierno, tenía recursos propios de un fondo especial y entonces a la Federación de tiro le daban tanta plata al año y la Federación decía, vamos acá o vamos acá, estos van o hay tantas plazas y vos sabías faltando tres meses para una competencia si ibas o no, algo básico.

  • ¿Cómo vivís los Juegos Olímpicos?

A ver, cuál es la palabra para definir esa sensación: añoranza. Qué lindó, cómo se extrañan las sensaciones de estar, las sensaciones de la previa, de viajar, de llegar y esperar tu designación y la adrenalina que empezaba a decirte que estabas clasificado para ir los Juegos Olímpicos y te entrenás con ese objetivo y cuando lo miro por la tele, al haberlo vivido sentís como esa añoranza de lo linda que era esa vida, aunque ya no la siento como que me pertenece porque ya veo que es una nueva generación, como que ya pasó mi película. Cuando se hicieron los primeros Juegos Panamericanos de Lima que no fui, porque había ido a los últimos nueve Juegos Panamericanos, sentí como un vacío, después de empezar a desengancharte del mismo mundo de tiro. Sí, chateo con mis amigos, pero empezás cada vez a estar un poco más lejos  y de los chicos nuevos tienen sus propias experiencias, la misma reglamentación va cambiando, como en todo deporte, hay adecuaciones y uno ya empieza a perder esos pequeños detalles y se aleja, pero lo veo y lo vivo con una añoranza de estar en esos lugares tan lindos porque las vivencias son tan grandes que las extrañas.

  • ¿Cómo es esa sensación de ver la bandera argentina ahí arriba y saber que está ahí arriba por vos?

Es inexorablemente emocionante, que encima en deportes individuales las emociones son todavía más fuertes porque sos vos solo. A mí lo que más me emocionaba de esos eventos grandes era la entrada en la ceremonias inaugurales, en el ingreso a los estadios, primero porque estás en estadio donde hay mil dos o mil tres deportistas que son los mejores del planeta, esa esa sensación de pertenecer a ese grupo te da un orgullo importante y después llegar como delegación argentina, como delegación de un país porque todos los deportistas de todos los países lo viven igual, uno charla con los otros y sentís la misma sensación de nacionalismo y orgullo de ver flamear a tu bandera y entrar al estadio olímpico y que público y los demás países van en ese grupo humano a la representación de un país, se te caen las lágrimas. Es de lo más emocionante para mí, es encantador.

  • ¿Qué te ha dejado la historia de tu carrera deportiva?

Muchas cosas, no podría decir una. La dedicación, si uno quiere un éxito deportivo, la dedicación la constancia, la pasión sobre el asunto, la planificación y eso después se traduce en las cosas de tu vida porque si sabes planificar, si tenés pasión, si tenés organización, si tenés constancia; si tenés todas esas cosas te da posibilidades de tener éxito en todos los ámbitos de la vida y en el deporte es clave, salvo que seas en un súper iluminado, pero aun así los super iluminado tienen una metodología de laburo que sin duda los hace todavía más crack, pensemos en las grande figuras del deporte actual son unos cráneos, pero laburo que tienen encima de preparación es increíble. Si no si lo haces más o menos no vas a llegar. Eso es enseñanza de la cultura del deporte y del entrenamiento.

Por otro lado, también una cosa que me parece importante cuando uno se dedica mucho al deporte no tiene que perder de vista la vida entera porque muchas veces el deporte es un tiempo de la vida, son unos años de la vida, sobre todo los deportes más intensos físicamente que unos pocos años, por eso el deportista tiene que pensar en más allá, tiene que pensar en la familia y en su futuro para poder armar una vida armónica y que encontrar un equilibrio.

“Para mí fue muy importante encontrar un equilibrio entre todas las cosas para poder llevar adecuadamente una vida profesional, una familia que te banque, que te apoye y eso es interesante encontrarlo también en equilibrio. A pesar de que muchas veces en el deporte las fechas importantes y compromisos son inamovibles; y la familia es la que más sufre esas cosas, cuántos cumpleaños me perdí, cuántas actos de escuela que no estuve porque había que estar en tirando en Singapur, por ejemplo. No hay que dejar de perder vista esas cosas porque si no después se sufre, se pagan con la angustia de la vida. Hay que encontrar el equilibrio en la vida, en todos sus aspectos y es importante para que después con el paso de los años estés con el corazón en paz y que no te hayas dedicado la vida solamente una cosa”, indicó Felizia.

Un currículum lleno de satisfacciones

Felizia ostenta innumerables títulos argentinos, ganó los Juegos Panamericanos de Winnipeg (Canadá) en 1999; las Copas Mundiales en Río de Janeiro (Brasil) en 1989 y Atlanta (EEUU) en 2001, siete títulos sudamericanos y obtuvo medalla de oro en los Juegos Sudamericanos de Medellín (Colombia) en 2010.

Además, estuvo ternado 12 veces a los Premios Olimpia de Plata de los cuales ganó seis, también obtuvo 21 Córdoba Cuna de Campeones y Escudo de Oro de la Confederación de Deportes de la Provincia de Córdoba (2001).