Entre las historias de tenacidad que existen en el campo argentino la de Esteban Bonanni se destaca como ejemplo de perseverancia. Su relación con el campo arrancó en 1955 en la zona de Guerrico, una pequeña comuna ubicada entre Pergamino y San Nicolás, sobre la Ruta 188. 

En esa zona se instalaron sus padres, Esteban y Nilda, a trabajar el campo cuando corría la década del 50. Las oportunidades de trabajo llevaron a la familia Bonanni hasta la zona de Mar del Plata y Balcarce donde cultivaron papa. Por esos años Esteban cursó la primaria y la secundaria hasta que en cuarto año conoció a Juan Martin Lahitte, un agrónomo que había estudiado en Bahía Blanca y quien encendió en él la inquietud de estudiar agronomía. 

Promediando su quinto año de secundaria, Esteban se anotó en el curso de Ingreso en la Facultad de Agronomía de Balcarce.

Recuerdo que éramos 160 inscriptos el que aprobaba ingresaba y los promedios más bajos quedaban fuera. Ese año entramos 86 alumnos, yo tenía 18 años. La Facultad en aquella época era diferente a la actual, era como un colegio, se pagaba, era privado porque pertenecía a la Universidad Católica. En esos años los temas giraban en torno a la agricultura, la ganadería, manejo de maquinarias, microbiología y muchas materias de formación general, hasta religión”, contó. 

Para 1972 su papá se enfermó del corazón y como no podía trabajar se hizo cargo Esteban del trabajo con el cultivo de papa. En aquel momento alquilaban campos que luego adquirió y se decicó a labrar la tierra. “Volví y me aboqué al campo que mi familia había podido adquirir, y a unas hectáreas de campo alquilado. Estábamos ‘apretados’ y tuve que dejar la facultad para hacerme cargo de la producción de papa”.

En 1986 se llegó hasta la Facultad, que estaba a cargo en ese entonces por un ex compañero suyo. Los planes de estudio habían cambiado y con él las materias y contenidos, pero lo que no cambió en absoluto fue la perseverancia de Esteban quien retomó los estudios con una meta: aprobar las 12 materias anuales que le faltaban y las optativas para finalmente recibirse de ingeniero agrónomo.

"En esta segunda etapa era ya una Facultad Nacional y encontré otro tipo de cumplimiento en los horarios y en la evolución de los contenidos entre ellos: fisiología animal, fisiología vegetal, genética animal biología etc. Era todo más libre, pero con una mirada más localista, donde se enfocaban en los cultivos y las producciones de la zona. Terminé de cursar pero me faltó la tesis”, relató.

Otros proyectos, nuevos planes, nuevas urgencias, hicieron que Esteban postergara la tesis por muchos años. “Me quedó un gran cargo de conciencia por no cerrar esa etapa. La muerte de mi madre me dejó la culpa de no haber podido cumplir con su anhelo de verme recibido”.

Luego de la pandemia, un amigo de su hijo le insistió y 36 años después volvi´+o a la Facultad para averiguar si podía terminar. "Para mi sorpresa el plan lo permitía, pero nuevamente tenía que cursar algo nuevo, en este caso Inglés  y en la era de la tecnología, me costó mucho pasar de aquel microscopio a las pantallas”, confiesa. 

Finalmente realizó la tesis con un trabajo sobre cultivo de papa ecológica, sin químicos, sin riego artificial, se recibió de Ingeniero Agrónomo en el año 2024 a sus 75 años. De su acto de colación participaron algunos de sus hijos, su nueva esposa y su nieto. Su primer acto profesional fue colegiarse cerrando una gran etapa de su vida. 

Fuente: Colegio de Ingenieros Agrónomos y Forestales de la Provincia de Buenos Aires